Antes de entrar considerar los valores cinematográficos de
esta nueva película de Nicole Garcia sería conveniente revisar las categorías
que sobre el amor que establece Erich Fromm en El Arte de Amar (1956). Es que
la consulta de aquel libro de Fromm me parece pertinente porque mucho de lo que
el filósofo expresa está presente en esta película. Fromm habla de un arte de
vivir, algo que implica un proceso. Ese proceso, esencialmente, es una
condición humana a través de la cual se expresa sentimientos. Fromm, además, no habla del amor como algo
único sino que encuentra cinco formas diferentes: el amor fraternal, el amor
paternal, el amor a uno mismo, el amor erótico y el amor a Dios. El hecho de
vivir tiene un sustento básicamente en esas formas del amor. En síntesis, el
sentido de la vida se encuentra en el amor.
La directora francesa Nicole Garcia, a mi modo de ver,
llega a conclusiones parecidas, en ésta, su nueva película. En oportunidad de
su estreno, expresó: Para realizarla me inspiré libremente en el libro de la
escritora italiana Milena Agus, llamado Mal de Pierres. La película no respeta
ni el tiempo ni el lugar de la novela. Pero tenía algo que me permitía cuestionar lo que el personaje central buscaba y
que todo el mundo le niega: por un lado, tiene un deseo que no le es reconocido.
Por otro, una madre que rechaza su conducta. En ese deseo y en esa conducta a
la que alude Garcia, no estamos encontrando otra cosa diferente a formas de amar.
El film de Garcia es una historia sobre la búsqueda
del amor, que va desde la negación del amor maternal vía la imposición de
costumbres al encuentro del amor erótico que comprende al amor marital, para
llegar al amor fraternal, aquel que completa, el que lleva a querer a los demás
tal como uno debe quererse a sí mismo, y que implica la tolerancia y la
aceptación de la vida en sociedad.
Si bien el film de Garcia no se rige por una
linealidad temporal (hay algunos flashbacks que explican hechos pasados que
condicionan el presente de los protagonistas), sobre todas las cosas sigue el
crecimiento de Gabrielle, magníficamente interpretada por esa gran actriz que
es Marion Cotillard. Es ella la que, en su juventud, tiene un despertar sexual
alborotado que desbalancea la relación con su madre, una mujer de campo criada
bajo las estrictas normas isabelinas de su época. La acción transcurre en el
campo, en el sur de Francia cerca de la frontera con España. Cuando José (un
español que trabaja la tierra y ha pasado por la Guerra Civil Española) llega a su vida, ella, ya adulta, no está aún preparada
para el matrimonio, y la imposición maternal del casamiento la termina
enfermando. Esa enfermedad, que tiene que ver con cálculos renales, es más bien
la enfermedad de su alma quebrada por la estricta disciplina que la ha
reprimido e impedido expresarse normalmente durante su vida. Pasará muchos años
enferma, hasta que finalmente, encontrará la paz en la aceptación de una
realidad.
Pero esos cambios que ocurren son inducidos a su vez por un mundo que está dejando de ser
el mismo. El film transcurre en los años de la posguerra y de la reconstrucción
de Europa. Los paradigmas victorianos comienzan a caer. Europa se transforma
empujada por el Plan Marshall de reconstrucción y fomento. Los personajes, en
medio de esos cambios, comienzan a sentir el bienestar de una guerra que ha
acabado y de una reconstrucción, que en lo económico y financiero, genera
progreso y tranquilidad para los habitantes de Europa. Ese bienestar es el que
llega también a ese campesinado que ahora puede vivir en las afueras del pueblo
y construirse una casa. Obviamente, no será menor el cambio en la moral y las
costumbres.
Ahora es Nicole Garcia (Place Vendóme, El Adversario,
ente otras) la que parece preguntarnos en su film: ¿Existe
una sola clase de amor? ¿Puede confundirse el amor con la pasión? ¿Es igual el
amor en cada etapa de la vida? Para responderlo, filma esta historia con parsimonia y gran
claridad narrativa. Se la ve segura del material que expone y de cómo debe contarlo.
Sin lugar a dudas, estamos ante el mejor film de su filmografía. A ello han
contribuido, además de la actuación de Cotillard, la de Alex Brendemül y Louis
Garrel. Por otro lado, en los rubros técnicos, ha contado con la colaboración
de dos artistas de gran magnitud: el fotógrafo Christophe Beaucarne, y el extraordinario
músico que es Daniel Pemberton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario