CALIFICACIÓN:
Este invierno se estrenó una auténtica gema del cine italiano actual. Pequeña por cierto (solo 75 minutos de duración), pero de una calidad deslumbrante, ello es "Cesar Debe Morir" de Paolo y Victorio Taviani, ganadora del Festival de Berlín 2012.
Este invierno se estrenó una auténtica gema del cine italiano actual. Pequeña por cierto (solo 75 minutos de duración), pero de una calidad deslumbrante, ello es "Cesar Debe Morir" de Paolo y Victorio Taviani, ganadora del Festival de Berlín 2012.
Los
Hermanos Taviani, ya octogenarios,
reconocidos admiradores del cine de Roberto Rosellini, vienen realizando importantes
aportes cinematográficos desde su debut en la dirección en 1962. Cine
comprometido con las causas sociales, regido por una visión humanista de la
vida, generalmente relacionado con obras literarias, ganaron fama y prestigio
en 1977 al llevarse la Palma de Oro en el Festival de Cannes con la recordada "Padre
Padrone", aquella enorme película, adaptación
de la autobiografía de Gavino Ledda, en
la cual un pastor de ovejas en las montañas sicilianas se sublevaba sobre el
autoritarismo castrante de su padre para llegar a ser profesor de lingüística y
literatura en Roma. En 1982 presentan otro film importante, La Noche de San Lorenzo, donde afirman
que en esa noche todos los sueños se hacen realidad, mientras narran una historia
sobre invasores alemanes y fascistas italianos justo antes de la liberación en
1944. Metáfora sobre la resistencia civil y el pacifismo como los medios más
genuinos de lograr los objetivos políticos y sociales, el humanismo desbordante
vuelve a ser el sello del film. En 1990 alcanzan un nuevo pico con "El Sol También Sale de Noche",
donde basados libremente en "El Padre Sergio" de Tolstoy, cuentan la
historia del Barón
Sergio Giuramondo, que traicionado por su novia, renuncia a las comodidades de
la vida cortesana para convertirse en monje y luego en ermitaño, iniciando una
carrera hacia la espiritualidad total. En 1984 y 1998 acuden nuevamente a
fuentes literarias, esta vez a su admirado Luigi Pirandello para dejarnos una
serie de cuentos sobre tradiciones y leyendas de campesinos sicilianos en dos inolvidables películas: "Kaos"
y "Tú Ries", respectivamente.
Ahora
se acercan a Shakespeare para traernos "Cesar Debe Morir", por lo
cual van a la cárcel de Rebibbia en Roma
a filmar los ensayos y la puesta en escena de la obra "Julio César"
con la actuación de presos de esa institución. El film de los Taviani es una
perfecta obra de ingeniería narrativa que pasa inadvertidamente del documental al
relato intimista, rescatando la potencia de la prosa shakesperiana, a la vez
que el esfuerzo diario de esos reos peligrosos e ignorantes para ponerla en
escena. Pero no solo es extraordinario el relato del proceso creativo, mostrando
como el texto se transforma lentamente de palabra escrita en palabra oral mientras
se corporiza en la acción pura del hecho teatral, sino también, insinuando como esa puesta en escena comienza a
afectar íntima y definitivamente a esos ladrones, traficantes y asesinos.
Así
como la obra teatral comienza con las
largas discusiones de Casio y Bruto (en el film sintetizadas) sobre las reales
intenciones de César después de consolidar el imperio, respecto de la transformación
de la república en una dictadura, y continúa con los remordimientos de
conciencia que el asesinato de César genera en Bruto, el film es la perfecta
metamorfosis de quienes descubren el sentido de la libertad más íntima en las
diarias travesía que representa el hecho artístico mientras simultáneamente no
dejan de cumplir sus condenas encerrados noche tras noche entre las cuatro
paredes de una celda en un reformatorio de máxima seguridad. Una especie de
acercamiento al Yin y al Yan, al cielo y al infierno, a la felicidad y al
sufrimiento. Un acercamiento al mundo de los opuestos.
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