miércoles, 5 de marzo de 2014

PHILOMENA de Stephen Frears - DALLAS BUYERS CLUB de Jean-Marc Válle

A PROPOSITO DE "PHILOMENA LEE" Y "RON WOODROOF"

Dos películas basadas en hechos y personajes reales, llaman mi atención por su cuidada elaboración, su capacidad para eludir el folletín, evadir el melodramatismo y convertirse en dos piezas capaces de apelar a nuestra inteligencia y provocar nuestra reflexión.


"Philomena" es una película "chiquita pero rendidora", que funciona por los 4 costados. Primero, porque tiene un guión de hierro del propio actor Steve Coogan, que nunca cae en el lugar común ni mucho menos en el melodramatismo. Segundo, porque la dirige alguien con mucha experiencia, Stephen Frears, un inglés que sabe hacer cine y lo hace en ambas orillas del Atlántico, pero se luce más cuando filma en la capital del viejo imperio, dado que está en su casa y se le respeta mucho más su libertad creativa. Frears es un director austero, típicamente inglés, que sabe ir al grano de la cuestión y no se distrae en banalidades. Tercero, porque su actriz principal es una de las mejores actrices del mundo y es capaz de expresarlo todo. Estoy hablando de Judi Dench. Todos juntos,
llevan adelante este melodrama equilibrado. Y cuarto, porque hacia la mitad de la película, se hace el giro justo dejando atrás el género, metiéndose en las consecuencias de lo pasado, y especialmente, dirigiéndose al "perdón", esa condición capaz de hacer cesar nuestra ira o indignación y evitar continuar con el odio ancestral o la cadena de venganzas. El perdón aparece como una necesaria condición para lograr no solo la paz espiritual del individuo, sino también la paz social. De esta forma, "Philomena" se hace grande como película y en lugar del gusto amargo producto de los lamentables sucesos que relata, nos deja un espacio abierto para la reflexión.

Con "Club de Compradores de Dallas" ocurre algo similar. Estamos a principios de los ´80 cuando todavía pocos sabían de qué se trataba el SIDA. Pero la película, lejos de elegir el melodrama, elige un tono de comedia sarcástica, y se transforma en un gran discurso en contra de la manipulación espuria de los negocios farmacéuticos y un alegato sobre el avasallamiento del Estado sobre los derechos del individuo sobre su libertad de elección.


La película se inicia con un tipo al cual le diagnostican la enfermedad, pero el film hace foco en la situación real que se vivió en aquella época donde la epidemia aparece como algo desconocido para médicos y laboratorios, haciendo estragos en la población, particularmente gay. Esta situación se agrava y avanza como consecuencia de la negligencia, desconocimiento o manejos burocráticos, del Estado, quien no autorizaba drogas potencialmente aptas para combatir la enfermedad por no estar probadas y en cambio permitía el manejo inescrupuloso de laboratorios que desarrollaban, probaban y registraban drogas de dudosa eficacia, que podían venderse a precios exorbitantes con la debida receta, a los enfermos tratados en determinados nosocomios, todo ellos debidamente aceitados por cadenas de coimas y favores.

 Bien narrada por el canadiense Jean Marc Vallé, soberbiamente actuada por Matthew Mc Conaughey y Jared Leto, este film termina de convencerme de que el cine americano está un "alza" sostenida y corrobora que esta última carrera por los premios Oscar ha sido una de la mejores de los últimos 10 años por la variedad y calidad de las propuestas cinematográficas vistas.

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