sábado, 6 de agosto de 2016

JASON BOURNE de Paul Greengrass



EL FIN DE LA INTIMIDAD

Jason Bourne nace de la pluma del afamado escritor americano Robert Ludlum (1927-2001), muy bien conocido por sus novelas de espionaje, muchas de la cuales fueron llevadas al cine con gran suceso: "The Osterman Weekend", dirigida nada menos que por Sam Peckimpah, "Holcroft Covenant", dirigida por John Frankenheimer, fueron algunos de sus éxitos cinematográficos. Pero Bourne, un personaje que da lugar a una serie de novelas, nace en los últimos años de la vida del autor, y  ve la luz cinematográfica solo después de la muerte. Paradójicamente, Ludlum nunca pudo imaginar el éxito que tendría la saga en el cine. Su personaje,  hijo de un agente de la CIA, sufre memoria traumática y desconoce su identidad. Ha sido entrenado para matar y sobrevivir en cualquier ámbito, pero a su vez, tiene conciencia y remordimientos. Es un ser solitario que en el fondo de su alma, no es más que alguien en busca de su padre.

En 2002, la pareja de productores americanos Frank Marshall y Kathleen Kennedy deciden comprar para Universal Pictures los derechos de las tres novelas que Ludlum había escrito sobre Bourne, y contratan a Doug Liman, un especialista en cine de acción, para que dirija la primera de esas novelas (The Bourne Identity). Liman realiza un trabaja sumamente artesanal y el film, si bien entretenido, no reporta el éxito esperado.

No obstante ello, en 2004, la dupla Marshall/Kennedy decide redoblar la apuesta, y para la segunda novela (The Bourne Supremacy) contratan a un nuevo director, el inglés Paul Greengrass, quien asume la dirección de la serie y la transforma en un éxito cinematográfico inesperado, que prácticamente coloca a su protagonista, el actor Matt Damon, al borde del estrellato. Alentado por este éxito, Greengrass, un director graduado en Cambridge,  proveniente de la televisión británica y del cine documental, pero dotado de una notable experiencia, revitaliza la serie, da mayor cuerpo dramático al personaje y logra una pelicula de acción que pone a "Bourne" en la historia del cine de acción y del subgénero de espionaje. 

Pero habría que esperar hasta el tercer capítulo para encontrar la obra maestra del género: "The Bourne Ultimátum" (2007), donde Greengrass realmente no solo maneja, entiende al personaje sino que transforma la pelicula en un masterpiece de suspenso, generando 4 escenas de persecuciones realmente antológicas que terminarán haciendo escuela en la historia del cine de acción. El secreto de Greengrass fue que cada escena de acción estuviera orientada hacia una clave. La acción estaba dominada por la persecución. Y esa persecución esta signada por el suspenso. Cuando el personaje llegaba a un objetivo, develaba algo critico de la historia, y la continuación estaba dada por la persecución de una nueva clave. A mi modo de ver, el mejor ejemplo de ello es la persecución de Bourne en Londres cuando llega a Victoria Station.

En la cuarta película de la serie, ocurren dos cosas: 1) Ya no hay más novelas que filmar. En consecuencia, se arma un guión en base al personaje original. 2) Damon se niega a un cambio de director. No obstante ello, la dupla Marshall/Kennedy sigue adelante y contratan a Tony Gilroy para escribir el guión y dirigir la pelicula, y a Jeremy Renner para asumir a un nuevo agente de la misma camada de Borne.  El film resulta correcto y da crédito para seguir la serie.

El año pasado, Marshall/Kennedy vuelven a la carga y convencen a Greengrass para que regrese al proyecto. Ya no están ni las bases literarias de Ludlum ni los guiones de Tony Gilroy. Lo hace de la mano del editor Christopher Rose, con quien ya había trabajado en otras dos excelentes películas: " Vuelo 97", sobre el ataque aéreo a las Torres Gemelas, y "Capitán Philips", sobre el secuestro por parte de terroristas islámicos de un barco mercante en las costas de Somalia. Pero esta vez, el resultado no será el mismo.

"Jason Bourne", la quinta pelicula de la serie, suena ajada, manoseada, como cosa ya vista. El personaje central ya no tiene mucho para descubrir y su orfandad ha pasado a ser más un problema de la CIA que de sí mismo. O sea, el factor dramático ha desaparecido. Bourne ahora es perseguido sin piedad durante toda la película. En consecuencia, el film todo se trasforma en una gran persecución de la cual Greengrass trata de sacar el mayor jugo posible, pero al carecer de un factor dramático que lo sostenga, el interés del film decae rápidamente.

Está claro que Greengrass no se dará por vencido fácilmente. Su obra vuelve a ser un nuevo modelo de cine de super acción porque no solo hace añicos cuanta cosa pasa por delante de su cámara, sino que en la sala de montaje, hace añicos lo filmado, remontándolo y dándole al film una velocidad inusitada, que disipa todo interés por el personaje o incluso el argumento para que el espectador se concentre y disfrute de un espectáculo puramente sensorial, basado simplemente en la acción y en sus imágenes.

 Como consecuencia de ello, la problemática que plantea "Jason Bourne", es la de una CIA, y unos genios cibernéticos totalmente ocupados en desarrollar un sistema espía que puedan interiorizarse en nuestras vidas y espiarnos  a través de nuestros celulares, computadoras y tablets, pasará rápidamente de lado arrollada por la acción vertiginosa que despliega Greengrass. Una verdadera pena, porque deja de lado una reflexión inexorable que al fin y al cabo plantea la película y  que implica que el fin de la intimidad ha llegado. Todos podemos ser espiados. Cientos de computadores nos siguen a lo ancho y a lo largo del mundo para saber dónde estamos, quiénes somos, qué gustos tenemos, cuáles son nuestros amigos, que opinamos, a quiénes amamos, a quiénes odiamos, cuáles son nuestros hobbies, qué tipos de mujeres o de hombres nos agradan, qué tipo de comida preferimos, qué ropa usamos, qué libros leemos, qué películas vemos, dónde nos gusta vacacionar, etc.


Tal como en 1974  Francis Ford Copola nos lo preanunciaba en "La Conversación",  con una visión anticipatoria asombrosa, el espía era el espiado. Ahora, nosotros, meros espectadores, seremos  los espiados, nuestro derecho a la intimidad, vulnerado y el principio a nuestras libertades básicas, brutalmente avasallado. 

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