sábado, 3 de junio de 2017

EL REENCUENTRO (SAGE FEMME) de Martin Provost

UN INSTANTE DE LA VIDA ENTRE EL NACIMIENTO Y LA MUERTE

Martín Provost es un escritor y director de cine francés que cuenta con tres películas en su haber. Hizo su debut cinematográfico en 2008 con la realización de Seraphine, más tarde en 2013 estrenó Violette y en la semana del cine francés en Buenos Aires, se pre estrenó Sage Femme, cuyo estreno mundial se fue en febrero en Berlín 2017.

El cine de Provost es un cine que retrata mujeres. Sus personajes femeninos son seres conflictuados que arrastran traumas y que de su debilidad sacan fuerza para llegar a un objetivo. En los dos primeros films, su fuente de inspiración fueron dos mujeres francesas. En Seraphine, es la vida de Seraphine Louis (1864-1942), una pintora de naturalezas muertas que se destacaba por el uso del color y la fantasía que muere a causa de problemas mentales en un manicomio luego de trabajar como sirvienta toda su vida en una casa de familia donde su talento como pintora es casualmente descubierto por un crítico alemán.  En Violette, la fuente es Violette Leduc (1907-1972), una escritora existencialista con graves problemas depresivos que conoce a Simone de Bouvier, con la cual comienza a tener una relación ambivalente enmarcada por la homosexualidad y la admiración en medio de la distancia que produce una cuestión de clase social.

Ahora nos llega Sage Femme (La Partera), en la cual Provost ensaya un relato con dos personajes protagónicos provenientes de su propia pluma: Claire Breton (Catherine Frost, la gran actriz que brilló en la versión francesa de Florence) y Beatrice Sobolewski (Catherine Deneuve, que no necesita presentación). Un típico film de confrontación ente dos caracteres contrapuestos.

Claire es una partera que vive sola y que su trabajo absorbe la mayor parte de su tiempo. No obstante, tiene un hijo (Simón) que estudia medicina, y una futura nuera que está embarazada de tres meses. La película se concentra en la enorme soledad de esta partera que trabajando todo el día en una maternidad, parece no tener tiempo para ella misma.

En la rutina de llegar a su casa y escuchar los mensajes telefónicos, aparece en su contestador un mensaje de Beatrice, quien años atrás, fuera ex esposa de su difunto padre. Beatrice quiere devolverle un anillo de su padre, y la cita a su casa. Claramente, una excusa para llamar su atención.

En un sentido bíblico, las partera son las que dan a luz, y lo que esa luz ilumina son problemas de familia. Claire no está casualmente sola. La separación de sus padres, ser madre soltera, la dedicación a pleno en su trabajo están indicando una propensión enorme a la soledad, una tendencia a no compartir problemas. Claire es una mujer simple, austera, vive en gran medida para los demás olvidándose un poco de ella misma. Tal vez y en forma inconsciente, arrastra un pasado con el que nunca ha hecho las paces. Es una mujer autosuficiente que parece poder hacerlo todo sola. También es alguien que se debe a si misma darse una tregua o aprovechar una oportunidad.

La reaparición en su vida de Beatrice da lugar a su propia mayéutica. Su ex madrasta es todo lo contrario, su opuesto, una persona extrovertida, excéntrica a la que le gustan los placeres de la vida: el buen comer, el buen trago, fumar, la buena ropa, el cuidado de su estética, jugar a los naipes, apostar dinero. En Beatrice lo aleatorio parece dominar su vida. Toda su vida parece estar ligada a su suerte. Y ella, en su desenfado, lo apostará todo. Juega sus cartas de cara a la mesa.

El film que insinúa un comienzo basado en lo psicológico y en el trazo fino, de a poco va desnudado todo lo contario. No importa tanto el comportamiento de estos individuos sino como dichos comportamientos representan comportamientos colectivos. Así vemos que la soledad de Claire no hace otra cosa que desnudar el sentido de la pérdida del concepto de familia, y el posterior desmembramiento de sus integrantes. Ello no es otra cosa que la pérdida de un sentido de vida colectiva que da paso un individualismo casi extremo del cual derivan cuestiones tales como la importancia que la sociedad moderna le ha dado a la realización personal. Y como contracara de ello, es la enorme carga de frustración y falta de contención que de ello deriva.

Sage Femme expresa la necesidad de encontrarse a sí mismo. La confortabilidad que implica la vuelta al hogar. El amor que representa la reconstrucción de los vínculos. Es tal vez la película menos intelectual y rigurosa de Martin Provost, tal vez avasallado por la enorme personalidad de su dos intérpretes femeninas. Tanto la Frost como la Deneuve están enormes en sus papeles pero literalmente, se roban la película. Como consecuencia de ello, Provost, por momentos, pierde la brújula del relato atrapado en los grandes momentos de sus actrices, y en consecuencia, el hilo conductor de la trama se pierde y el film queda a la deriva.

No obstante, la película se ve con sumo agrado. Es entretenida. Hay un tema interesante, una música muy acertada y una labor descollante de sus dos actrices. Podría haber sido una gran película sobre la culpa o sobre la necesidad de su perdón, incluso el autoperdón. Pero no lo es. Es más bien un pedacito de vida, un momento de reconciliación, el espacio para un relax, el corte para un balance,  entre dos grandes momentos que son el nacimiento y la muerte. 

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