Otra película inglesa multinominada a los premios Oscar de
este año, incluida como mejor película, mejor actor y mejor actriz. Nuevamente,
toda una exageración. No pasa de la medianía del actual cine inglés, muy lejos
de aquel movimiento de los años 50 y principios de los 60 que se denominó el nuevo "Free Cinema", que nos dio directores
tan importantes como Tony Richardson, Lindsay Anderson, Karel Reisz e incluso, algunas obras maestras del terror
como las películas de la Hammer, con Christopher Lee en el papel de Drácula.
Aquel cine estaba vivo, y sus relatos y retratos del proletariado inglés no
solo eran realistas (estos directores abrevaron en el neorrealismo italiano)
sino que también sus historias resultaban interesantes y llenas de emoción.
Obra menor, prolijamente realizada cuya mayor virtud es
contarnos una historia de superación personal en plena adversidad. En ese
aspecto, la película es realmente conmovedora. Su argumento, sencillo, sigue a Stephen
Hawking desde el momento que ingresa al Universidad de Cambridge (paradojal
siendo oriundo de Oxford) en Inglaterra
a mediados de los años 60, cuando concomitantemente contrae una enfermedad
considerada fatal (le diagnostican una esperanza de vida de no más de 2 años).
Hawking es un estudiante brillante de Física, y no obstante los problema que le
provoca su enfermedad, no solo logra graduarse con honores, sino que se
transforma en el físico más influyente de nuestra época, superando cualquier
limite a su esperanza de vida (actualmente vive y tiene 75 años), y revolucionando
las teorías existentes sobre el origen del universo.
Uno de las facetas más interesantes que tiene el film es una
dualidad que presenta Hawkings. Por un lado, es el hombre de ciencia, que como
tal, cree en la física y trata de explicar el origen del universo desde un
punto de vista absolutamente científico. Por otro, la persona enferma, a la que
la medicina le pronostica tan solo 2 años de vida. Allí el científico y el ateo
entran en conflicto. La virtud del film es que toma la dicotomía con humor. En
la ciencia, toda aseveración debe ser demostrada. En la religión, el milagro
simplemente debe ser aceptado como una gracia divina. Hawkings transcurre por
la vida tratando de explicar el origen del universo sin poder explicar su
propia sobrevivencia. Esa cuestión lo
humaniza dándole una carnadura que lo eleva sobre el mero personaje de película.
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