sábado, 29 de julio de 2017

BABY DRIVER de Edgar Wright




EL CHOFER DE LA MAFIA

No conocía el cine de Edgar Wright, un inglés con más de 20 años de experiencia en la BBC como director productor, guionista y actor, y que también cuenta en su haber con 4 largos para el cine que no he visto. En consecuencia, la visión de Baby Driver fue mi primer encuentro con este experimentado director que evidentemente sabe sacarle provecho a los géneros.

Porque Baby Driver es una película de género. Se inscribe cómodamente en el policial negro, o en un subgénero de aquel, que es contado desde el punto de vista de los ladrones, y no solo encuentra varias referencias sino también rinde homenajes en el encuentro.

Si bien la trama pareciera flotar en un momento y un espacio fuera de tiempo, desde el vamos la música nos sitúa en los ´80. La banda sonora de la película es formidable y por ella pasan prácticamente todos los grandes hits de aquella época, colocados cada uno de ellos en el momento preciso e indicado en el desarrollo dramático del film. La banda sonora permite escuchar temas de Jon Spencer Blue Explosion!: Bellbotton; Dave Brabeck´s Unsquare Dance; David Mc Callum: The Edge; Barry White: Never, Never Gonna Give Ya Up; Queen: Brighton Rock, y Simon and Garfunkel: Baby Driver, entre otros.

Además, rinde homenaje a varios films de los cuales no solo abreva en lo temático sino también, en lo formal. En ese aspecto, en el inicio mismo, podemos encontrar las influencias del inolvidable Driver (1977) de Walter Hill con Ryan O´Neal como así también el Drive (2011) de Nicolás Winding Refn, y más tarde, la contundencia del cine policial de Michael Mann en Heat (1995),o el suspenso de Los Sospechosos de Siempre (1995) de Brian Singer. Referencias no faltan. Tampoco debemos olvidar que la fuente de inspiración más reciente puede ser una serie como la de Rápido y Furioso.

Pero el trabajo realmente sobresaliente es la dirección de Edgar Wright. Lo suyo es una mezcla notable de imagenes, sonido y puesta en escena con un uso intensivo de la steadycam que hace parecer cosa del pasado algunas maravillas que hemos visto recientemente. Wright narra literalmente a toda velocidad y al ritmo de la música, e incluso sin cortes en planos secuencias realmente inolvidables. Su puesta en escena es de una maestría notable como si se tratara de una película musical al servicio de una trama de acción y suspenso, que el director solo corta a los efectos de brindar información al espectador para poder seguir adelante creando más acción y más suspenso a todo ritmo. El resultado es una especie de vorágine policial sostenida en lo musical con una puesta en escena coreográfica.

Ansel Elgor es Baby, un hipoacúsico que es el disparador de la acción. Toda una revelación como actor y bailarín. Su personaje es el de un joven que de niño ha sufrido un accidente fatal con sus padres y ha quedado con una invalidez parcial en su audición. Paradójicamente, se ha transformado en un eximio conductor. Él será el “Baby Driver” del título en inglés. Kevin Spacey es Doc, el cerebro de la organización criminal al que “el Driver” le debe un favor. Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm y Eiza González completan un elenco impecable.

Más allá de cualquier convencionalismo, esta es una auténtica película de género que, como Sin Nada que Perder (Hell or High Water) de David Mackenzie, estrenada el verano pasado, hacen una autentica revisión de los géneros y los revitalizan agiornándolos en forma creativa. Aquí no hay cine de tesis ni siquiera un cine testimonial como lo puede ser “Hell….”, pero si encontramos una muestra renovada de un género tradicional del cine americano como es el policial negro. Edgar Wright, a la par de rendirle tributo, realiza un film formalmente deslumbrante que seguramente dará que hablar durante bastante tiempo y dejará su huella.

jueves, 20 de julio de 2017

SIERRANEVADA de Cristi Puiu


SIERRANEVADA de Cristi Puiu

LA LARGA TARDE DE LA POMANÁ

El Nuevo film de Puiu, el mismo de La Larga Noche del Señor Lazarescu (2005), es una nueva visión, y mucho más desesperanzada que la anterior, sobre la calidad de la vida en Rumania después de la caída del muro de Berlín, y sus consecuencias, tales como la caída y muerte de Nicolae Ceasescu y su régimen autoritario.

