Christian
Petzold es un viejo conocido de estas páginas. En octubre del 2013 habíamos
visto "Bárbara", y ya decíamos que era su obra consagratoria. Ahora
llega Ave Fénix y solo podemos decir que es su obra maestra, un film perfecto.
Petzold es
un director hithcockiano, y dada su naturaleza, no filma si no tiene un guión
de hierro. Pues aquí lo tiene, y no lo desaprovecha. Al contrario, le saca
lustre.
En medio de
la destrucción de Alemania, y pese a las negaciones y humillaciones recibidas,
Nelly Lenz recuperará su cara aunque su cara ya no sea la misma, no aceptará la
seguridad de un viaje como refugiada a la Palestina porque la Palestina no es ni será su patria, y si bien encontrará a
su marido, lo terminará rechazando por traidor, por ser aquel que la delató y la envió a los campos
de concentración. Nelly Lenz, finalmente, se reencontrará a sí misma. Emergerá
con fuerza propia del fondo de las ruinas del Berlín de posguerra. Y en el
final de la película, saldrá erguida caminando hacia la pantalla y se perderá
otra vez en el misterio de la oscuridad de la sala, pero como el Ave Fenix,
habrá renacido de sus propias cenizas. "Phoenix ", la película, es la
historia de la recuperación de una identidad, la de Nelly. Y en las proyecciones que permite hacer el
argumento radica lo más interesante de este film. El problema de la recuperación de identidad de Nelly no es solo la de una persona, sino que es la búsqueda de la identidad
de toda una nación, la de la Alemania destruida por la guerra, la de un pueblo necesitado de levantarse de sus propias ruinas,
las materiales y las morales. Lo que plantea la película es que para reconstruir a Alemania, para que
el país pudiera curarse definitivamente
de su pasado bochornoso, tendrá que
abrirse a todo, a los credos, a las razas, al universalismo que negó el
nacionalsocialismo. Visto de esta manera, el nuevo film de Petzold,
excelentemente narrado y con un discurso claro que emerge como una reflexión
sobre el pasado que permite interpretar los problemas de presente, adquiere una altura y una dimensión que lo
coloca en forma instantánea a nivel de nuevo
clásico.
A esta
altura volver a decir que la actuación de Nina Hoss, la actriz preferida de
Petzold , es extraordinaria, obviamente es repetirnos. No obstante ello, Nina no
hace más que rendir tributo con su actuación a
un film que merece una actuación hegemónica como la ella. Otro acierto
de Petzold es la elección de la banda sonora, que acompaña con un jazz pesado
muy de la época la música de fondo, y sobretodo eligiendo un gran tema de Kurt
Well, como lo es "Low Voice", como
principal tema musical del film.
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