viernes, 18 de septiembre de 2015

LABERINTO DE MENTIRAS de Giulio Ricciarelli

LA VERDAD QUE ENLOQUECE



A fines de los años 50, la joven Alemania Federal  trataba de reconstruirse consolidándose politica, económica y socialmente de la devastadora derrota sufrida durante la 2da Guerra Mundial que había finalizado en 1945. No obstante aquéllos esfuerzos, y más allá de los Juicios de Núremberg y otras reparaciones realizadas, un tema crucial acechaba escondido en las sombras de la historia, una de esas cuestiones de las que "mejor no se habla", aquello que deja a la luz que una máquina perfecta de matar como la que se montó en los campos de concentración de Alemania, Checoslovaquia y Polonia, no hubiera podido funcionar solo como consecuencia de una rígida disciplina militar sino por la necesaria participación de  cientos de miles de ciudadanos  enrolados voluntariamente a las filas por el hecho de simpatizar con el régimen y sus objetivos.

El Colaboracionismo, típica especie de los populismos, aparece forma de obtener algo a cambio en medio de la escasez y la miseria de las guerras. Aquélla gente que no ha obrado por amor a la patria, sino empujados por intereses,  odio y prejuicios de clase y de raza. Esa gente también ha sido cómplice de los atropellos a las libertades y las masacres cometidas. Sin embargo, en la Alemania de fines de los 50,  esa gente había sido ignorada,  continuaba libremente su vida, gozaban de trabajos remunerados, y hasta eran miembros influyentes en la comunidad que los contenía. El colaboracionismo nunca había sido juzgado.

Es en ese momento de cambio, cuando la sociedad da cuenta que el esfuerzo realizado esta dejando de lado algo fundamental que hace a la esencia de toda sociedad: la Justicia. Una justicia necesaria para igualar el juzgamiento de responsabilidades. Pero acaso, sabían cómo hacerla? Implicaba reabrir viejas heridas que parecían estar cicatrizando. A su vez, se instalaba la duda que en medio de la reconstrucción volvían a filtrarse indeseables del pasado.

Algo parecido a lo ocurrido en la Argentina de nuestra última dictadura militar. Por primera vez en la historia, a mediados de los 80, el Dr. Ricardo Alfonsín, presidente electo de la Nación, dio comienzo un juicio contra las graves violaciones cometidas en materia de derechos humanos por las Juntas Militares que nos gobernaron durante los años 70. Se dictaron sentencias, los miembros de las juntas fueron encarcelados. Años más tarde, el Gobierno del Dr. Menem dictó un Indulto que abarcó tanto a  miembros de las fuerzas armadas como a partidarios de las organizaciones subversivas que habían actuado en el país. Posteriormente, el Presidente Kirchner reabrió los juicios por la Memoria, la Verdad y la Justica contra aquéllos y otros militares que habían cometido crímenes durante los 70. No obstante ello, no se ha hecho  justicia plena. Cientos de subversivos que han realizado actos terroristas a diestra y siniestra a lo largo y a lo ancho del país están libres de culpa y cargo sin haber terminado de pagar sus deudas con la sociedad.

Pero más allá de estos juicios y militancias, cabe preguntarse cuál ha sido el rol de la civilidad durante aquellas dictaduras. Pudieron llevarse adelante aquellas atrocidades sin la necesaria participación de civiles? Estas cuestiones son heridas aún abiertas. Podrá el tiempo curarlas? Podrá nacer de estas ignorancias un país más justo y más próspero? Acaso somos todos culpables? Había alguna posibilidad de neutralidad?

"Laberinto de Mentiras" transita estos temas. Sus personajes son jóvenes idealistas, abogados, periodistas, fiscales y jueces que han transitado necesariamente la época del nazismo y que, ahora,  se topan sorpresivamente con la verdad y se dan cuenta que quedan perdidos en medio de ese laberinto que forma el afán de justicia con los intereses nacionales de un país que marcha hacia adelante y se niega a volver, siquiera a mirar, atrás. No obstante aparece un orgullo por la verdad que deja abierta una puerta. Ella conducirá a los crímenes cometidos en Auswicht y a 2 jerarcas alemanes escapados hacia Argentina hacia fines de la guerra: Rudolf Eichmann y Joseph Mengele. En 1963, Eichman será detenido, clandestinamente,  por el Mossad israelí en Argentina, conducido y juzgado en Israel, y sentenciado a muerte. Mengele, por el contrario, permanecerá prófugo toda su vida y  morirá a fines de los 70 en Paraguay, en un accidente automovilístico. Finalmente, la Corte Alemana juzgará no menos de 30 militares que prestaron servicios en  los campos de concentración de Auswicht, cometiendo crímenes de lesa humanidad. Un pequeño paso para la justicia de guerra pero un gran paso para la historia de la humanidad. No obstante, otra vez la historia nos encontró del lado equivocado de la historia, protegiendo como país a criminales de guerra.


Film entretenido, bien hecho, equilibrado habla bien de las capacidades de su director Giulio Ricciarelli y de su co-guionista Elizabeth Bartel, ambos poco conocidos pero con evidentes capacidades narrativas, han sabido hincar profundo en el sentimiento alemán (el director es italiano)y exponer con claridad las cuestiones que señalamos en la nota. Película para la reflexión, nos expone y nos desnuda frente a una verdad que enloquece. Siguen entre nosotros los corruptos y los genocidas? Quiénes son? Dónde están? Porqué no los podemos encontrar? Poqué no los podemos juzgar?

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