viernes, 18 de diciembre de 2015

GETT. EL DIVORCIO DE VIVIANE AMSALEM de Ronit y Shlomi Elkabetz

RELIGIÓN, LEY Y LIBERTAD


Estupenda coproducción entre Israel, Francia y Alemania que recrea con lujo de detalles el minucioso proceso de un divorcio religioso. Viviane y Elisha Amsalem son un matrimonio que llevan 3 años separados. Viviane ha abandonado su casa y ha decidido ir a vivir con su hermana. Ha comenzado los trámites de divorcio ante el rabinato de su jurisdicción y son llamados, junto a su marido y abogados religiosos, para explicar la causas por las cuales quieren romper el contrato matrimonial.

La película se concentra en esas 4 paredes a través de una sucesión de sesiones que llevan aproximadamente 3 años de sus vidas. Son llamados a audiencia una vez cada 2 o 3 meses. La duración de la audiencia es variable. Puede durar minutos como un par de horas. El problema es radical: Viviane quiere el divorcio pero no así Elisha. Ya llevan separados dos años y todo indica que ese matrimonio en la realidad se ha roto. No obstante, la posición de Elisha es monolítica. Su no es rotundo. Cada sesión es una vuelta de tuerca sobretodo los aspectos que ha transitado la pareja durante su matrimonio y ahora, en su separación. Tanto a los rabinos, como a los mismo testigos, les cuesta entender tanto la separación de Viviane como la rotunda negación de Elisha a otorgar el divorcio.

 El film se inscribe en una línea cruda, testimonial, lejos de todo artificio. La puesta es ascética, transcurre toda entre las 4 paredes del tribunal. Lo mismo se puede decir del elenco. No hay actuaciones descollantes sino una homegeidad actoral al servicio de una puesta en escena que tiene una precisión de relojería que ni por un instante busca aire. Todo es una situación de encierro, ese mismo encierro del cual no pueden salir los participantes. Ese encierro no es otro que el que siente la protagonista principal, pero tampoco es muy distinto al encierro que representa la posición de su marido ni la de los miembros del Tribunal. La posición de Elisha es clara. Para él su matrimonio es una posesión, una propiedad.  

Gett, palabra hebrea que significa divorcio, expresa una división, incluso una salida. Pero tanto los miembros de la pareja, como los propios miembros del Tribunal, parece vivir asfixiados por las tradiciones y las leyes religiosas. Todos viven sometidos y son incapaces de transgredir o desviarse de lo prescrito por la ley para llegar a la solución del conflicto. En Gett no existe negociación. Ni siquiera los testigos, si bien imparciales, se alejan de las leyes y tradiciones religiosas. Sus declaraciones y testimonios se realizan siempre en el marco de la corrección política, en este caso, la corrección religiosa.

La austeridad y la rigurosidad de la puesta en escena son factores esenciales para el éxito de esta notable película del matrimonio Elkabetz, directores y guionistas de la película, además de que Ronit Elkabetz interpreta magníficamente el rol de Viviane. Su film no muestra fisuras, es despojado de todo elemento que pudiera distraer y se concentra en el drama humano emergente de la profesión de fuertes principios de vida, aquellos capaces de colisionar con nuestros derechos elementales como el de la libertad. "Gett" es una cruel paradoja donde el destino de los hombres esta signado por una creencia, por una religión cuya práctica y respeto normativo coarta el derecho más elemental de la vida moderna, o sea, la libertad del individuo a elegir libremente el destino de su vida.

"Gett" es una de esas películas que, lamentablemente cada vez más infrecuentes, tienen la capacidad de cuestionar y hacernos pensar. Es imposible salir del cine y no dejar de pensar en lo que uno acaba de ver. Es un film provocativo desde lo humano porque cuestiona, con profundo respeto y honestidad, una creencia religiosa. Nos pregunta sin preguntar, hasta donde debemos condicionar, hasta qué punto debemos llegar con nuestras creencias sin sacrificar nuestra libertad. Y tal vez vaya, incluso, más allá. Hasta que punto podemos agredir a los demás, hacer daño a los demás en función de nuestra creencia.

Nos hace reflexionar también sobre la necesidad de actualizar las leyes que nos rigen. Revisar tanto nuestros derechos como nuestras obligaciones. Debemos pensar que vivimos en un mundo dinámico, cambiante. Esa dinámica modifica nuestros hábitos y costumbres. Y eso crea la necesidad de actualizar nuestras instituciones. Es un tema delicado. La película no hace más que reflejar una realidad. Somos nosotros, los hombres, quienes no debemos ignorar los problemas y buscar las soluciones.


Como película, "Geet. El Divorcio de Viviane Anselet" puede tornarse algo larga y reiterativa. Dura casi 2 horas. Pero no hace más que reflejar la realidad de lo que está tratando, ello es un largo y complejo proceso judicial. Un proceso que encierra y asfixia a sus participantes. El film es fiel a si mismo, y con ello busca que el espectador sienta y se identifique con esa pesadilla en forma de proceso que ignora la necesidad humana frente a la prevalencia de una ley. Su mayor virtud es que yendo de lo particular a lo general, se transforma en una gran canto a favor de la libertad del individuo.

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