miércoles, 18 de noviembre de 2015

THE MARTIAN de Ridley Scott


LA RESURRECCIÓN DE MARK WATNEY

Cabe preguntarse porque ha gustado tanto esta simple película de Ridley Scott. Y la respuesta es muy sencilla. Simplemente porque es una película positiva, a tal punto que, y salvando las distancias, el optimismo del protagonista tiene algo de aquellas notables caracterizaciones de Jimmy Stewart para el maestro Frank Capra en películas tales como "Qué Bello es Vivir" o "Caballero sin Espada". Y ese optimismo salta de la pantalla y alcanza al espectador.

Es que ni bien se inicia la película, un grupo de astronautas está realizando tareas de investigación en una planicie de Marte cuando se desata un feroz tormenta de polvo. La NASA da la orden de una inmediata evacuación del lugar, pero ocurre un pequeño accidente en el que la tripulación da por perdido a Mark Watney, uno de los astronautas. La misión, entonces,  inicia su retorno a la Tierra dejando el cuerpo inerte del astronauta en Marte. Pero pasada la tormenta, observamos que Watney está vivo, reacciona de los golpes recibido, cura sus heridas, asume que ha quedado solo, regresa a la estación marciana, ordena el lugar, y calcula que en ese estado tiene una capacidad de sobrevivencia de no más de 180 días. Watney es un científico, un especialista en ciencias botánicas, y como diría Spielberg, sabe que la vida busca a la vida. Allí comenzará la verdadera aventura. Pondrá toda su inteligencia al servicio de su supervivencia. Pero la pregunta es:  podrá sobrevivir el astronauta al aislamiento de Marte?

Nada mejor que para el papel de Mark Watney se haya elegido a un actor como Matt Damon, dotado tanto para la comedia como para el drama o el héroe de acción. En The Martian se sintetizan toda estas posibilidades en forma natural para encarnar al héroe. Más allá del buen guión, mucho le debe la película a la gran actuación de Damon, a su gran naturalidad para interpretar algo que de por sí parece más una pesadilla que una realidad, y que él resuelve como el gran comediante que es, bien dirigido por Scott,  en tono de comedia ligera.

Pero, claro, también está la infinita capacidad narrativa de Scott, esta vez basado en un buen guión de Drew Goddard sobre un libro de Andy Weir, que pone el resto. Watney, más que un astronauta es una pequeña computadora hecha hombre. El tipo tiene un razonamiento implacable, y un vasto conocimiento científico. Pero el guión y la habilidad de Scott, lo humanizan de tal manera que la película cobra vida a partir de la tediosa situación, y comienza a transformarse en una oda a la esperanza de vivir. Scott hace todo interesante, desde explicar los esfuerzos científico orientados a la sobrevivencia hasta pequeñas situaciones triviales como la música disco, típica de los 80, que ha dejado la comandante de la nave y que para Watney es un tedio pero es lo único que lo ata a una sensación vital fuera de la amenaza de muerte permanente por la que está pasando. Paradójicamente, odia esa música, pero ese odio lo humaniza dado que la música grabada es el único elemento que le permite expresar un sentimiento. Todo lo demás lo lleva al superhéroe, o mejor dicho, al superhombre en que se está transformando.

Transcurrida la primera mitad de la película, la esperanza comienza a crecer y la aventura se reinstala en el relato. Watney logrará contacto con la Tierra, y ahora la NASA tendrá que tomar una decisión. O abandonar a Watney en Marte condenándolo a una muerte segura, o tendrá que ir a rescatarlo en una misión cuya duración puede demandar más tiempo que el tiempo de sobrevivencia que el astronauta tiene calculado en Marte. Allí , claramente, comienza otra película.  Si la primera parte se emparenta con los héroes individuales del cine clásico americano, la segunda parte se identifica con la gesta colectiva. Una organización entera al servicio del rescate de un hombre, y la película termina apasionando.


Los hermanos Scott (Ridley y Tony, ya fallecido) conformaron una dupla de productores y realizadores con caminos diferentes. El camino de Ridley fue el cine culto, donde los mayores esfuerzos eran puestos en la cuestiones estéticas (Alíen y Blade Runner son prueba de ello). Tony, en cambio, fue un director de cine de acción. El Ansia, Romance Peligroso, Imparable son muestras de su talento.  Sus películas eran, sobre todo, entretenidas. Ese cine, Tony sabía hacerlo muy bien.  En "El Marciano" Ridley parece rendirle tributo a Tony sin renunciar a su sentido estético. Marte da espacios ideales para cierto cuadros surrealistas.  Y la trama, va de menor a mayor buscando siempre el entretenimiento. Por ello, su nuevo héroe, paradójicamente se emparenta con Thelma y Louise. En ambas películas, los protagonistas  buscan un nuevo destino tratando de escapar de una situación desesperante. Por eso, el desierto rojo de Marte, la inmensidad del espacio exterior, son usadas por Ridley en función de la aventura humana que relata. Y esa aventura cobra vida a medida que avanza el relato llevando a El Marciano desde los primeros cuestionamiento metafísicos de "2001" hacia la aventura de "Perdidos en el Espacio" o la más reciente "Gravedad".

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