viernes, 16 de septiembre de 2016

CIUDADANO ILUSTRE de Gastón Duprat y Mariano Cohn


NADIE ES PROFETA ES SU TIERRA

El mayor mérito que tiene "Ciudadano Ilustre" es que resulta una película interesante. Su mayor demérito, es algo maniquea y previsible. No obstante, cabe preguntarse: eso la vuelve tediosa? No, para nada. Pero esto no pasaba con las anteriores obras de la dupla Duprat/Cohn: "El Artista" (2008), "El Hombre de al Lado" (2009), y "Querida, voy a Comprar Cigarrillos y Vuelvo" (2011), más redondas, menos forzadas. También es cierto que aquéllas, como muchas otras, no hablaban de forma tan directa ni tan de frente de la realidad que vivimos.

El film comienza con una ceremonia de entrega del premio Nobel de Literatura, 5 años antes de la acción. Daniel Mantovani , de la República Argentina, resulta ganador. Por otra parte, magníficamente interpretado por Jorge Martinez. El escritor, el hombre, escucha los meritos de la adjudicación y se da cuenta que poco y nada tienen que ver con su vida. Hace 40 años que vive en Europa, nunca escribió nada en la Argentina, y la mayor parte de su obra solo refleja algunos aspectos de su infancia y adolescencia que transcurrió en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, a 700 kilómetros de la Capital. Su discurso de agradecimiento dejará atónitos a todos. Sus palabras serán una aguda reflexión sobre el valor de los premios, a los que califica como un final y no una meta, y se pregunta si un escritor podrá llegar más alto aún con su obra después de un reconocimiento como el del premio recibido. En pocas palabras, podré ser mejor que lo soy?

El desconcierto se apodera de la audiencia del Nobel y también de la película, aunque claro está, obra como disparador de un relato. Una gran escena inicial. Con un discurso impecable pero desconcertante, que incluso, con un dejo de ironía, y un toque de incorrección politica, desdeña a la nobleza. Qué viene después del Nobel? La pose de divismo. Acaso, el no a todo, la falta de ideas, la no escritura.

Vale, entonces, preguntarse: Porqué Mantovani se ha ido del país? Se fue porque estaba hastiado de vivir en un pueblo. O porque posiblemente su propio país, no le había dado oportunidades de desarrollo personal. O porque como escritor, tal vez no hubiera podido escribir sobre su pueblo y su gente con la perspectiva del tomar distancia, o simplemente, porque simplemente quería vivir afuera. Tal vez, lo ha movilizado la ambición, la intuición que debía salir de su pueblo chico para poder ser alguien grande. Pinta tu pueblo y pintarás el mundo, dice el refrán. Y seguramente, tomar distancia permite ver las cosas con una mayor claridad.

Pero porqué decide volver? Simple y único motivo, porque recibe una invitación misteriosa que lo intriga. El Nobel lo ha vuelto famoso, y su pueblo, para no ser menos, lo declara "Ciudadano ilustre". Repentinamente, acepta la invitación. Es acaso el Pueblo el que ahora aspira a ser famoso?

La pelicula nos invita a tomar distancia. Desde un punto de vista que mira necesariamente desde afuera, y después de 40 años de una especie de exilio forzoso, cómo veríamos nosotros al país donde nos criamos y dónde depositamos nuestros mayores anhelos de ser alguien? Es lo mismo mirar a Argentina desde afuera que desde adentro?. Más aún, sabemos realmente cómo somos? O, acaso, nos conviene ignorarlo?

El regreso de Mantovani a la Argentina muestra la decadencia misma de un país hecho pelota y la ignorancia de la gente respecto de todo lo que sucede a su alrededor. La visión inicial es una mirada al abandono: un auto viejo y destartalado, un camino lleno de baches, la viveza criolla a flor de piel son algunos pequeños ejemplos que la pelicula marca con lucidez. La aparición de los viejos amores a la par de resentimientos ocultos. El cambio generacional de los más jóvenes, que arrolla con todo menos con la mediocridad en que el pueblo está sumergido, no da ninguna luz de esperanza de cambio. Acaso la invitación al Nobel, no será para apropiarnos del éxito y destruir al exitoso?

Mantovani será "el ciudadano ilustre" de un país que vive confundido. Ese mismo país donde un viejo del pueblo lo invita a cenar creído que su padre es uno de los personajes de los relatos premiados, donde el político del pueblo solo actúa ante la tajada del asunto, donde los premios otorgados carecen de todo criterio de objetividad artística, donde la demagogia está a la vuelta de la esquina (la clase llena al principio, la clase casi vacía del final).

Por otro lado, no queda claro el cambio de actitud de Mantovani cuando manda a comprar la silla de ruedas, o cuando promete al conserje la publicación de su cuento. Es acaso, un gesto de altruismo, de bondad o una señal respecto que la esperanza no está perdida y que la solidaridad individual equilibra toda vez que las acciones provenientes del Estado parecen haberse corrompido.

Esto que vimos, es real o puro relato?. Tal como sucede en "el país del no me acuerdo", la confusión entre relato y realidad ha desaparecido. Caen lo títulos. Como siempre, sigo pegado a mi butaca. Hace tiempo que no veo una pelicula argentina que habla tanto y tan directamente de nosotros, los argentinos. Muchos se sentirán identificados. Otros no tanto. Pero lo cierto es que esta pelicula habla de nuestra manera de ser, de nuestros defectos y no de nuestras virtudes. Eso es bueno. Dejemos nuestras virtudes como están porque no necesitan modificarse. Son buenas. Pero mirémonos de tanto en tanto en el espejo o sentémonos en el diván del analista, porque defecto nos sobran. Y este film apunta solo algunos de ellos.

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