Estamos ante una pequeña película checa que constituye un
pequeño milagro dado que se estrenó esta semana ante un panorama incierto en
las boleterías cinematográficas porteñas. El film es un enorme fresco social
que se eleva de lo particular a lo general con lucidez e inteligencia. En lo
particular, se detiene en la vida de Zaneta,
una muchacha joven, de unos 18 años, casada, con una hija pequeña, que
busca un trabajo. Recién salida del secundario, sin experiencia, y con
necesidad de tiempo para atender la crianza de su niña, le cuesta encontrarlo.
Su marido, también un desocupado, vive de pequeñas changas. Ambos pertenecen a
la comunidad gitana.
En lo general, aparece lo más interesante de la película.
La comunidad gitana tiene características errantes. Se cree que los primeros
zíngaros salieron del centro de la India y se expandieron hacia occidente,
radicándose en las llanuras de la Europa Central, aproximadamente en el siglo
XV. De allí, se diseminaron hacia el resto de Europa y resto del mundo. Hoy
forman parte de las corrientes migratorias que la globalización y las
diferencias de desarrollo económico han puesto en movimiento. Ahora Europa, como
antes los Estados Unidos, es centro receptor de estas masas. Europa, de hecho, lo
es con intensidad, dada su posición geográfica como puerta de Occidente, su
carácter étnico multifacético, y la
apertura hacia el mundo Occidental que han significado tanto la caída del Muro
de Berlín como la constitución de la propia Comunidad. Pero después de la
crisis financiera de 2007/8 los tiempos de bonanza económica han desaparecido.
La mayoría de los países sufre problemas económicos y financieros, además de
que el desarrollo tecnológico sustituye mano de obra provocando desocupación.
Las migraciones se han vuelto un problema preocupante.
Y éste es el tema
central del film. La acción transcurre en el norte de la Republica Checa, en un
pueblo industrial, muy cercano a la frontera con Alemania. Allí, como aquí, en Argentina, se sufre la
falta de trabajo. Y también la discriminación étnica, la exigencia de
experiencia laboral, la falta de jardines de infantes, el desconocimiento de
computación, la incapacidad de hablar otro idioma, o el sufrimiento de una
enfermedad. Todos ellas, condiciones determinantes de la posibilidad de
conseguir un trabajo. En la Republica Checa, obviamente, no sobra trabajo, y
Alemania, tan cercana y vigorosa, luce como un salvoconducto aunque tan solo sea
una válvula de escape que pone otra vez en funcionamiento el movimiento
migratorio.
El film, magistralmente narrado por Vaclav con una
escasez de recursos notables pero con una claridad expositiva elogiable, oficia
como un espejo que refleja el problema que narra desde la intimidad de las
peripecias de una familia hacia la descripción de un marco general en el que se
representa la sociedad moderna. En este caso, como adelantamos, el marco apunta
a la comunidad gitana, una comunidad más bien cerrada, que no obstante, sirve
como ejemplo del problema que estamos viviendo.
Los protagonistas no solo sufren la falta de trabajo sino
también la falta de vivienda (aunque lo que se ve en la película es bastante
menos preocupante que el panorama que presentan nuestras “villas miserias”), la
carencia de un sistema sólido de seguridad social más allá de los hospitales
públicos, los problemas sociales derivados de la disfuncionalidad familiar (el
hacinamiento), la falta de seguridad personal, donde aparecen prejuicios y exclusiones,
y sobre todo, la decadencia moral de una sociedad que solo ofrece la changa o
la prostitución como formas de ganarse la vida, y termina encontrando en la
delincuencia una errónea válvula de escape.
Solo la voluntad inquebrantable de Zaneta por superarse,
por seguir buscando, por disfrutar la
dicha de la maternidad, por esforzarse en mantener un matrimonio dejan un
espacio para luz en este film duro, descarnado pero inteligente y lúcido del
checo Vaclav.
Klaudia Dudová realiza una labor consagratoria en el
papel de Zaneta. Sin lugar a dudas, su futuro cinematográfico es promisorio. A
su lado, se lucen David Istok como David y Milan Cifra como Marian. Es también
destacable la banda de sonido incidental y la fotografía. Pero por sobre todos
los elogios, debemos dejar en claro que estamos ante uno de esos pequeños
grandes films del año, uno de aquellos que nos deja pensando aún después de
salir del cine. Cabe preguntarse entonces si habrá salida a estos problemas o solo estamos ante una
válvula de escape?
No hay comentarios:
Publicar un comentario