viernes, 27 de enero de 2017

“LA LA LAND” de Damien Chazelle


RESCATANDO EL SUEÑO AMERICANO

Película fascinante. Es a la vez, un estupendo musical, una historia de amor, un gran homenaje al cine musical de los años 50, en particular al de Vincente Minnelli con Gene Kelly, y también un intento de rescatar el viejo "Sueño Americano", algo perdido que destacan películas como "El Lobo de Wall Street", "American Hustle", o "The Big Short".

Pero vayamos por parte. “La La Land” fascina porque cuenta una historia de amor y rescata al mismo tiempo el formato del cine musical.  La historia de amor es una historia convencional. No solo está bien contada, sino que la desarrolla en forma clásica con una introducción, cuatro capítulos que coinciden con las 4 estaciones del año y un epilogo. Pero lo interesante del caso, es que esta historia se inserta perfectamente en un modelo que no es otro que el de un clásico musical de Hollywood.

Ya en la primera escena, un embotellamiento en la autopista detiene todo el tránsito,  nada menos que a las 9 de la mañana. Lejos de la bronca matutina por empezar el día en forma problemática, la autopista se transforma en un escenario a cielo abierto y Damian Chazelle comienza a mostrar sus habilidades de buen director en una escena que será considerada antológica dentro de unos años cuando el clamor de “La La Land” se calme y comience a recordársela por sus grandes momentos cinematográficos. No hay dudas que en esta escena ya hay enormes influencias del comienzo de “Amor sin Barreras” de Jerome Robbins y Robert Wise. La ciudad, el cielo abierto, autos en lugar de alambrados. Lo que parece será un estallido de bronca se transforma en una explosión canto, baile y alegría.

Los homenajes y las influencias no se quedan allí. Ya mencionamos a Vincente Minnelli. Sus influencias aparecen en el indisimulado cartón pintado de muchos escenarios dando esa particularidad de que la vida transcurre en forma de sueño, o en los múltiples movimientos de Ryan Gosling, siempre dispuesto al paso de baile a lo Gene Kelly aunque su personaje sea el de un pianista que ama al jazz más que a la vida. En esa evocación que hace Gosling de Kelly y en la inspiración de los decorados es inevitable recordad a “Un Americano en Paris”, aunque tampoco debemos olvidar el contexto de “Cantando Bajo la Lluvia” de Stanley Donen, que como “La La Land” trataba de personajes cuya meta era triunfar en Hollywood, o incluso, a Emma Stone peinada con un toque a lo Audrey Hepburn de “La Princesa Que Quería Vivir”.

Es que tanto Sebastian (Ryan Gosling) como Mia (la estupenda Emma Stone) son dos aspirantes a entrar en ese mundo de estrellas que es Hollywood. Eso, de alguna manera, representa parte del viejo Sueño Americano de pos guerra. Un sueño que abarcaba inclusión social, desarrollo, mantenimiento del trabajo, posibilidades de tener vivienda digna, y sobre todo, de educar a los hijos y darles estudios universitarios. Ese sueño es el que se ha hecho añicos después de la gran depresión del 2007-08 y que es evidente ahora se quiere rescatar. Y ese sueño es una indisimulada toma de posición política que la película realiza en dos aspectos: Primero, el propiamente político donde Hollywood no es solo una fábrica de sueños sino que también es un lugar donde se hace y se apoyan políticas de Estado. Y segundo, “La La Land” rescata el cine clásico, el cine de género, el cine de carne y hueso orientado al mercado americano, en contraposición del cine de los Marvel y los DC, orientados a los superhéroes y al mercado internacional, particularmente China. En “La La Land” hay una intención de fortalecer el propio mercado interno, recuperar el mercado americano.

El rescate del “Sueño Americano” se aprecia en el dibujo de los personajes. Seba y Mia vienen de abajo. Son personajes del pueblo. Sebastián es un californiano que se gana la vida tocando el piano en bares y restaurante donde espera encontrar “su oportunidad”. Mia es chica de Nevada, un estado vecino a California entre las montañas,  trabaja de cajera en un bar de un estudio y sueña con escribir e interpretar unipersonales en el teatro y en Hollywood. Ambos vienen de abajo y ambos sueñan con el éxito. Obviamente, viven en Los Ángeles, y son vecinos de esa máquina de hacer sueños. Ese es el lugar donde han elegido ser protagonistas de sus vidas, vidas de artistas, acompañados de música y películas, recordando al cine Rialto, paseando por lugares emblemáticos de la ciudad, y llenando a la película de luz, color, música y buena onda.


“La La Land” es una película que apela a la nostalgia. No obstante, sus personajes viven este presente, son jóvenes de hoy que tiene sueños e inquietudes, que aman y luchan por conseguir lo que quieren, en un película plena de optimismo, amor, buena música, un tema principal muy dulce y pegadizo, un par de actuaciones notables,  y un mensaje que nos dice que para cambiar y tener una oportunidad no solo hay que trabajar y tener talento sino que también hay  que esforzarse y perseverar.

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