Odisea de Perdedores
David O. Russell es un
director nacido y criado en Nueva York, y como tal, su cine abreva y
lleva el sello distintivo del realismo neoyorquino, ese cine que supieron
construir directores como Elia Kazán, John Cassavetes, y Sidney Lumet, aunque
sus finales son proclives y no dejan de participar del modelo clásico del happy
end hollywoodense.
Russell ha transitado
una larga trayectoria no solo como director sino también como escritor,
guionista y productor de cine, y sus últimas 5 películas ("Tres
Reyes", 1999; "Extrañas Coincidencias", 2004; "El
Peleador", 2010; "El Lado Luminoso de la Vida", 2012; y
"Estafa Americana", 2013) han sido bien recibidas tanto por el
público como por la crítica, colocándolo como uno de los nombres importantes
del cine independiente americano.
Russell es además, un
gran director de actores. Dos de los actores que trabajan en la película aquí
comentada, se han hecho acreedores al Oscar por trabajos dirigidos por él
mismo. Son los casos de Christian Bale en "El Peleador" y
Jennifer Lawrence en "El Lado Luminoso de la Vida", que ahora vuelven
a estar en el pedestal de los nominados, junto a los demás compañeros de cast
en el film aquí comentado.
Como escritor, es un cuidadoso narrador, que no se pierde en detalles, cuyos personajes siempre son marginales que logran
rescatarse gracias al esfuerzo, a la perseverancia, y al seguimiento de virtudes
morales. Ello le permite jugar con la idea redención, y de allí, arribar al
anteriormente comentado "happy end" americano. Estos
finales felices, en la mayoría de los casos, le aportan el reconocimiento de la
gran masa de público, y otras veces, le debilitan el desarrollo de
argumentos interesantes, como en el caso de "El Lado Luminoso de la
Vida". No obstante ello, podríamos decir que, en general, el
cine de Russell es un cine que describe un derrotero humano que, más allá de
todas las vicisitudes que le tocan vivir a sus personajes, la mayoría de las
veces perdedores en busca de una segunda oportunidad, finalmente
encuentran su camino y recompensa.
Vayamos a "American
Hustle", tal vez su mejor película hasta el momento. La narración se
concentra en la turbulenta vida de una pareja de estafadores de poca monta que
son detenidos por el FBI, el que luego les negocia su libertad a cambio de que
se introduzcan en una estafa de tipo político con el propósito de dejar en descubierto maniobras corruptas en la adjudicación de obras públicas en el distrito de New Jersey. De hecho toda una vuelta de tuerca. Ese no es su
ámbito ni tampoco los procedimientos policiales son los correctos. Con lo cual,
American Hustle comienza a deslizarse por un camino resbaladizo e inseguro
donde nadie parece ser lo que realmente es o quiere ser, y donde los
valores se pierden desde el mismo inicio en un acuerdo ilegal. Los
personajes entienden esto, y ello los lleva a mutuas desconfianzas. La
habilidad de Russell para complicar la trama primero, y desarmar los nudos
después, hace lo demás
En Amercian
Hustle, no son exactamente las virtudes morales las que van a
redimir a los personajes centrales. Esta no es la típica historia de
estafadores simpáticos como Paul Newman y Robert Redford en "El Golpe,
1973" o carismáticos como Ricardo Darín y Gastón Paul en "9 Reinas,
2000", cuyos rasgos definitorios eran perseguir fines justos y
hasta nobles, o ladronzuelos de poca monta cuyos robos en la calle no cambiaban
la vida de nadie. Los personajes de Russell son tipos absolutamente
despreciables que viven abusando del prójimo haciéndoles literalmente "el
cuento del tío" para quedarse con sus pocos ahorros de toda la vida, o
policías cínicos que se abusan de sus atribuciones jugando con la libertades
condicionales de sus perseguidos para obtener fama y ascensos. O sea, pobres
tipos estafando a otros pobres tipos, lo cual, tal vez no trate de estafas por
dinero sino de estafas de ilusiones. No obstante, ya dijimos que Russell busca
la redención. En consecuencia, será fiel consigo mismo, y de entre tanta
estafa, traición y cinismo, encontrará un sinuoso camino hacia el
amor o hacia la amistad que permitirá redimir a sus personajes principales.
Película excelentemente
narrada, casi al borde mismo de la perfección vista en el Scorsese de "El
Lobo de Wall Street, 2013", merece verse por su profunda crítica social,
por su ácida visión de la marginalidad, la de los esfuerzos por pertenecer y
nunca poder llegar. Y aunque "El Lobo …" y "American…"
transiten temas parecidos, son dos películas muy diferentes. Porque si El Lobo
de Scorsese narraba la destrucción y el fin del Sueño Americano, ahogado en los
excesos de la droga, la ambición y el poder, "Estafa Americana" habla
de aquellos marginales, de esos grandes perdedores, de aquellos que viven fuera
de la ley, habitando los bordes de ese mismo sueño americano, eligiendo el
camino equivocado para nunca poder alcanzar ese "sueño", y en
consecuencia, nunca satisfacer sus anhelos. Lo que en Jordan Belfort (Di
Caprio) termina en corrupción e irresponsabilidad, en Irving Rosenfeld (Bale)
termina en arrepentimiento y necesidad de expiación. Lo que en Belfort es
ejercicio de poder, en Rosenfeld es necesidad de respetar ciertos códigos. Lo
que en Belfort es vivir su vida al límite, en Sidney Prosser (Amy Adams), la
socia de Rosenfeld, es inventarse otra identidad para poder vivir otra vida.
Paradojalmente, el policia ambicioso (Bradley Cooper) que persigue y acosa a
Rosenfeld se emparenta más con Belfort que con el propio Rosenfeld.
"Estafa Americana" es como un gran juego de espejos donde sus
personajes, todos unos pobres desgraciados, viven su vida arruinando la vida de
los demás, pretendiéndoles vender una realidad deformada por sus propia necesidad de pertenecer a
un mundo y poder compartir un sueño, que no les es suyo.
Una actuación realmente extraordinaria (hablo de todo un elenco y no de una figura principal), y más
aún, magistralmente musicalizada (las escenas acompañadas por el
tema "Cómo Reparar un Corazón Destrozado" de los Bee Gees, y "Live
and Let Die" de Paul Mc Carthy, son absolutamente antológicas), donde tema
musical e imagen logran una simbiosis perfecta, hacen que la visión de este
film sea imprescindible y colocan a este film, sin lugar a dudas, como una de las
mejores películas del año.
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