viernes, 8 de julio de 2016

FLORENCE de Stephen Frears


TOLERANCIA Y CAMBIO

Florence puede verse desde diferentes ángulos. Básicamente, es una comedia. También podría verse como una parodia o como una ópera bufa. Como consecuencia de ello, nos damos cuenta que no importa tanto la forma, sino el qué de lo que trata. Y ese tema que trata lo maneja de manera sutil, casi esbozada.

Florence es la peor cantante lirica de la historia. Pero eso es solo una opinión. De quién, no importa. Lo que importa es su vida. Criada en una familia acomodada de los Estados Unidos, Florence Foster Jenkins nace en 1868 y muere en 1945. Desde niña estudia piano y canto, y nunca logra sobresalir en lo suyo. Pero heredera de una fortuna importante, sobre todo después de enviudar del Dr. en Medicina Frank Jenkins, se radica en Filadelfia donde crea el Club Verdi. Eso le abre paso en la Alta Sociedad del Este y le permite darse sus gustos personales y transformarse en cantante. Esa trayectoria, en la película,  no solo describe la vida de una mujer sino también los cambios de un siglo a otro, y que además, tienen lugar en los Estados Unidos de América.

Lo que hace interesante a Florence es justamente eso, el cambio en las costumbre vista por la mirada de un inglés (Frears) en otro país, los Estados Unidos, cambios que por otra parte, contagiarán rápidamente a Inglaterra, y luego al resto del mundo. Será el comienzo del  fin de la época victoriana y el inicio  de una desestructuración de la vida social en la cual se comienzan a minar los pilares de sustentación de aquélla sociedad.

Es el fin de los prejuicios, sobre todo, de los de clase. Si la época victoriana se caracterizaba por una moral rígida basada en valores que englobaban una fuerte represión sexual, una baja tolerancia al delito y un estricta conducta social, las primera guerra mundial comienza a limar esos principios y la segunda guerra los destruye. En ello, caen incluso, cuestiones de orden estético.
Es allí donde comenzamos a preguntarnos el porqué de la peor cantante, y comenzamos a entender el porqué de su éxito. Porque al relajarse las costumbres (Florence incluso vivió el resto de su vida en concubinato con un actor inglés) y los estándares estéticos, ya nade puede hablar de mejor o peor, o emitir juicio alguno sobre la forma de vida de nadie. Comienza a aceptarse el "ser diferente", o sea, aquello que es de modo distinto.

En lo estético, ya no cabe lo ridículo, la incongruencia o la desproporción que implica la respuesta a un modelo determinado. El objeto no puede dar lugar ni a la burla ni a la risa. Entre otras cosas, aparece el cubismo, el rayoismo y el surrealismo. Las cosas no son necesariamente como se ven sino que pueden verse de manera diferente. Tienden a desaparecer los estereotipos. Representar a alguien como un estereotipo, manifiesta desprecio u hostilidad para con su grupo de pertenencia, cuestión que se relaciona con los prejuicio.  En consecuencia, estamos ante una época de cambio que retrata el fin de los prejuicios y la discriminación.

Contada con un ritmo muy ágil, el director Stephen Frears luce toda su experiencia y sale adelante con un tema difícil. El film luce un delicado equilibrio narrativo y entretiene durante todo su metraje.   Frears es un inglés que dirige tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, y en ambos lado del Atlántico ha logrado películas recordables. Alguna de ellas, incluso, alcanzaron considerable éxito de taquilla. Frears dirigió de películas tales como "Las Relaciones Peligrosas" (1988), "High Fidelity" (2000), "La Reina"(2006), y "Philomena" (2013), pasando por películas más personales como "My Beatifull Laundry" (1985), "Prick Up Your Years" (1987) o "Dirty Pretty Things" (2002). Sin lugar a dudas un artesano de alta calidad que ha dirigido estrellas tales como Glenn Close, Julia Roberts, John Cusack, Jack Black, Hellen Mirren,  Audrey Tautou y Judi Dench, es decir,  un gran director de actrices.

En este caso vuelve a dirigir a otra gran actriz que es un valuarte incuestionable de la película. Gran parte de ella descansa en la soberbia actuación de Meryl Streep, muy bien acompañada por el inglés Hugh Grant y el americano Simon Helberg. Obviamente, los meritos no son solo del director y los actores. El film cuenta con un sólido guión de Nicholas Martin, un guionista proveniente de la televisión inglesa, como asi también por un acompañamiento musical descollante de la mano del francés Alexander Desplat, 8 veces nominado al Oscar y ganador de uno por la banda sonora de "Gran Hotel Budapest".


En síntesis, el film es una sutil reflexión sobre el paso del tiempo, los cambios de hábitos, y sobre todo, la aceptación de nuevos estándares. Una comedia muy agradable que no solo permite pasar un momento divertido y disfrutar de una gran actuación de la Streep,  sino también reflexionar sobre el paso del tiempo, el cambio de costumbres y valores. Una comedia sobre la aceptación y la necesidad de tolerancia. El comienzo del fin de la discriminación.

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