miércoles, 2 de marzo de 2016

EL HIJO DE SAUL de László Nemes


LA MUERTE DE DIOS

La película húngara de László Nemes, "El Hijo de Saul", fue la película más premiada del año. Se llevó los dos galardones más calificados del mundo del cine. Ganó el Grand Prix del Festival de Cannes 2015 y en la entrega de los Oscar 2016, se alzó con la estimada estatuilla dorada a la Mejor Película Extranjera. No causa asombro ninguno de los dos premios dado que "El hijo de Saúl" ganó 39 premios más desde su estreno, incluido el Globo de Oro de la Prensa Extranjera del Hollywood, provenientes de diversas instituciones a lo largo y a lo ancho de todo el mundo.

 Qué tiene "El Hijo de Saúl" para ser una película tan reconocida, siendo a la vez,  una película tan poco comercial. Tiene, sobre todo, dos cosas: 1) una realización extraordinaria, y 2) un tema siempre vigente. Pero sobre todo es una película muy interesante.

Vamos a la realización, un dechado de rigurosidad estilística. Todo su metraje ha sido filmado cámara en mano.  A raíz de ello, la cámara se subjetiva y se transforma en la sombra y testigo de Saul. Salvo muy pocas tomas, donde vemos a Saul de frente, la mayor parte de las tomas vemos a Saul de espaldas. Por lo cual, Nemes nunca muestra el horror en primer plano, sino que trata de mediatizarlo, a traves de ese testigo involuntario u obligado que es Saul. La cámara no lo abandona nunca en los 107 minutos de duración que tiene el film. Lo que ve Saul, es lo que presiente ver el espectador y lo que escucha. en este aspecto, brilla también la banda de sonido como un personaje más que brinda información continua. En consecuencia, si bien siempre hay un solo punto de vista, el espectador más que mirar y escuchar, comienza a sentir lo que está pasando. Está técnica es parecida a las utilizadas en las películas de terror americanas. La diferencia es que aquí no hay trampas ni golpes bajos. El film no juega con el espectador, sino que lo transforma en un testigo de lo que le ocurre a Saul. En ese sentido, la disciplina fílmica de Neves es notable, aunque hay que destacar que narrativamente se permite un lapsus en la escena final. No obstante, dicho lapsus no invalida los méritos artísticos que tiene la película.

Un segundo aspecto a tener a en cuenta es que la sordidez del tema está reflejado a traves de una cámara que reduce el color del sepia al blanco y negro. Asi la imagen se vuelve granulosa, densa, borrosa. La primera imagen de la película, parece un borrador de la película que va a ser, mientras el final funde directamente en negro. En la cámara de gas, el uso de una luz de baja intensidad difumina  los cuerpos convirtiéndolos en una masa no identificable. En todo momento, la ambientación es claustrofóbica tal como se supone es  la vida en un campo de concentración.

Por otro lado, el tema alude a la dignidad humana. Estamos en plena 2da Guerra Mundial. La acción transcurre durante 2 días en un campo de concentración alemán. Saul es un detenido que ha sido enviado a trabajar en los crematorios donde encuentra el cadáver de un niño a quien quiere darle una sepultura religiosa, para lo cual, obviamente, requiere encontrar a un rabino.  En ese mundo del revés, Saul intenta sobrevivir y conservar sus valores, o tal vez al revés, intenta conservar sus  valores para poder sobrevivir.  Porque la condición humana, dentro del campo, se ha perdido, no existe.  El campo es un no lugar, algo clandestino cuya existencia, incluso, es negada. Opera como una fabrica, en la que, prisioneros privilegiados como Saul, que forman parte de un Sonderkommando en Auschwitz, deben mantener una disciplina de trabajo cuya ruptura, obviamente, es penada con la muerte. Poseen un penoso privilegio. Manejan la maquinaria de la muerte. Para ellos, la vida continua. Su condena es vivirla.

En el final, lejos de parecer concesivo y de generar una luz de esperanza, el film reafirma esa imposibilidad de sobrevivencia del hombre en cautiverio sometido a la arbitrariedad, la barbarie ó al  afán de dominio alejado de toda razón. Nemes, estéticamente, abandona la subjetividad que la cámara ha mantenido durante todo el relato, y pasa a manejarse con planos generales desconectándonos de la visón de Saul y dejándonos la película libre para que cada uno de nosotros saquemos  nuestras propias conclusiones sobre lo que ha acabado de ver.


Más cerca de "La Tregua" de Francesco Rossi que de "La Lista de Schindler" de Steven Spielberg, muy lejos de "La Vida es Bella" de Roberto Begnini, pero definitivamente emparentada con "El Pianista" de Román Polansky, no es un film más de guerra, ni un film sobre las maldades del nazismo. Los nazis casi no aparecen. Lo que si aparece es su nefasta obra, su administración de la muerte, su falso sentido disciplinario, del cual resulta un  sometimiento a un voluntad superior, en este caso, organizada bajo la forma de un ejército armado con grandes campos de detención. Pero sobretodo, es un film sobre la condición humana, sobre los aspectos más despreciables de la misma. No olvidemos que el hombre siempre es el actor principal de todo atropello contra otros hombres, animales y toda forma en que se exprese la naturaleza. El discurso cinematográfico de Nemes parece querer recordarnos las consecuencias nefastas del proceso de masificación de una sociedad  vaciada de objetivos. De que dicho vaciamiento es producto de la duda y la desorientación, y que dichos caminos conducen al nihilismo en su estado más puro, afirmando la muerte de Dios.

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