Si en “La Larga Noche…”, Puiu se adentraba en el horror de un sistema burocrático que en lugar de atender a un enfermo, por el contrario facilitaba su muerte, y desde allí generalizaba hacia el estado caótico de la herencia recibida, en su nuevo film es el miedo y el terror a vivir, la incapacidad de construir una sociedad mejor, el que se apodera de los miembros de esta familia, llevándolos a la inoperancia.

Si bien en La Larga Noche… la trama se organizaba en torno de un drama individual, y ello remitía a una cuestión social, en Sierranevada, la trama es un fresco colectivo concentrado, al borde de la teatralidad, que nos lleva a una reunión familiar (se cumplen 40 días del fallecimiento del padre y se organiza una ceremonia religiosa seguida de una cena) con la asistencia de todos los miembros de la familia en un departamento de no más de 60 metros cuadrados.

Sierranevada es un gran fresco político social concentrado en el día de la celebración de la Pomaná, la cual se lleva a cabo 40 días después de la muerte de un ser querido (en este caso el padre de la familia) y se trata de un almuerzo familiar precedido de una visita del cura de familia, el cual bendice la casa de los deudos.

El encuentro familiar generará encuentros y desencuentros familiares donde aparecerán desde los celos, las envidias, y las traiciones típicamente familiares hasta discusiones sobre los grandes temas de los cuales no solo surge la gran desazón que produjo el fracaso socialista Ceasescu, sino también  las dudas sobre el modelo neoliberal surgido a posteriori de la caída del muro de Berlín. Pero también están allí como temas de discusión de las consecuencias de las guerras balcánicas, las hipótesis sobre el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001, la irrupción terrorista del Estado Islámico en toda Europa, que son tema de conversación de los hombres mientras que las necesidades culinarias, el efecto de las drogas en los jóvenes, los engaños amorosos de los maridos, y la necesidad del mantenimiento de las costumbres religiosas son temas de las mujeres concentradas en la cocina.

Los méritos de Puiu son varios. No solo la película está muy bien escrita y los temas desarrollados resultan de interés general sino que en primer lugar, esos temas van más allá de la pura discusión para adentrarnos en el clima de miedo social que se vive en toda Europa. Pero lo notable es que deja vislumbrar que detrás de ello hay un enorme fracaso que no es otro que el de la desocupación provocada por los procesos de automatización industrial dejando a millones de personas fuera del modelo de la sociedad de consumo.

Por otro lado, están los detalles de la puesta. Los cortes son pocos, casi respetando el estilo de una obra de características casi teatrales. Pero es la labor de la cámara, fija por momentos, virando hacia sus lados, yendo de primeros planos a planos medios o viveversa, es donde el trabajo de puesta en escena de Puiu como director es realmente brillante. Para ello obviamente ha contado con un grupo formidable de grandes actores. El film tiene un ritmo intenso que logra mantener el interés durante las tres horas de su proyección a la vez de proveer un entretenimiento (muy clásico en el cine rumano). En este nuevo film Puiu parece decirnos que la lamentablemente la revolución ha fracasado.


sábado, 15 de julio de 2017

ENTRE DOS MUNDOS de Miya Hatav


ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

La acción transcurre en nuestros días en Jerusalén, ciudad santa de tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam, donde un hombre bomba se ha estallado en un shopping comercial provocando la muerte de una persona y dejando varios heridos de gravedad. Uno de ellos, Oriel, un joven de 25 años, el cual es trasladado de inmediato a un hospital.

Es entonces, en una habitación de hospital, un encierro forzoso entre cuatro paredes, donde transcurre la historia de esta película en la que tres personas esperan durante un tiempo que Oriel, una de las víctimas del atentado, recobre el conocimiento. Es en esa habitación de hospital donde el
inteligente film de Hatav desarrolla toda su acción, recreando un micro mundo donde los personajes se vuelven arquetipos de 
diferentes posiciones frente al problema que plantea el film.

La habilidad de la puesta en escena de Miya Hatav, elude la puesta teatral y con habilidad narra en términos cinematográficos volcándose a primeros planos de caras, expresiones, manos, masajes al herido, y alguna que otra salida a los pasillos para darle respiro al espectador que se ha sumergido conscientemente en una tensión donde está en juego la vida de una persona querida más allá de las creencias.

