martes, 15 de octubre de 2013

BLUE JASMINE de Woody Allen

CALIFICACIÓN: 

A la altura de las mayores obras de Woody Allen, es, ante todo, un magnifico retrato de dos mujeres,  dos hermanas adoptivas, que por ser tan distintas, obran como dos caras de una misma moneda que no es otra que la de los tiempos de esta gran nueva depresión financiera que desde el 2008 está castigando a los Estados Unidos y Europa. Desde este punto de vista, veo la película como un gran fresco de nuestra época (como Annie Hall lo era de la suya), una época claramente decadente, donde los esfuerzos personales están orientados a la vida vanidosa, el desarrollo de las apariencias, el consumo exacerbado y la búsqueda del dinero fácil. De ello, solo parece estar queriendo salir Jasmine, que vuela de New York a San Francisco para reordenar su vida al lado ahora de Ginger, su hermana adoptiva, divorciada, con dos niños maleducados y un amante grosero, que vive en un departamento alejado y miserable  en un mundo donde lo opuesto no es mejor sino igual, donde prevalece  el cultivo de las relaciones pasajeras, y una vulgaridad que parece arrasarlo todo.

Lo notable de Blue Jasmine es que las acciones de sus personajes no son exactamente una búsqueda sino un escape que se materializa a través del alcohol, los ansiolíticos, y la marihuana, y en consecuencia, no encuentra salida. Blue Jasmine está contada como una comedia, pero no hay duda que lo que se nos está contando es un drama.


La pluma lúcida de Allen podría trazar un paralelo con la acidez del bienestar de pos guerra del Tennessee Willians de Un Tranvía Llamado Deseo, donde Jasmine y Ginger parecen referenciar a Blanche y Stella Dubois, y el Chili de Bobby Cannavale al Stanley Kowalski de Marlon Brando.

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