AURORA
50 Primaveras es el retrato de una mujer de 50 años, separada,
con dos hijas, que va a ser abuela, y se encuentra en plena menopausia.
El film, inteligentemente, contrapone estos dos momentos de
la vida de una mujer. En un primer plano, a través de la relación que la
protagonista mantiene con sus hijas. En un segundo plano, en el encuentro con
un amigo que la retrotrae a su propia adolescencia, a sus recuerdos y amores de
juventud. La menopausia contrapuesta contra adolescencia quedan así marcadas
como dos edades transitorias que conducen inevitablemente a etapas más
importantes. En el primer caso, la adultez. En el segundo, la vejez. Es la vida
que te alcanza…
Pero la película también propone varios retratos
generacionales. En primer lugar, la de su propia generación, la de Aurora. En
segundo, la de sus hijas. Esto permite una comparación entre dos momentos
diferentes. Lo que en una época era rebeldía pura, en la otra es una libertad
casi ilimitada. La dulzura de una surcada por recuerdos de bellas baladas, los
primeros amores, las ansias de estudiar y ser alguien en la vida contra las
dificultades del presente, los divorcios, la falta de trabajo, la soledad, el
anuncio del abuelazgo.
Pero dentro de ese espacio que marca una menopausia que no
acaba de irse y esa búsqueda insatisfactoria de un trabajo digno que cuesta
conseguir, aparece ese anuncio de abuelazgo, una luz que renueva las ganas de
vivir, un signo que nos dice que la vida continúa, que debemos viviría de la
mejor manera y que el futuro es posible si somos positivos, dejamos la soledad
de lado y apostamos a la compañía del otro.
El film está cruzado por un par de historias de amores no
correspondidos, de inseguridades no superadas, de padres ausentes, en fin, de
una realidad que no ha sido la soñada. Pero también es un film dulce, positivo,
lleno de esperanza que no condena a sus personajes por sus faltas sino que los
empuja a seguir sus sentimientos, y mantener la esperanza. Un film cuyos
valores están la amistad y el amor por lo hijos.
Agnés Jaoui, actriz, escritora y directora (El Gusto de los
Otros, 2000; Como una Imagen, 2004, entre otras), es Aurora Tabor, la
protagonista casi absoluta alrededor de la cual gira toda la película. La Jaoui
es una gran actriz, especialmente dotada para la comedia. Aquí aprovecha cada
instancia del guión y se apodera de la película haciéndola un film digno de
ver.
Pero los méritos de Jaoui no alcanzan por si solos. Detrás
de ella está Blandine Lenoir, directora (Zouzou, 2014), escritora y también actriz
que en esta película no actúa, pero escribe y dirige. Y en la belleza de su
guión, en su condición femenina y el entendimiento del personaje, Lenoir
transforma el film en un pedacito de vida que late con luz propia.
Notable film francés, espontáneo, muy bien actuado, interesante
en su contenido, cinematográficamente bien realizado, que describe el
mundo desde una mirada especialmente femenina, pero lo hace con una lucidez que
termina yendo mucho más allá del interés de sus personajes para transformarse
en una mirada muy dulce sobre la vida moderna y sus problemas. 50 Primaveras es
una comedia a la francesa, donde más que puertas que se abren y se cierran, describe
un mundo de personajes muy humanos, queribles y creíbles.