sábado, 27 de junio de 2015

LA PATOTA de Santiago Mitre

SOBRE PATOTAS Y OTROS DEMONIOS

                                                  

L
Protagonizada por Dolores Fonzi y Oscar Martinez, la nueva versión de La Patota no resiste más allá de la excelente primera escena del film. Es que en esa escena se plantea un sinfín de cuestiones sociales, incluso  temas generacionales, entre una hija abogada graduada con honores en la Universidad de Buenos Aires y un padre, abogado también, que ha llegado a ser juez en la Provincia de Misiones. Es el retorno de esta muchacha a su pueblo que vuelve para contarle a su padre que ha decidido dejar una Maestría en Derecho para dedicarse a un proyecto de Asistencia Social Educativa en el interior de su provincia que, entiende, es la única forma que ve para poder cambiar la injusticia social en que se vive en dicho lugar. Obviamente el Padre, ante tal proyecto, lo primero que observa es el desmoronamiento de su propio sueño clase media, el de "mi hijo, el doctor",  pero también sacude toda la estructura de su pensamiento, aquel cuyo convencimiento está en que el cambio se produce de arriba hacia abajo como consecuencia y funcionamiento de un orden político, legislativo y judicial que se encolumna  en torno a los derechos básicos del individuo heredado de los principios de la Revolución Francesa de Igualdad, Libertad y Fraternidad. En consecuencia la discusión entre padre e hija deriva a un cuestionamiento de tipo generacional que pone al Juez no solo frente a la cruda realidad de un estado social calamitoso, sino que casi logra convencerlo para que le dé su apoyo a su proyecto. Esa discusión es lo mejor de la película, que de allí en más, comienza a desbarrancarse sin poder salir de la obviedad.

Lo primero que cuesta entender es porqué Santiago Mitre adaptó el buen guión original que escribió Eduardo Borrás a fines de los 50 y que finalmente rodó Daniel Tinayre en 1960 con el protagónico de Mirta Legrand, y que con el tiempo se fuera transformando en una de las mejores  películas  de la historia del cine argentino y de la famosa década de 60 en particular.
Si bien ambas "Patotas" tienen en común un hilo argumental y un tema principal importante que es "el sentimiento de culpa", los que las hace completamente diferentes es el lugar donde transcurre la historia y sobre todo, el tipo de culpa que trata.

En La Patota original, la acción transcurría en la Capital Federal  y en un barrio de conurbano bonaerense. Hasta allí llegaba Paulina Vidal Ugarte, una joven de clase media acomodada, católica practicante, recién graduada en Filosofía y Letras, a dar clases de Literatura un grupo de alumnos de una escuela secundaria. Una noche, Paulina sale de Colegio, camina unas cuadras hacia la estación de trenes, y es violada al pasar por un galpón por una patota, al ser confundida con una prostituta del lugar.

Lo que sigue después es un sordo enfrentamiento entre padre e hija, dado que Paulina , de fuerte convicción católica, decide volver a su colegio para continuar dando sus clases. Allí comienza a generar el respeto de sus alumnos. Y al tomar una prueba, uno de sus alumnos, escribe su confesión como partícipe del hecho. De allí en más, el film continuará con un discurso que cierra perfectamente el circulo de "pecado, culpa, arrepentimiento, confesión, y perdón".

Dos notas adicionales sobre aquel primer film. 1. Consagra a Mirta Legrand como actriz dramática. 2. Daniel Tinayre se muestra como el gran director que fue, en la plenitud de sus facultades narrativas, con una gran fluidez cinematográfica, con mucha influencia de la novelle vague y  con una estupenda utilización del flash back como recurso narrativo.

En la nueva Patota, Santiago Mitre sigue su discurso como puede, con mucha dificultad y poca claridad, confundido. Utiliza, con menos fluidez narrativa, el flash back, y la película se lee con una mayor linealidad que paradojamente no la lleva a una mayor claridad expositiva. La violación de Paulina transcurre en primer plano, y la confusión sobre el sujeto violado no parece tal porque en la nueva patota ya no hay homogeneidad social. Cercana a la triple frontera, los alumnos que concurren a la escuela rural ya no parecen misioneros, mucho menos argentinos,  sino los habitantes de una babel fronteriza. Desde la llegada misma de Paulina a la escuela, la hostilidad hacia ella será intensa  y el primitivismo de los personajes incluso hace pensar que la violación no solo es posible sino también que es un  acto de castigo social dentro de un marco de referencia al que no le es absolutamente ajeno.

Cuando alguien delata a los agresores frente a Paulina, Paulina no acudirá al perdón para la propia liberación de su pena sino que sentirá culpa, como si se hiciera cargo de una culpabilidad social que provoca ese estado de injusticia social en medio de la selva misionera. Es la misma culpa de la que habla y quiere hace sentir  a su padre al comienzo de la película. Solo que acá ya no habrá arrepentimiento ni perdón. Quedará la propia soledad de Paulina en un ámbito que le es hostil, y que siempre le será así dado que no es su ámbito natural. Paulina no es más que una pretenciosa joven de clase media que quiere imponer su "progresismo" en un medio diferente al suyo.  En el fondo, Paulina es una colonizadora, una especie de conquistadora civil, alguien que en nombre de la injusticia social quiere cambiar un estado de las cosas que le es ajeno y transformarlo sin pedir permiso a nadie, y en consecuencia, encuentra resistencias. Acaso tenemos el derecho de obrar en nombre de una supuesta civilización frente a otras culturas de vida?

Santiago Mitre ganó fama como guionista y realizador en los circuitos marginales de distribución con una película realmente extraordinaria que se llamó "El Estudiante" hace 4 años atrás. En ella contaba la historia de un muchacho que venía del interior a estudiar en Buenos Aires y por 3ra vez comenzaba una carrera universitaria. Esta vez se metía en Filosofía y Letras y se convertía en un activista político laburando en el Centro de Estudiantes. En aquella película, la metamorfosis y adaptación del personaje era fenomenal. El medio era distinto y el personaje era el que quería su propio cambio. En La Patota, esa premisa no le cabe a Paulina. Le es ajena por completo. El medio le es hostil y nunca podrá ser su medio. Transformar un medio que nos es hostil difícilmente se logre por el camino de la persuasión y la politica sino más bien por el de la conquista. En ello radica el mayor error de Mitre y de la nueva Patota.


Correcta en las actuaciones y sobre todo en los rubros técnicos,  el problema de La Patota no  es solo el de la adaptación de su guión. El problema principal pasa por el tono acusatorio de Paulina, que no solo parece dirigido a su padre sino a la platea toda. Ella, con su falso progresismo no parece darse cuenta que la igualdad es tan solo un derecho fundamental cuyo ejercicio es posible con tal solo respetar la ley que lo contiene.

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