Pero el buen guión de la propia directora, hace cómplice al espectador dándole a conocer determinada información crítica para el desarrollo de la historia que desconocen los personajes. En consecuencia, no es la historia la que cuenta, sino los comportamientos de los personajes en respuesta a los diferentes sucesos que plantea la estadía hospitalaria.

Los personajes, ante el hecho trágico, tienen diferentes actitudes frente a la vida. Oriel se ha ido de su casa para vivir solo en un barrio de Jerusalén. Sus padres se han divorciado. Su madre Bina, desde la separación de su marido ha profundizado su agnosticismo. Se ha vuelto realista y como consecuencia de ello, se mantiene consciente del estado de gravedad de su hijo. Por el contrario, Meir, su padre, necesita de su fe religiosa para sobrevivir la situación y poder apoyar a su hijo. Se apoya en forma permanente en su rabino. La tercera en cuestión es Amal, una muchacha joven que dice ser española y que cuida a un anciano de la camilla de al lado. Amal es un ser pragmático. Actúa como si tuviera conocimientos de kinesiología que le transmite a Bina y entre ambas dan calor humano a Oriel. Entre Amal y Bina nacerá un sentimiento en común para atenderlo y ayudarlo. Amal es un ser de luz que está más allá de toda la violencia, y vive concentrada en honrar la vida.

Film lacerante que muestra desde el inicio la violencia en una sociedad que no da tregua, donde todos son por igual víctimas y victimarios de una situación en la que a cada acción le sucede una reacción que por lo general siempre se inscriben en lo que podemos definir como un estado de violencia, en el que siempre la generan los más fuertes y más violentos y la terminan sufriendo los más débiles e inocentes.

La película de Miya Hatav parte de una situación real, que se vive en forma cotidiana en Jerusalén, en todo Israel y en gran parte del mundo árabe. No todo está relacionado con un mismo problema político, pero sí parece ser que todas esas situaciones encuentran una lamentable respuesta en la violencia terrorista. Y eso es lo que pone en el tapete este intimista film de Hatav, en el cual sin duda, está haciendo un llamado al dialogo y al entendimiento para encontrar la paz. En ese aspecto el drama que muestra la película encierra el problema desde un punto de vista exclusivamente humanista, donde el foco esta puesto en la vida de un hombre prácticamente destruida como consecuencia de la irracionalidad expresada en forma violenta que no es otra cosa que el fracaso de la política.

miércoles, 12 de julio de 2017

UNA SERENA PASIÓN de Terence Davies


“YO NO SOY NADIE! QUIÉN ERES TÚ?...” Emily Dickinson

A principios de los años ´80, China Zorrilla protagonizó tal vez su mayor éxito teatral. Se trataba de un unipersonal basado en un monologo de William Luce que tenía como personaje a Emily Dickinson, la poeta americana (Amherst, Massachusetts, 1830-1886). Después de tantos años, recuerdo dos cosas de aquella función. La sobresaliente actuación de China y el canto a la vida en que transformaba la poesía de aquella mujer, alguien que desde el encierro de su casa, reflexionaba sobre la existencia, sin obtener otra respuesta que algunas publicaciones en el diario de su pueblo. 


Con estos recuerdos entré al cine a ver Una Serena Pasión de Terence Davies. Del director inglés sólo había visto una película, un documental sobre Liverpool que me había gustado muchos y que se llama “Sobre el Tiempo y la Ciudad”. Un film reflexivo en cual plasmaba dos testimonios. Uno sobre sí mismo, y otro sobre su ciudad natal en los albores de este nuevo siglo.

Ahora, en su nuevo film, Davies encuentra a la poetisa Emily Dickinson en el final de sus estudios secundarios, concretamente, en el acto de graduación, cuando por primera vez queda aislada ante una pregunta de la Madre Superiora del establecimiento. Pero ese aislamiento no solo reflejará una situación, sino más bien una posición. Ella no será una pastora protestante. Por el contrario, su vida transcurrirá en la reclusión de su casa paterna, rodeada de sus padres y hermanos, tanto como una forma de observar a un mundo con el que no comulga, ni religiosa ni socialmente, como también una forma de protesta.

