viernes, 25 de marzo de 2016

100 AÑOS DE PERDON de Daniel Carpasoro


EL QUE LE ROBA A UN LADRÓN….

Absolutamente entretenida, pero extremadamente vueltera, agota con sus convencionalismo a media hora de iniciada. Gastronómicamente, sería una especie de salpicón de ave inspirado en en las clásicas películas sobre robos vistas mil veces, desde "Rifii" a "Inside Man" pasando por "Siete Hombres de Oro", y que conforman todo un subgénero del policial en el cine americano. Finalmente, dado que es una co-producción argentino-española, su mayor vuelta de tuerca es un giro inesperado relacionado con la corrupción imperante y delitos investigados a nivel de gobierno de ambos países. Nada nuevo, y obviamente, una película previsible.

Lamentablemente, y desde su aspecto político, utiliza los caballitos de batalla de algunos populismos citando a aquellos que sostienen que quién roba a un ladrón tiene 100 años de perdón. Una lamentable inducción a la confusión ideológica y a la razón que hace tan estrecha nuestra moral pública y justifica lo injustificable. En consecuencia, los simpáticos ladrones de "100 Años de Perdón" son elevados a la falsa categoría de héroes tales como Robin Hood, aquel que robaba a los ricos para distribuir el botín entre los pobres en el bosque de Sherwood, cerca de Londres, Inglaterra. El mito de Hood constituye un ejemplo verdaderamente de "lo que no debe ser" porque simplemente se trata de un personaje nefasto para la moral en general y el manejo de la cosa pública en particular,  especialmente en sociedades poco desarrolladas y con tendencia al infantilismo político como las nuestras. La justificación del robo para generar justicia social es políticamente un suicidio económico-social, toda vez que dicha mala acción se constituye en un hecho altamente desmotivador del desarrollo social toda vez que desalienta el esfuerzo individual. En pocas palabras, para qué pasar la vida trabajando si hay maneras de ganar más fácilmente la vida.

No obstante, no se trata de una película politica. Es un entretenimiento en estado puro, técnicamente, una película bien hecha, con destacadas actuaciones y sobre todo muy bien fotografiada, y especialmente, excelentemente sonorizada. Ese último aspecto señala un avance de gran envergadura para las películas habladas en castellano, dado que hasta aquí, muchas de sus bandas de sonido resultaban inentendibles dado los altibajos de los sistemas de sonido e incluso la mala dicción de muchos de nuestros mejores actores. La calidad técnica de "100 Años…", en ese aspecto, es notable.

Película ideal para una tarde de lluvia, o para un día negro, o para cuando estamos pelados con la vida. Es un entretenimiento honesto que no defraudará la expectativas creadas, y no hará pasar un momento agradable. Qué más podemos pedir?

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