lunes, 29 de junio de 2015

WOMAN IN GOLD de Simon Curtis





LA REAFIRMACIÓN DE LA IDENTIDAD

Esta es una de esas películas que uno va al cine a ver sin muchas expectativas y se encuentra sorpresivamente con una historia interesante y bien contada. Reconozco haber subestimado esta película que me encontré casi de casualidad en cartelera sin tener  ningún conocimiento previo de ella. Pero sin duda fue el carisma de su intérprete, Helen Mirren, una estupenda actriz inglesa, la que me atrajo a verla, sobretodo porque  ella  es una de esas actrices que me gustaría  ver actuar personalmente  en el teatro dado que su capacidad interpretativa es tal que aún en el cine son capaces de componer un personaje.

Y este es el caso que nos ocupa. La Mirren interpreta aquí a María Altmann, una mujer judía que ha logrado escapar del nazismo y de  su Viena natal en el comienzo mismo de la 2da Guerra Mundial y se ha exiliado en los Estados Unidos. La acción comienza en 1998 cuando muere la hermana de María y ella se queda completamente sola . Ha llevado una buena vida como inmigrante y aun conserva en su ingles parte del acento de su alemán natal. Viuda, vive tranquilamente,   en la ciudad de  Los Ángeles y se dedica a atender su propia tienda de ropa para damas cuando se entera que el Gobierno austriaco ha sancionado una ley de reparación de bienes a las víctimas del Holocausto ocurrido 40 años atrás.

A raíz de ello, María  busca entre sus recuerdos y aparece uno muy importante. Es el cuadro de su Tía Adele que ha posado nada menos que para el pintor austriaco más famosos: Gustav Klimt. Ese cuadro se encuentra en el famoso Museo Belvedere de Viena y forma parte del patrimonio cultural austriaco, después de haber sido confiscado a la familia Altmann por las fuerzas nazis operantes en la Austria de 1940. La película se transforma entonces en la larga lucha judicial por la tenencia de dicho cuadro, y algunas otras obras más que formaban parte del patrimonio cultural de esta familia.
Uno podría pensar que se trata de una película más sobe un juicio. Pero no es así. Ayudada por el hijo abogado de una amiga, María regresa por primera vez en 40 años  a Viena, y no solo se enfrentará con el gobierno de Austria sino con sus propios recuerdos y fantasmas, sus afectos perdidos, las amigos que ya no están, y la negativa del gobierno a devolver algo que consideran patrimonio cultural de la nación. Consecuencia de ello inicia una serie de juicios, tanto en Austria como en Estados Unidos  que no solo darán lugar a reparaciones  pecuniarias y restitución de bienes sino también generarán cuestiones de jurisprudencia de valor internacional.

El abogado patrocinante de María es Randol Schoenberg, si bien judío, es sobre todo el  nieto de dos famosos compositores austriacos: Arnold Schoenberg y Eric Zeiisl. La música de sus abuelos es el orgullo que arrastra Randy . Para él holocausto ha sido una tragedia ocurrida en el pasado pero que poco o nada ha influido en su vida, dado que ha nacido y criado en Los Ángeles como un típico muchacho de clase media judía americana en pleno esplendor del "american way o life". Su relación con María es meramente profesional. Él la alienta a realizar el juicio porque sobretodo, es consciente que de ganar cobrará una fortuna en honorarios. Además, está a punto de ser padre. Pero cuando inicia el viaje con María y comienza a acompañarla en esa entrada al pasado, comienza a descubrir su propias raíces judías y empieza a sentir una transformación que ya no lo hará trabajar solamente por dinero sino que lo hará en función de una cruzada que tiene que ver también con la recuperación y el respeto de su propia identidad.

En la búsqueda de esas raíces es donde el film encuentra sus mayores méritos, en esa descripción de un viaje hacia el interior de si mismos, el rescate de una identidad que tiene ver más allá de lo que la persona es sino también con lo que la persona tiene y ha logrado tener en la vida. Un rescate que cuestiona la controversia del "ser ó tener", derivándola hacia un materialismo más trascendente que acepta el  "el ser y el tener" como una unidad indisoluble .  Bajo este punto de vista, la película se transforma en un extraordinario alegato sobre el derecho de propiedad, colocándolo al mismo nivel de los fundamentales derechos de libertad e igualdad ante la ley. Pero el discurso llega aún más lejos, considerando el derecho a respetar una identidad y la necesidad de protección de esa identidad.

Simon Curtis, director cuya larga carrera se desarrolla fundamentalmente en  televisión,  que en 2011 había presentado la muy interesante "Una Semana con Marylin" regresa al cine con esta pequeña joyita que es "Woman in Gold", película muy prolija, extraordinariamente actuada por la Mirren, que se transforma en un canto a la vida después de haber recorrido el horror y el dolor del  nazismo, y haber logrado el reconocimiento pecuniario y la devolución de la tenencia de obras de arte de un valor incalculable a quienes han sido sus verdadero s propietarios antes del holocausto. No obstante, siempre queda  la duda de si todas las reparaciones e indemnizaciones recibidas por las víctimas o familiares de ellas pueden reparar tanto dolor causado, y cabe preguntarse porque en nombre de un movimiento político la ciudadanía deja convertirse en masa, apoyando y transformándose en medio que permite  el desarrollo de matanzas que determinan holocaustos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario