jueves, 12 de marzo de 2015

SUEÑO DE INVIERNO de Nuri Bilge Ceylan




IMÁGENES DE UN PAISAJE INTERIOR

Es difícil ponerse a analizar un film de 3 horas y cuarto que comienza con un actor shakesperiano retirado como hotelero en Capadocia, que se transforma en un personaje chejoviano del "El Jardín de los Cerezos", y termina bordeando al Dostoievski de "Crimen y Castigo", tratando nada menos que de entender su presente. Pero al igual que "El Patrón", comentada días atrás, el film es el derrotero de ese actor que nacido de familia acomodada, que vive de la renta de las propiedades que dejó su padre, y trata de escapar de cualquier modo posible a la necesidad de tomar conciencia social, esa conciencia que nos hace ver cuán dividida esta la sociedad entre ricos y pobres, cuán lejos están los unos de los otros, pero que en el fondo, terminan igualados frente a las inclemencias climáticas, las accidentadas geografías, y especialmente, los sufrimientos del alma y la inexorabilidad de la muerte.

El turco Bilge Ceylan es uno de los grandes maestros de nuestro tiempo. Ha realizado su primer largo en 1997, su filmografía alcanza 7 títulos y puede ser considerado un cineasta del siglo 21. Escribe todas sus obras y se toma prácticamente 3 años entre un film y otro. Casi todos ellos son obras recordables que sin lugar a dudas están llamadas a perdurar en el tiempo. Su cine se basa especialmente en imágenes y sus temas tienen que ver con los tiempos internos, aquéllos de la maduración del ser humano. Generalmente, los personajes de Bilge Ceylan están en una situación de cambio al que les cuesta enfrentar. En "Distancia" (2002)(mi película preferida), el cambio estaba dado por el sentimiento de abandono que experimenta un marido de unos 50 años cuando su mujer decide irse a vivir a Estados Unidos con otro. En "Climas" (2006), es el proceso de separación de una pareja mientras recorren ruinas durante sus vacaciones por Egipto tratando de salvar las ruinas de su propio matrimonio. En "Tres Monos" (2008), es la aceptación de la infidelidad y la posterior e inevitable separación. En "Erase una vez en Anatolia" (2011), el descubrimiento policial de un crimen en una camino rural que sacará a todos, por un momento, de su letargo para que todo vuelva a ser como era. Ahora, en su última película, "Sueño de Invierno" (2014), ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, es una necesaria toma de conciencia que se prolonga indefinidamente.

Si decimos que en "Sueño de Invierno" Bilge Ceylan se toma 3 horas y cuarto para contar su historia es porque, sin lugar a dudas, estamos frente a un escritor / director detallista e interesado en poder penetrar el alma de sus personajes. Y si la acción transcurre en Capadocia, no es solo por la belleza del paisaje, sino por esas fisonomías cavernosas del lugar que asimilan perfectamente a los lugares de la mente humana por donde transita todo su relato. El film de Ceylan es un viaje hacia la interioridad de un personaje: Aydin, magníficamente interpretado por Haluk Bilginer, un actor turco graduado en el Conservatorio Estatal de Ankara, con dilatada carrera teatral en los escenarios de Londres, que será el ejemplo perfecto del egocentrismo.

En el comienzo mismo, Aydin intuye que algo anda mal en su vida. Uno de sus inquilinos no está pagando su renta. Acompañado de su secretario, va a la casa del inquilino. En el trayecto, un niño (el hijo del inquilino), arroja una piedra contra el vehículo y rompe la ventanilla a cuyo lado él va sentado. El Secretario baja del auto, busca al niño y lo lleva a su casa. Allí, cuando el padre intenta reprender a su hijo, explota el primer signo de una violencia social contenida que permanecerá así, al borde del estallido, durante toda la película porque básicamente en el film nadie tiene la capacidad de rebelarse. No la tiene Aydin ni en ningún otro personaje de la película. Parecería que las presiones interiores son un statu-quo al borde del estallido en la Capadocia de Bilge Ceylan.

