jueves, 9 de febrero de 2017

SIN NADA QUE PERDER (HELL OR HIGH WATER) de David Mackenzie




TRES VECES EN IRAK, PERO PARA NOSOTROS NO HAY GUITA

Con esta frase contundente, escrita en el estacionamiento de un banco, comienza el film. No deja dudas de la posición política ni moral que tienen los realizadores, ni de la situación que está pasando la gente, ni cómo afecta al Estado de Texas, donde transcurrirá la acción.
No conocía ninguna de las películas realizadas por David Mackenzie, un director escoces que con este trabajo que aquí comentamos tiene 9 largometrajes en su haber, los dos últimos filmados en Estados Unidos. Se trata de un director con experiencia y que dicha experiencia puede apreciarse en este reciente estreno efectuado en Buenos Aires. El cine de Mackenzie resulta ser un cine visceral, vigoroso, conciso, que no se entretiene en minucias, que va al grano de la cuestión.

Crónica de un raid de asaltos en el medio oeste americano, la acción se concentra en el oeste texano, en lo que fue pleno territorio comanche. Los hermanos Howard, Tanner (Ben Foster) y Tobi (Chris Pine) deciden iniciar una serie de robos de bancos. No lo harán  en cualquier banco, sino que asaltarán sucursales del propio Texas Midland Bank donde tienen una hipoteca impaga que asumió su difunta madre y hoy no pueden levantar porque están en la ruina. La crónica se cierra con una persecución que deja sin aliento que realiza un Ranger de Texas, Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su ayudante, el comanche Gil Birmingham (Alberto Parker).
Lo notable de Mackenzie es el equilibrio narrativo que demuestra entre lo que es la descripción de la situación en el lugar de los hechos y la minuciosa pintura de todos los personajes principales, llevando a cabo una extraordinaria síntesis de una situación casi terminal. Por un lado,  el ambiente. Por el otro, los personajes. En el medio, una historia muy bien contada.

La Texas que aparece en pantalla no es la Texas glamorosa que pintaba Dallas, la serie de TV. Por el contrario,  es una Texas sufriente y paralizada por la gran recesión del 2007/08 que dejó inocultables secuelas. A Mackenzie le sobra con mostrar un cartel escrito en una pared, recorrer la ruta y ver las innumerables casas de empeño a través del raid de los ladrones, las playas de estacionamiento de las concesionarias maquinaria vial apilada y sin movimiento, casas abandonadas en distintos lugares del camino, la falta de estaciones de servicio, la abulia de bares y restaurantes, y hasta la propia carencia de los establecimientos bancarios.

Por otro lado, los personajes. Los Howard son dos cuarentones que saben que ya están terminados y que su porvenir ha desaparecido sin aviso previo. Tanner ha vuelto de la cárcel sin esperanza de reinserción social. Es un hombre violento y solo conoce la ley del revolver. Tobi, acaba de terminar con su matrimonio, y como última voluntad pretende levantar una hipoteca heredada de su madre para dejarles algo a sus hijos. Su raid delictivo persigue reunir tan solo 40 mil dólares al simple costo de sus vidas. Son dos tipos sin nada que perder porque la vida no les ha dado nada. Sus vidas carecen de metas ambiciosas.

Los Ranger de Texas son dos policías abúlicos acostumbrados a que en el pueblo nunca pase nada. Uno de ellos (Marcus Hamilton), el mayor, está a semanas de su retiro y solo espera una acción gloriosa que los deposite en el sitio de los héroes. Bridges lo interpreta con reminiscencias de John Wayne (la cadencia de su hablar, la forma de caminar). Su ayudante Gil tampoco tiene muchas más esperanzas que su jefe, y su mayor ambición es alcanzar el ascenso al puesto que su jefe dejara vacante. No obstante, a Marcus lo mueve el racionalismo. Intenta ser un Sherlock Holmes a la texana tratando de pensar y adelantarse a los acontecimientos. En cambio, en su ayudante, el comanche Gil, prevalece lo impulsivo, tratando de precipitar los sucesos.

Retrato desesperanzado del interior profundo de los Estados Unidos, nos deja la sensación que no todo lo que brilla es oro. La recesión ha pegado fuerte y la recuperación económica tarda en mostrarse. La película desarrolla su acción en Texas, bastión republicano, que sin lugar a dudas transmite un mensaje de la necesidad de un cambio profundo de rumbo y de  gobierno. Viendo las postales que nos deja el film se entiende mejor el resultado de las últimas elecciones en los Estados Unidos.

Un destino fatalista parece siempre acompañar a los protagonistas de la historia. Los dueños originarios de las tierras fueron desplazados por una tras de otra guerra entre las tribus indígenas. Texas fue territorio Comanche hasta que el hombre blanco arrasó con ellos. Ahora, un capitalismo salvaje parece haber diezmado los stocks ganaderos y los campos petroleros. Los propios personajes parecen estar condenados al infierno por la carencia de espiritualidad y de un Dios que ilumine sus vidas.

Con grandes reminiscencias de Sam Peckimpah y alguno de sus “westerns modernos” como fueron La Fuga con Steve Mc Queen, o Traigan la Cabeza de Alfredo Garcia con Warren Oates, Mackenzie nos deja una gran película. Un film no solo muy entretenido sino también muy bien narrado, interesante, equilibrado entre lo que son  las historias que cuenta, perfectamente enmarcadas dentro de un entorno reconocible, y unos personajes muy creíbles que desarrollan  sus propias historias personales sin que la acción y el entretenimiento se resientan en ningún momento. Para que el director pudiera lucirse plenamente como lo ha hecho, se necesitaba un muy guión sólido. Ese guión estuvo a cargo de Taylor Sheridan, un joven guionista proveniente de la televisión (CSI, Enterprise, entre otras) y el cine, especialmente “Sicario” en 2015. Demás está decir que la película está muy bien actuada (la actuación de Jeff Bridges está nominada para el Oscar), y además, cuenta con una música muy acertada de Nick Cave (El Asesinato de Jesse James), tanto en lo incidental como en las baladas que acompañan al film. La película está nominada para 4 premios Oscar. Además de Bridges, también fue nominada como Mejor Película, Guión, y Montaje.

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