Llegan mis cosas esenciales. Son estribillos de estribillos. Entre los juncos y la baja tarde, !qué raro que me llame Federico! - Federico Garcia Lorca - Canciones para Terminar.
Con
esta cita comienza este filme que más
que una película homenaje es una película sobre la memoria, un ejercicio sobre
el recuerdo de quien es el único
sobreviviente de un clan creativo inigualable que tuvo el cine italiano a
partir de la aparición del neorrealismo, pero que vivió su momento más creativo
a partir de los años 60, para finalizar como movimiento a partir de los 80.
Vienen al
caso dos frases que leí del Dr. Facundo Manes en el diario La Nación hace unos
meses. Las cito textualmente. La primera de ellas dice "La memoria no
es un fiel reflejo de aquello que pasó sino más bien un acto creativo, uno de
los más creativos en el funcionamiento de nuestras mentes. La otra aclara, "Las
estructuras cerebrales que están involucradas en la memoria autobiográfica
alimentan a su vez circuitos neurales ligados con las emociones". Y estas
dos frases del Dr. Manes son claves para poderse acercar a este nuevo film de
Scola. Porque el filme de Scola es un acto creativo proveniente de los
recuerdos y manejado por la emoción más pura.
En principio, el film abre como un documental sobre Fellini,
pero a los pocos minutos de transcurrido el mismo, uno se da cuenta que de
documental no tiene nada y todo responde a la arbitrariedad de la memoria que
transforma recuerdos caóticos en hechos que son tratados de poner en un orden
con el propósito de poder entender un tiempo vivido y sobre todo, un movimiento
cinematográfico que ha sido producto de ese propio tiempo que dejo como
testamento al cineasta más creativo que haya existido hasta el momento. De esta manera Scola recuerda a Federico Fellini, y tal vez, esos
recuerdos de Scola no coincidan con la realidad en su estado más puro. Pero esos
recuerdos, que ahora cobran forma cinematográfica, narran aquellos momentos que se transformaron
en bisagras de aquel movimiento.
Son unos pocos momentos. La llegada de Federico
a Roma desde su Rimini natal, a los 18 años, haciendo su debut como caricaturista de Marc´Aurelio, un pasquín
que desde el humor, pretendía desde principios de los años ´30 ser un medio
lúcido y crítico del fascismo, fundamentado en la caricatura politica y
costumbrista, por donde pasaron los nombres más famosos de la época, entre
ellos los de aquellos que cimentaron la cinematografía italiana a partir de l
los 50, como Furio Scarpelli, Agenore Incrocci (Age), Steno (seudonimo de
Stephen Vanzinas), Ruggero Maccari, Cesare Zavattini, Mario Bava, Mario
Camerini y el propio Ettore Scola, quien de pequeño, había tenido gran
habilidad para el dibujo, sin olvidarnos, obviamente, de Mario Moniccelli, de Roberto
Rossellini, de Vittorio De Sica ni del gran Michelangelo Antonioni.
Scola pasa revista a
cada momento creativo, busca y trata de explicar los "porque" de lo
"fellinesco". Rememora aquellos paseos nocturnos en el auto de
Federico tratando de abrevar en algo de esas almas desoladas que habitan la
noche (un pintor callejero, una prostituta romana), rescata las escenas de "Nos Habíamos Amado Tanto" donde justamente esta Fellini filmando "La dolce Vita", introduce a Mastroianni
como un autentico alter ego de Federico, y recuerda que él le da el papel de
Giacomo Casanova que el propio Federico le niega en su película. Comprende a
Federico, lo entiende, lo mima, y hasta lo justifica. Lo muestra y lo admira como a un
genio, pero a su vez, deja en claro que semejante genialidad tiene que ver con
la osadía y también por el talento que lo rodeaba.
Película chiquita,
hecha como con retazos, desborda creatividad y está impregnada no solo del
genio de Fellini sino del propio Scola, quien con humildad y como único
sobreviviente de una generación, le rinde homenaje. Cuando todo se acaba con la
muerte del gran Federico, la negación aparece, Federico se escapa en medio del
velorio en Cinecittá, y es entonces cuando Scola se queda solo con los retazos de aquellos
filmes que han hecho historia y nos dice que los grandes nunca mueren porque
permanecen a través de su obra.
Film genial que parece
ser ignorado en Buenos Aires, ha tenido hasta ahora una corta trayectoria que
le ha permitido brillar en los más importantes festivales y hasta tener una
pasada de homenaje en el Moma, el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Absolutamente imperdible para los amantes del cine, y para todos aquellos que
no se conforman con lo seriado.
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