Aydín trata de vivir una vida bucólica ensimismado en sus recuerdos, sus libros, sus artículos para el diario local, y sobre todo, en su idea de escribir una historia del teatro turco. Acompañado por su joven esposa, su hermana, su secretario y los pocos pasajeros del hotel que está entrando en la temporada baja, la del frío invierno, vive un ostracismo del cual será sacado por la casualidad del contacto humano y eso lo llevará a una crisis matrimonial a la que eludirá volviendo a esconderse en si mismo. Aydin es la persona cuyo contacto con los demás solo es buscado para su propia satisfacción, aquello que permita que lo dejen tranquilo, que no lo molesten. Sucesivamente ocurrirán hechos que lo sacarán de su eje, pero Aydin volverá una y otra vez a su statu-quo. Un pasajero errante querrá cabalgar uno de los famosos caballos turcos. Aydín no tiene ninguno, en consecuencia, saldrá al campo con su gente a buscar un caballo salvaje. La escena es majestuosa. Aydin enlazará un caballo y lo llevará a su hacienda, pero será incapaz de domesticarlo, y lo terminará liberando para que vuelva a la manada. Una vez más, no se hará cargo.

Más tarde, en una fría noche, conversará con su hermana, una mujer unos años menor que él, pero cargada de frustración por su reciente divorcio. Ella, asumiendo la condición de su propio cambio, será la principal inductora de la crisis de Aydín al cuestionarle su vida, su matrimonio, y sobre todo, el mínimo alcance de sus escritos. Algunas noches después , en ocasión que su esposa organice una reunión de caridad con el profesor de música del colegio del pueblo, Aydín sentirá celos al no ser partícipe de la reunión, y estallará su crisis. Intentará controlar a su mujer tratando de inmiscuirse en las cuentas de la beneficencia y queriéndola convencer que ese dinero que recolecta será un problema innecesario para ella en caso que lo pierda o se lo roben. Su mujer ignora sus palabras y la califica de meros pretextos para no dejarla ser ella misma. Como consecuencia de ello, su matrimonio se sumergirá en una crisis y Aydín amenazará separarse de su mujer e intentará viajar a Estambul, un lugar pretexto al que nunca llegará porque ni quiere irse ni quiere salir de la posición cómoda que ostenta. Vagará por los cerros nevados de Capadocia, y terminará en casa de un amigo, donde también está el profesor de música de su esposa, donde todos borrachos, cuestionarán en típica charla de mamados, la comodidad de esa existencia abúlica sin sacar conclusión alguna.

Su mujer, Nihal, repentinamente, acudirá a la casa de los hermanos inquilinos de su marido y en una escena cargada de sorda violencia, le entregará una muy importante suma de dinero a uno de los hermanos. Cuando llegue el otro, verá el dinero sobre la mesa, lo tomará y lo arrojará al fuego. Nihal desespera por falta de entendimiento. El absurdo se apodera de la situación, pero también aflora la honra. No todo se compra con dinero.

La vuelta al hogar de Aydin será como la vuelta de un recreo de colegio. Nada habrá cambiado ni nada cambiará. La confesión final a su mujer, diciéndole lo mucho que quiere y necesita, es el grito desesperado de una imposibilidad de cambio. Aydín solo renovará sus votos de buen marido para poder seguir tranquilo con su vida, su mujer, su hermana, sus sirvientes, su hotel y sus escritos, solo que ahora está decidido a escribir la obra que lo desvela, la "Historia del Teatro Turco".

Película sobre la insatisfacción del individuo y la incapacidad de rebelarse, magistralmente narrada por Nuri Bilge Ceylan (tanto su dramaturgia como su puesta en escena son excelentes) , desesperanzada en su negación del cambio, pero extremadamente lucida en la descripción de ese statu-quo que lo frena todo como consecuencia de vivir en la comodidad del acostumbramiento y la falta de oportunidades, deja no obstante una pequeña puerta abierta al futuro en esa página en blanco final donde Aydin comienza finalmente a escribir el titulo de su obra más soñada.

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