lunes, 15 de mayo de 2017

GRADUACIÓN de Cristian Munjiu


LA DOBLE MORAL

El mes pasado, durante el BAFICI, tuve la oportunidad de ver SIERRANEVADA, el magnífico film del rumano Cristi Puiu. Anoche tuve la satisfacción de ver otra gran película rumana: GRADUACION de Cristian Munjiu. Cada vez se habla más del nuevo cine rumano. Sin embargo, ese cine no parece responder a un movimiento orgánico, sino el producto de un grupo pequeño de directores que tienen en común historias muy bien construidas que translucen un fondo social complicado. Desde 2005 a la fecha, se estrenaron en Argentina, aproximadamente una docena de películas de ese origen, que en casi todos los casos han resultado excelente. Eso y dado el fuerte respaldo de producción de fondos belgas y franceses con que contaron esas películas, hace que nos preguntemos si se trata de un fenómeno aislado e independiente o es realmente el producto de un nuevo cine rumano o de una nueva escuela. Está claro que, más allá de los temas tratados, en todos ellos prevalece un fuerte espíritu crítico tanto político como social en relación a un país que si bien recibió los vientos de libertad arrastrados por la caída del Muro de Berlín en 1989, por otro lado, no parecen haberse aprovechado según la visión crítica expresada por estas películas.

Cristian Munjiu, el director de Graduación, tiene 4 largometrajes en su haber, de los cuales solo 3 se estrenaron en Argentina. De ellos, hemos visto en 2007 “4 Meses, 3 Semanas y 2 Días”, que ganó la Palma de Oro en Cannes con una interesantísima denuncia contra la ilegalidad del aborto y sus consecuencias. En 2012 vimos “Más Allá de las Colinas”, también premiado por su guión en Cannes, que relata la historia de una amistad entre dos jóvenes que crecieron en un mismo orfanato. Ahora nos llega Graduación, que se llevó compartido con Oliver Assayas (Personal Shopper), el premio el mejor director en el mismo festival el año pasado.

Graduación es un film notable porque no solo cuenta una historia interesante sino porque lo hace respetando íntegramente un mismo punto de vista que es el de su protagonista casi absoluto: un padre que desea fervientemente que su hija obtenga las mejores calificaciones en su examen de graduación para que pueda acceder a un ingreso en una universidad británica.

Ese objetivo se transforma en una obsesión, y esa obsesión empieza a dejar en claro todos un sistema de vulnerabilidades en la cuales no solo hay responsabilidades individuales sino también colectivas, encabezada por un aparato estatal pesado y burocrático.

El film es una aproximación muy crítica a la realidad rumana vista desde los ojos de este médico, en la que no solo la aparece la pesadez de un aparato burocrático sino también una cadena de corrupción estatal preocupante (una especie de permanente máquina de impedir), y en consecuencia, el hartazgo social del que los protagonistas son participes. Una sociedad enferma.

Romeo (magistralmente interpretado por Adrian Titieni) es un médico de hospital que durante la época socialista se ha formado en el exterior y a raíz de la caída del gobierno estalinista de Nicolae Ceasescu, ha decidido regresar al país. Pero para él, las cosas no han cambiado. Por el contrario, empeoraron. Pero también es cierto que es una de esas personas que creen que la casa del vecino siempre es mejor que la propia, que afuera todo funciona como corresponde y adentro no solo no van mejor sino que no tienen oportunidades. 


En medio de esa gran frustración personal, esa idea se complementa con otra enfermiza idea que es la de la realización personal a través del logro de los hijos. La cuestión se acelera cuando su hija, en víspera de los exámenes de graduación, es atacada en la calle por un desconocido. La situación traumática que atraviesa la adolescente la coloca en inferioridad de condiciones para rendir el examen que debe. Y Romeo se desespera.

En esa desesperación de características existenciales, Munjiu comienza a describir el mundo personal de ese personaje (la relación con su mujer, su hija, su amante, su trabajo en el hospital) en el que todo funciona defectuosamente y por contraste, comienza a mostrar un mundo real lleno de trabas, mundo al que rechaza profundamente, al que no entiende, al que debe soportar y someterse.

Ese mundo real esta signado por los silencios, por la inacción policial, por el amiguismo, por la acción de los servicios que todo lo saben, por las múltiples regulaciones de lo cotidiano. Un mundo donde cuesta ser honesto, en el que la violencia en las calles es un hecho común, en el que la corrupción se mueve libremente siguiendo los debidos canales, determinando una imposibilidad absoluta de cambio. Un mundo donde la opresión no ha cesado. Una sociedad regida por una doble moral. Esa es la gran frustración de Romeo. Esa es la razón por la cual quiere que su hija se gradúe y se vaya. Sueña con que un título en el exterior le abrirá las puertas a una persona inteligente.

Munjiu centraliza el relato en su personaje principal. La presencia de su protagonista en pantalla es permanente, Su punto de vista es el punto de vista de la película. Su rigurosidad narrativa es total, basado en un guión propio que mantiene el ritmo narrativo a lo largo de todo el metraje impulsado por la calidad formal de toda la película, desde cada encuadre hasta los finos subrayados musicales. El resultado es lo que se podría decir un relato en primera persona, donde lo que vemos es el punto de vista del protagonista principal pero que por contraste, muestra un mundo en el cual el Estado ocupa un rol central cuyos comportamiento burocráticos y policiales terminan por restringir las libertades personales.

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