Formada en el puritanismo religioso protestante, tomó la religión con el respeto de los creyentes, pero comenzó a militar ideales feministas. Contraria a la Guerra de Secesión, apoyó a su padre en prohibir a su hermano su deseo de ir a la guerra, asumiendo una posición netamente pacifista. Una vez muerto su padre, se transforma en la principal voz de la familia, dado que su madre siempre había sido una mujer enferma y callada.

No obstante ser una mujer de carácter, elige la poesía como expresión de sus sentimientos e ideas, la que ejercita en la tranquilidad de las noches bajo el estricto consentimiento de su padre, quien así mismo, se encarga que alguna que otra de sus obras sea publicada en el diario del pueblo. En toda su vida no publicó más de 17 poesías. No obstante ello, su vasta obra abarcó más 1800 poemas que solo conocieron la luz después de su muerte.

El retrato de Davies sobre la Dickinson es el de una mujer que vive el encierro por voluntad propia, consciente de una inteligencia de nivel superior, admirada por toda su familia pero carente de contacto con el resto de su comunidad. Ese encierro voluntario se expresa fundamentalmente a través de la palabra escrita en esas muchas noche de insomnio, como así también asume una posición absolutamente feminista incluso dentro del ámbito familiar donde solo acepta la voluntad y autoridad paterna, y pone en ridículo ciertas actitudes machistas de su hermano. Cercano a sus 40 años comienza a padecer de problemas renales que se vuelven crónicos, y en consecuencia, acentúan su soledad. Su vida termina a los 56 años.

Davies pinta la vida de esta mujer llena de claroscuros a la manera de los grandes pintores flamencos, como esos cuadros de Jan Vermeer donde la luz se filtra a través de las ventanas generando luces y sombras como seguramente debe haber atravesado la vida de la poetisa. En este aspecto, la colaboración de Florian Hoffmeister, joven fotógrafo alemán habitual colaborar del maestro inglés, ha sido crucial para lograr la atmosfera de un film que tiende más a mostrar un alma que una vida. Incluso la película no fue filmada en los Estados Unidos sino en Bélgica, norte de Europa, donde la luz es diferente, aunque el film transcurra íntegramente en interiores. Por otro lado, la musicalización del film está también regido por lo clásico. Cuando no suenan las palabras, son Bellini, Chopin, Beethoven, Schubert, Strauss o algún tradicional de época quienes subrayan las imágenes con el siempre buen gusto del director.

Cynthia Nixon, una actriz de Nueva York con mucha experiencia televisiva y teatral, interpreta a Emily. La personificación que hace de la Dickinson es admirable. De su rostro y de sus palabras nacen autoridad, cariño, enfado, estados de ánimo por los que pasa su cuerpo debido a las diversas situaciones familiares, sociales y finalmente personales por las que atraviesa su vida.

Lejos de la Emily teatral, la del film de Terence Davies, brilla con la luz propia de alguien que pasa por la vida adelantada a su tiempo. No se trata de una evocación ni de un retrato. El film de Davies intenta y consigue, ir a la profundidad de un alma que sufre, primero porque vive una época que no le corresponde, después porque su introversión no le permite canalizar su vocación hacia un público más allá de su familia, y más tarde porque una enfermedad le quita la vida. El de Davies es un film visceral, lleno de claroscuros para mostrar la interioridad de un personaje, para llegar a su desmitificación toda vez que la obra de la poetisa ha sido descubierta después de su muerte y en consecuencia el mito se ha alzado sobre la historia misma de una vida.

sábado, 8 de julio de 2017

POR LA VENTANA de Caroline Leone



LA ACEPTACIÓN DEL RETIRO

Es muy bienvenida esta coproducción brasileña-argentina dirigida con mucho tacto por Caroline Leone, quien hace su debut en el largometraje, dirigiendo con suma atención en los detalles y rigurosidad formal.

El film se centra en la vida de Rosalía, una jefa de operarios en una fábrica industrial de elementos eléctricos en el cordón industrial de San Pablo, quien es despedida a causa de una fusión de empresas que la deja sin trabajo en la reorganización.

Toda una vida de trabajo se ve desmoronada de repente. Si bien Rosalía es una mujer cercana a los 60 años, su despido la toma por sorpresa y la sumerge de golpe en el drama de la desocupación. Es que el trabajo no solo es una manera de ganarse la vida sino también se vuelve una costumbre. Y más allá de eso, Rosalía es una mujer que se ha sentido reconocida por su trabajo, y que, de alguna manera, se siente imprescindible. Ella es quien abre y cierra la fábrica, instruye a los operarios, distribuye las tareas que se llevan a cabo. Y de la noche a la mañana pierde todo lo que ha construido en una vida de trabajo y es declarada prescindible.

El duelo de Rosalía es inevitable. Ha sido sorprendida por una noticia que la shockea. Su primera reacción es de no entendimiento de la situación, no acepta ni entiende los cambios, siente desconsuelo y se pregunta qué hará a su edad. Un especie de duelo se ha apoderado de ella, y como en todo duelo deberá aprender a aceptar la nueva realidad.

Pero no todo es negativo. Rosalía vive con su hermano mayor, José, un chofer de autos que tiene que hacer un viaje a Buenos Aires. Es interesante la relación entre los hermanos. Ella es una mujer trabajadora, disciplinada, hija de las obligaciones. José, en cambio, vive de changas, le gusta el canto y la guitarra, lleva una vida bohemia. Es un hombre siempre positivo.

Rosalía, carente de opciones, decidirá acompañar en el viaje a su hermano. Lo contrario será la soledad en un mal momento de su vida. La pareja de opuestos se ha formado. Pero esta pareja estará lejos de la comedia americana. El viaje de Rosalía será el de un encuentro consigo misma apoyada en gran medida en el cariño y el respeto de su hermano. La película se transforma, entonces, en una road movie que hace recordar la calidez de Estación Central de Walter Salles.

En ese viaje sanador que emprenden los dos hermanos, hay una escena notable en las cataratas del Iguazú, justo en frente de la Garganta del Diablo. Lejos de lo turístico, la cámara de Leone enfoca a Rosalía en primer plano con el gran salto detrás. El poder y la fuerza del agua contrastan frente a la pequeñez y la insignificancia de la protagonista. Pero a su vez, más abajo el rio volverá a encontrar su curso y correrá mansamente. Rosalía comenzará a entender que solo ha perdido un trabajo, y que la vida continúa e impone cambios.


No es fácil pasar de una vida activa a una vida pasiva. De lo laboral al retiro jubilatorio existe un sentimiento de impotencia inevitable. Pero no podemos detener el curso del tiempo. No podemos creer a qué edad hemos llegado. La vida necesariamente continuará de otra manera. Es un momento de la vida que muchas veces no podemos entender. Muchas veces no queremos entenderlo. Es algo muy personal. Obviamente depende de cada persona. Deberíamos estar preparados para ello. No deberíamos sentirnos sorprendidos.

Más allá del inteligente guion y la excelente dirección de Caroline Leone que siempre tiene la virtud de eludir el golpe bajo o el lugar común, la película descuella con dos actores sumamente compenetrados con su papeles: Magali Biff como Rosalía, y Cacá Amaral como José, muestran frescura y veracidad en los roles que interpretan, transitando del drama a la comedia, entregando todo su caudal actoral en bien de un film muy pequeño pero también muy cálido e interesante.

jueves, 6 de julio de 2017

DESPUES DE LA TORMENTA de Hirokazu Kore-Eda


UN MOMENTO DE RECONCILIACIÓN

El cine de Hirokazu Kore-Eda es un cine contemplativo, un cine que sigue a personajes en sus rutinas, en su vida cotidiana, terminando por dar un mirada costumbrista sobre el hombre contemporáneo, sobre su vida íntima y la sociedad en que vive, particularmente el Japón post industrial de nuestros días. Algunos lo llaman “el heredero de Yasujiro Ozu”, el primer gran maestro del cine japonés. Ambos ven el cine como una forma de retratar la vida.

Su filmografía comienza en 1996 con Maborosi, un film que ganó un premio en Venecia. Años después, en 1999, presentó en nuestro BAFICI After Life, un film que no solo se adjudicó el primer premio de aquel Festival sino también el de Mejor Guión. Más tarde le siguieron otros films igualmente valiosos: Distancia en 2002, Nadie Sabe en 2005, Hana en 2006, Still Walking en 2008, De Tal Padre Tal Hijo en 2013, casi todos ellos vistos en Argentina.

