jueves, 4 de agosto de 2016

SANGRE DE MI SANGRE de Marco Belocchio


PODER Y RELIGION

El cine de Marco Belocchio nunca fue fácil. Sus historias siempre críticas de la burguesía adinerada, en las cuales predominan el ansia de dinero a la par de un fuerte sentimiento religioso y un grado de alienación permanente en sus personajes ha sido la característica principal de este italiano iconoclasta que desde "Con los Puños en los Bolsillos, 1965", pasando por  "Con el Diablo en el Cuerpo, 1986", la extraordinaria "Vincere, 2009", hasta la recientemente estrenada "Sangre de Mi Sang5e, 2015" se ha mantenido fiel a sí mismo y a todos los dogmas fundacionales de toda esa generación de grandes cineastas italianos nacidos a luz de esa obra emblemática que fue" La Dolce Vita" de Federico Fellini en 1960.

Nacido en Bobbio hace 78 años, ex marxista y militante del Partido Radical, en 2006 presentó su candidatura a diputado por el partido "Rosa en el Puño", el cual apoyaba al partido Socialista italiano. Abrevando en estas fuentes, su nueva película transcurre íntegramente en Bobbio, su lugar en el mundo, desde donde su visión se amplia y le permite reflexionar sobre el poder, la religión y los nexos existente entre ambos temas.

"Sangre de mi Sangre" narra dos historias que se relacionan ente si a través del lugar común donde transcurren y el tema del vampirismo que ronda ambas historias. Porque esa vampirización, si bien simbólica, no es otra cosa que la idea de quien le chupa la sangre a otro. Y esa idea es central en las bases del marxismo y visión de la lucha de clases, ellos es la tajante división de la clase obrera y la clase campesina frente a los terratenientes que ostentan el poder en el Medioevo, o la burguesía capitalista en los tiempos pos industriales. La de aquellos que viven trabajando por un plato de comida para que las plusvalías sean acumuladas por sus patrones. O los nuevos ricos de hoy en día que hacen gala de su dinero frente a enormes  masas de seres humanos que aún permanecen en la miseria más absoluta.

En la primera historia, dos hermanos están enamorados de una misma mujer. El hermano mayor se suicida sospechado por el embrujo de la amada. El menor acude al convento donde han ocurrido los hechos  con el propósito de evitar que el cuerpo de su hermano sea enterrado en suelo profano. Puede haber una excepción: que la novia del difunto,  confiese un pacto con Satanás. En la segunda historia, un inversor ruso llega a Bobbio con la intención de comprar el edificio de la prisión, propiedad de un Conde vampiro que despierta con dolor de muelas y que termina en el consultorio de un odontólogo amigo que le extirpa un colmillo. En este segundo cuento, el absurdo se apodera de la trama y de la película. Pasado y presente comienzan a fundirse uno en el otro, y el film comienza a transformarse en un gran fresco sobre la alianza siniestra entre la clase dominante y la iglesia a través del paso del tiempo. El pequeños mundo del pasado donde los roles estaban perfectamente definidos, se vuelve cada vez más difuso. Los nobles dejan de serlo y aparecen los nuevos ricos que no pueden justificar su riqueza. Un tufillo burlón se apodera de la película y los grandes temas de Belocchio resucitan conformando un fresco de niveles un tanto desproporcionados.

Sangre de mi Sangre no es el mejor film de Belocchio pero si es un Belocchio en estado puro. La explotación de clase a traves de los tiempos, la alienación enajenante de la sociedad de consumo, la corrupción de poder, la falta de comunicación de unos y otros, el delirio en que viven sus personajes siguen siendo temas actuales que por su tratamiento demuestran que el cineasta italiano está vivo y aún gozando de su plenitud creativa. En su ciudad natal, acompañado en la actuación por sus hijos Pier Georgio y Elena, y su hermano Alberto, realiza esta película que le hace honor a su titulo. Pero Belocchio nunca ha sido un director de fácil digestión. Su obra es compleja, y como en las otra obras citadas, se interna en lo más profundo y lo más oscuro del ser humano: sus creencias, sus miedos, su ansia de poder, la arbitrariedad de sus leyes, la capacidad de ejercer la decisión sobre la vida o la muerte de sus semejantes.

Técnicamente deslumbrante, muy bien actuada, sonorizada, musicalizada y fotografiada, es tal vez una de las obras más inquietante e interesante que se ha estrenado  este año en Buenos Aires, y que demuestra la absoluta vigencia de su director, a esta altura, un verdadero autor, un gran maestro del cine italiano.



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