miércoles, 3 de mayo de 2017

PERSONAL SHOPPER de Olivier Assayas

MATERIALISMO vs. ESPIRITUALIDAD


Más allá que está delicadamente enmarcada dentro de un género, y en consecuencia podríamos decir que se trata de una película de suspenso, la nueva película de Assayas pretende ser una reflexión sobre el materialismo y la espiritualidad de una época.

Su personaje principal, Maureen Cartwright, trabaja como “compradora personal” de una ejecutiva sumamente ocupada en Paris. Maureen se ocupa del vestuario de esa ejecutiva y además de recorrer los locales de grandes marcas en dicha ciudad también viaja constantemente a Milán y a Londres, dos centros importantes de la moda,  donde no hace otra cosa que comprar. O sea, Maureen encarna la sociedad de consumo en su máxima expresión.

Pero por otro lado, Maureen acaba de perder a su hermano, quien ha muerto súbitamente de una afección cardiaca que ella también sufre. Es en el aspecto de la muerte súbita donde la película se encasilla dentro del género dado que Maureen tiene miedo a morir y  necesita creer en el espiritismo para asimilar la muerte de su hermano y encontrar algún tipo de consuelo a la perdida. De esta manera, el film de Assayas encuentra la forma del film del suspenso y terror metafísico.

En el manejo de esta doble cuestión (materialismo vs espiritualidad) es donde la película comienza a descarrilar. Assayas puede ser un admirador de Hitchcock pero claramente no es Hitchcock. El film, por momento,  me hace recordar a Vértigo. Como en esa película, alguien desaparece y el protagonista desea inmensamente su regreso.  Pero rápidamente las coincidencias desaparecen. Las fallas en el guión, la falta de certeza sobre la importancia de cada personaje, la introducción del factor tecnológico como generador de suspenso mediante la figura de un chateo anónimo e intrigante, mezclados con las irrupciones espiritistas hacen que el director pierda el rumbo y la película naufraga en las buenas intenciones más allá del esfuerzo de mantener prolijidad y linealidad en el relato.

Queda, no obstante, la intención de llevar adelante, un discurso sobre la vida y la muerte, sobre el materialismo al cual nos estamos encaminando contra la perdida de espiritualidad y el dolor irreparable que provoca la muerte repentina de los seres queridos. Podemos tercerizar el materialismo, pero la idea de perdida es intransferible.

Un asesinato poco explicado, una fuga repentina hacia un lugar místico. Es allí donde Assayas pierde la brújula, deja de lado el discurso anti materialista y trata de cerrar el film por el lado del género. Su película se desvanece tanto como sus propios personajes. Lejos quedan las virtudes demostradas por el director en otros film como Las Lágrimas de Sils María (El Otro lado del Éxito en Argentina), extraordinaria reflexión sobre la vejez de una artista, o el maravilloso retrato de la soledad de Emily Wang en Clean. En Personal Shopper el esfuerzo y la buena actuación de Kristen Stewart no basta para convencer sobre los hechos que están ocurriendo en la trama que desarrolla la película, dado que la confusión y cierto efectismo se apodera de ello dejando de lado las buenas intenciones que sin lugar a dudas tuvo de generar una crítica a la sociedad de consumo. Lamentablemente, un film olvidable de Assayas pese a su palma de oro en Cannes 2016 como mejor director.

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