Esta semana se estrenó su último film presentado el año pasado en Cannes. Después de la Tormenta, tal es su título, es también un cine de personajes en el cual destaca el equilibrio de su narrativa. Es uno de esos films en el cual parece no pasar nada y sin embargo está pasando todo un momento en la vida de cuatro personas: una abuela, su hijo, su nieto y su nuera.

De alguna manera, Después de la Tormenta puede ser vista como un film sobre la perdida, en un sentido general, y en particular, sobre la pérdida del padre. El film gira en torno de Ryoto (Hiroshi Abe), un hombre joven de unos 40 años, cuyo padre acaba de morir. Su vida viene cuesta abajo desde algún tiempo atrás, posiblemente desde que se separó de Kyoko, la madre de su hijo. Exitoso novelista en su juventud, se ha quedado sin inspiración literaria y ahora se dedica a seguir parejas furtivas transformado en una especie de investigador privado de vidas amorosas (Saca fotos furtivas a los amantes). Como padre, él también anda medio perdido. Le cuesta hacer pie y salir con su niño de 8 años, al que solo ve de vez en cuando (cuando dispone de algún dinero). Esas salidas son a la vez un placer pero también un sufrimiento.  Ryoto no solo ha perdido a su padre, sino que anda medio desencontrado consigo mismo. 

Ryoto, no obstante, tiene una tabla de salvación: Su anciana madre (Satommi Kobayashi), que ha enviudado recientemente. Es con ella con quien pasa sus mejores momentos, y es ella, quien le inspira confianza en sí mismo. Además, ella es una persona vital. Es una señora de su casa que ama la música clásica y comparte un grupo de escucha de gente de su edad. Su casa es el centro de reunión de la familia. Ella es la que convoca a todos alrededor de su mesa. Es la que une a la familia en su torno. Mujer confidente y de gran sabiduría y experiencia, no ha vivido en vano. Ella es la que ha perdido a su marido, pero no se ha perdido a sí misma, y tiene el valor y el coraje de seguir luchando para no perder a su hijo y a su nieto.

Shiraisi Shingo (Taiyó Yoshizawa) es el hijo de Ryoto. Un niño de unos 10 años de edad que disfruta las pocas salidas que hace con su padre. Un restaurante de comidas rápidas, un parque de diversiones, la compra de un par de botines de futbol. El niño percibe la separación de sus padres pero no emite opiniones ni muestra consecuencias. Sin duda, aún no ha tomado conciencia de dicha separación, y sobretodo, disfruta de la visitas a su abuela. La casa de su abuela es el lugar donde Shingo siempre encuentra un refugio.

Kyoko (Yoko Maki) es la madre del niño. Ella está tratando de superar su separación de Ryoto e incluso ha conocido otro hombre  con el que mantiene una relación estable. Pero sigue viendo a su marido. Mínimamente, necesita que Ryoto le pase su mensualidad y obviamente es convocada asiduamente a la casa de su suegra, mucho más ahora que ella ha enviudado y necesita del consuelo de sus hijos.

Es en uno de estos encuentros cuando los cuatro coinciden en el departamento de la abuela, justo antes que se desate una tormenta, uno de esos tifones típicos que se dan en la costa japonesa. En esa reunión familiar, los cuatro en un lugar seguro guarnecido de la torrencial lluvia, lejos están de estar pasando una situación incómoda. Todo parece relajarse a pesar de la tormenta que parece fuera una bendición caída del cielo para que estos cuatro personajes puedan pasar la noche juntos. Es entonces cuando el cine de Kore-Eda alcanza su mayor fulgor. Es en esos momentos cuando la vida misma parece estar pasando apaciblemente delante de nuestros ojos. Y todo parece recuperar un orden natural. Como si la naturaleza y las personas tuvieran una relación de causalidad, y que después de la tormenta solo pudiera ocurrir que llegue la calma, un tácito acuerdo, un momento de reconciliación, tal vez, incluso, la felicidad.

