sábado, 29 de julio de 2017

BABY DRIVER de Edgar Wright




EL CHOFER DE LA MAFIA

No conocía el cine de Edgar Wright, un inglés con más de 20 años de experiencia en la BBC como director productor, guionista y actor, y que también cuenta en su haber con 4 largos para el cine que no he visto. En consecuencia, la visión de Baby Driver fue mi primer encuentro con este experimentado director que evidentemente sabe sacarle provecho a los géneros.

Porque Baby Driver es una película de género. Se inscribe cómodamente en el policial negro, o en un subgénero de aquel, que es contado desde el punto de vista de los ladrones, y no solo encuentra varias referencias sino también rinde homenajes en el encuentro.

Si bien la trama pareciera flotar en un momento y un espacio fuera de tiempo, desde el vamos la música nos sitúa en los ´80. La banda sonora de la película es formidable y por ella pasan prácticamente todos los grandes hits de aquella época, colocados cada uno de ellos en el momento preciso e indicado en el desarrollo dramático del film. La banda sonora permite escuchar temas de Jon Spencer Blue Explosion!: Bellbotton; Dave Brabeck´s Unsquare Dance; David Mc Callum: The Edge; Barry White: Never, Never Gonna Give Ya Up; Queen: Brighton Rock, y Simon and Garfunkel: Baby Driver, entre otros.

Además, rinde homenaje a varios films de los cuales no solo abreva en lo temático sino también, en lo formal. En ese aspecto, en el inicio mismo, podemos encontrar las influencias del inolvidable Driver (1977) de Walter Hill con Ryan O´Neal como así también el Drive (2011) de Nicolás Winding Refn, y más tarde, la contundencia del cine policial de Michael Mann en Heat (1995),o el suspenso de Los Sospechosos de Siempre (1995) de Brian Singer. Referencias no faltan. Tampoco debemos olvidar que la fuente de inspiración más reciente puede ser una serie como la de Rápido y Furioso.

Pero el trabajo realmente sobresaliente es la dirección de Edgar Wright. Lo suyo es una mezcla notable de imagenes, sonido y puesta en escena con un uso intensivo de la steadycam que hace parecer cosa del pasado algunas maravillas que hemos visto recientemente. Wright narra literalmente a toda velocidad y al ritmo de la música, e incluso sin cortes en planos secuencias realmente inolvidables. Su puesta en escena es de una maestría notable como si se tratara de una película musical al servicio de una trama de acción y suspenso, que el director solo corta a los efectos de brindar información al espectador para poder seguir adelante creando más acción y más suspenso a todo ritmo. El resultado es una especie de vorágine policial sostenida en lo musical con una puesta en escena coreográfica.

Ansel Elgor es Baby, un hipoacúsico que es el disparador de la acción. Toda una revelación como actor y bailarín. Su personaje es el de un joven que de niño ha sufrido un accidente fatal con sus padres y ha quedado con una invalidez parcial en su audición. Paradójicamente, se ha transformado en un eximio conductor. Él será el “Baby Driver” del título en inglés. Kevin Spacey es Doc, el cerebro de la organización criminal al que “el Driver” le debe un favor. Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm y Eiza González completan un elenco impecable.

Más allá de cualquier convencionalismo, esta es una auténtica película de género que, como Sin Nada que Perder (Hell or High Water) de David Mackenzie, estrenada el verano pasado, hacen una autentica revisión de los géneros y los revitalizan agiornándolos en forma creativa. Aquí no hay cine de tesis ni siquiera un cine testimonial como lo puede ser “Hell….”, pero si encontramos una muestra renovada de un género tradicional del cine americano como es el policial negro. Edgar Wright, a la par de rendirle tributo, realiza un film formalmente deslumbrante que seguramente dará que hablar durante bastante tiempo y dejará su huella.

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