MATERIALISMO vs. ESPIRITUALIDAD
Más allá que está delicadamente enmarcada dentro de un género, y en
consecuencia podríamos decir que se trata de una película de suspenso, la nueva
película de Assayas pretende ser una reflexión sobre el materialismo y la
espiritualidad de una época.
Su personaje principal, Maureen Cartwright, trabaja como “compradora
personal” de una ejecutiva sumamente ocupada en Paris. Maureen se ocupa del
vestuario de esa ejecutiva y además de recorrer los locales de grandes marcas en
dicha ciudad también viaja constantemente a Milán y a Londres, dos centros
importantes de la moda, donde no hace otra cosa que comprar. O sea, Maureen
encarna la sociedad de consumo en su máxima expresión.
Pero por otro lado, Maureen acaba de perder a su hermano, quien ha
muerto súbitamente de una afección cardiaca que ella también sufre. Es en el
aspecto de la muerte súbita donde la película se encasilla dentro del género
dado que Maureen tiene miedo a morir y necesita creer en el espiritismo
para asimilar la muerte de su hermano y encontrar algún tipo de consuelo a la
perdida. De esta manera, el film de Assayas encuentra la forma del film del
suspenso y terror metafísico.
En el manejo de esta doble cuestión (materialismo vs espiritualidad) es
donde la película comienza a descarrilar. Assayas puede ser un admirador de
Hitchcock pero claramente no es Hitchcock. El film, por momento, me hace recordar a Vértigo. Como en esa película,
alguien desaparece y el protagonista desea inmensamente su regreso. Pero rápidamente las coincidencias
desaparecen. Las fallas en el guión, la falta de certeza sobre la importancia
de cada personaje, la introducción del factor tecnológico como generador de
suspenso mediante la figura de un chateo anónimo e intrigante, mezclados con
las irrupciones espiritistas hacen que el director pierda el rumbo y la
película naufraga en las buenas intenciones más allá del esfuerzo de mantener
prolijidad y linealidad en el relato.
Queda, no obstante, la intención de llevar adelante, un discurso sobre
la vida y la muerte, sobre el materialismo al cual nos estamos encaminando
contra la perdida de espiritualidad y el dolor irreparable que provoca la
muerte repentina de los seres queridos. Podemos tercerizar el materialismo,
pero la idea de perdida es intransferible.
Un asesinato poco
explicado, una fuga repentina hacia un lugar místico. Es allí donde Assayas
pierde la brújula, deja de lado el discurso anti materialista y trata de cerrar
el film por el lado del género. Su película se desvanece tanto como sus propios
personajes. Lejos quedan las virtudes demostradas por el director en otros film
como Las Lágrimas de Sils María (El Otro lado del Éxito en Argentina), extraordinaria
reflexión sobre la vejez de una artista, o el maravilloso retrato de la soledad
de Emily Wang en Clean. En Personal Shopper el esfuerzo y la buena actuación de
Kristen Stewart no basta para convencer sobre los hechos que están ocurriendo
en la trama que desarrolla la película, dado que la confusión y cierto
efectismo se apodera de ello dejando de lado las buenas intenciones que sin
lugar a dudas tuvo de generar una crítica a la sociedad de consumo.
Lamentablemente, un film olvidable de Assayas pese a su palma de oro en Cannes
2016 como mejor director.
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