"QUÉ QUIEREN QUE HAGA SI SOLO SE HACER CINE?"
Jafar
Panahi viene sufriendo cárceles desde 2009, cuando el gobierno de Mahmud
Ahmadineyad, lo detuvo junto con
su esposa, hija, y 15 amigos acusándolo de hacer propaganda contra el gobierno
iraní. En mayo de 2010 salió en libertad bajo fianza y en diciembre fue condenado a una prisión de 6 años y una
prohibición de 20 años para dirigir películas, escribir guiones, dar
entrevistas y salir del país. Las elecciones iraníes de 2013 provocaron un
cambio de gobierno que trajo aparejado una distención de la politica, al
hacerse cargo del gobierno Hasán Rouhani, generando un gobierno menos
radicalizado que permitió a Jafar Panahi cumplir su condena en forma
domiciliaria. No obstante, Panahi ha continuado desafiando al régimen que
coarta su libertad individual y ha hecho 3 películas, la última de las cuales es la que aquí
comentamos y que se estrenó esta semana en Buenos Aires en los circuitos de
cine arte, despertando interés y admiración .
Taxi es un viaje de hora y media por las calles céntricas y
barrios acomodado de Teherán, donde Panahi es el taxista, y en su recorrido
levanta pasajeros diversos, todos emergentes de esa misma realidad. Panahi
maneja a sus anchas, algunas veces reconocido y otras ignorado. Pero lo que tiene su película, filmada con
una cámara fotográfica y un celular, es que ha plasmado un momento de su vida,
aquel en el que ha desafiado su cautiverio disfrazado de taxista, ha salido a
la calle, y sobre todo, se ha expresado mediante un hecho cinematográfico,
realizando, no solo un desafío, sino también un canto a la libertad del
individuo.
El desafío cinematográfico pasa también por habilidades fotográficas.
Coloca una cámara en el espejo del auto que permite enfocar a los pasajeros que
levanta, y en otras circunstancias, le pide a quien se siente a su lado, que lo
enfoque o enfoque a quien viaja detrás de él. El primer pasajero, después de realizar
su trayecto, declara que es un ladrón. Previamente ha discutido con una pasajera
del asiento de atrás acerca de la brutalidad de las penas. De ello resulta que
la pasajera tiene ideas más liberales que las del propio ladrón, que asume que
los ladrones deben ser severamente castigados incluso con la muerte. Está claro
que Panahi plantea, desde el inicio mismo de su viaje por Teherán, que en Irán
hay mucho por discutir sobre la justicia y la libertad. El segundo pasajero resulta
conocer a Panahi. Es su proveedor de videos clandestinos de su hija, que con
toda autoridad opina de las bondades del cine turco de Neri Bilge Ceilan y del
coreano Kim ki-Duk, a la vez que muestra su desinterés por el cine americano dando
señales claras de sus actuales preferencia cinematográficas, pero sobretodo,
dejando en claro que determinado cine solo se ve en la clandestinidad. Más
tarde, Panahi levanta a un accidentado, acompañado por su mujer, que, al ver la
cámara y sintiéndose cerca de su muerte, aprovecha para hacer su legado en forma cinematográfica, y de paso
muestra la ineficiencia actual de la salud pública en Teherán. Después, la
mujer insistirá varias veces telefónicamente para que Panahi le pase una copia
del legado de manera tal que ella pueda demostrar su derecho a la herencia. Otra vez aparecerá el rol secundario de la mujer
en esta sociedad y su necesidad de poder hacer valer el derecho sobre lo que le
corresponde. Más tarde, suben al taxi un par de hermanas que van a una mezquita
a orar y dejar una ofrenda floral, constituyendo un pequeño fresco de las
costumbres ancestrales que permanecen vigentes en el país. Finalmente, subirá
al taxi su pequeña sobrina de 8 o 9 años, quien como trabajo escolar, debe
hacer una película casera. Admiradora de su Tío, la pequeña cuestiona las
indicaciones de la maestra (esas indicaciones son el respeto por casi todas las
represiones del régimen) y repasa las recetas del tío: tener una historia, contarla con sencillez,
cuidar los encuadres, no distraerse en
banalidades. Toda una declaración de principios cinematográficos.
Taxi es una película muy pequeña pero muy grande a la
vez. Hecha con muy poca plata, filmada clandestinamente con una Cam Corder y un
celular, montada en una computadora, prácticamente carente de títulos de presentación
y reconocimientos, es cine en su estado más puro. Conceptualmente,
representa un desafío a un régimen político
que no respeta la libertad de expresión, y a su vez, es una reinvindicación
sobre la vigencia del cine como forma de expresión y comunicación, más allá de las
modas, del negocio, y de los fenómenos taquilleros. Taxi se vuelve grande en la
pantalla porque devuelve al cine en su esencia, el poder de la imagen y del
sonido, la obra de un cineasta condenado por pensar diferente que le contesta
al régimen que gobierna a su país con la única forma que sabe: Haciendo Cine.
"Taxi" es un
grito de libertad y una profunda reflexión sobre el cine.
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