Este nuevo film de Hirokazu Kore-Eda es para disfrutar desde la contemplación y el sentimiento. Es una película en la que deberíamos dejar el intelecto de lado para disfrutarla solo con los sentidos. Pareciera como que de pronto el tiempo se detuviera para que sus personajes tuvieran el tiempo necesario y suficiente como para gozar de aquello que han extraviado, el ser ellos mismos. Sin duda, un film de madurez de su director, tanto en su faz creativa como en su solidez narrativa.

sábado, 1 de julio de 2017

UNA SEMANA Y UN DIA de Asaph Polonsky


LA PÉRDIDA DE UN HIJO

La Shivá es el periodo de duelo que se realiza durante la primera semana después de la muerte de un pariente o ser querido. A este periodo de siete días es la semana a la que alude el título de la película, en el que ante el sentimiento de pérdida inexorablemente le deberá continuar uno de consuelo. En ese día de consuelo, transcurre este film.


No obstante ello, Eyal (Shai Avivi) sigue desconsolado. Ha perdido un hijo de 25 años a causa de un cruel enfermedad, y manifiesta ese desconsuelo aislándose y asumiendo actitudes al borde de la violencia. Lo discute todo, se pelea con medio mundo, se ha alejado espiritualmente de su mujer, y solo encontrará compañía en Zooler (Tomer Kapon), el hijo de su vecino, con el que también se siente ofendido.

Zooler, un adolescente tardío de 23 años, sólo 3 años menos que el hijo fallecido, trabaja de cadete en una empresa de delivery de comidas rápidas, que dejará todo para acompañar a Eyal y constituirse por un día en su hijo sustituto. Una especie de alter ego del hijo fallecido. Zooler continúa estando en la etapa del juego y adora a Eyal como si fuera su padre. Es que Eyal le permite todo.

Mientras tanto, Vicky (Yevgenia Dodina) la esposa de Eyal, quiere volver al trabajo para escapar de la angustia del duelo, pero en su escuela ha sido obviamente reemplazada para permitirle cumplir con la Shiva. Tendrá que esperar a que termine el reemplazo, y en esa espera dilatará el dolor.

La comedia de Polonsky funciona por el camino del absurdo a partir de un guión muy bien escrito que permite al director recrear un clima de comedia en medio de un drama, donde estallan cada uno de sus personajes y sus respectivos sentimientos en relación a la perdida. Cada uno a su manera encarará este duelo que trata de amparar la negación de una muerte. Es que, por otra parte, la muerte de una persona joven es inentendible, mucho más cuando esa persona es un hijo.

Eyal, hosco y retraído, no puede manifestar su dolor sino a través de una descarga de agresividad hacia los demás. Genera una regresión que lo vuelve casi un adolescente. La muerte del hijo lo paraliza. Está absolutamente perdido y desesperado. Busca afanosamente, fumarse un porro que lo relaje y lo evada En esa situación Polonsky comienza a alejarse del drama para transformar el film en una tragicomedia, y el armado de un porro operará como una válvula de escape. Eyal, más tarde, en el Hospital donde murió su hijo, buscando mezquinamente una frazada que lo cobijó, y después en el cementerio donde escuchará casualmente a un orador en un sepelio, comenzará a encontrar un consuelo al sentir que su dolor no es único, al empatizar nuevamente con los demás.

Desde el punto de vista del género, el encuentro con Zooler, no solo crea la pareja despareja (hombre adulto vs joven adolescente, hombre osco vs adolescente sociable) típica de la comedia americana, sino que da comienzo a un relajamiento de la situación por el camino del absurdo. 


Vicky, como mujer, reaccionará en forma diferente. Ella ha aceptado la enfermedad terminal de su hijo. Ella se encuentra más calma. Se tiñe el pelo, se baña y se viste para estar presentable. Le preocupa mantener su feminidad, volver a su trabajo y rehacer su vida. Se siente sola y ciertamente abandonada. Le ha hecho un encargo a Eyal que Eyal ha olvidado. No obstante, su dolor termina aflorando solitariamente en forma de lágrimas en una sesión radiográfica en lo de su dentista. Ella también acudirá a un porro para distender su dolor, y como en un espejo, su situación tornará en comedia.

Auspiciosa ópera prima del director Asaph Polonsky, estrenada en Cannes 2016, fuera de concurso, Una Semana y Un Día, es un film valioso que trata un tema duro, con una muy buena puesta en escena que elige la comedia situacional para expresarse, aceptando que la muerte es el paso final de la vida, y que esa vida merece ser vivida a pesar de todas sus desventuras. Polonsky maneja el tema con habilidad, lo desdramatiza, y reflexiona con profundidad sobre la vida, la muerte y la necesidad de seguir viviendo más allá de la adversidad.