sábado, 15 de julio de 2017

ENTRE DOS MUNDOS de Miya Hatav


ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

La acción transcurre en nuestros días en Jerusalén, ciudad santa de tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam, donde un hombre bomba se ha estallado en un shopping comercial provocando la muerte de una persona y dejando varios heridos de gravedad. Uno de ellos, Oriel, un joven de 25 años, el cual es trasladado de inmediato a un hospital.

Es entonces, en una habitación de hospital, un encierro forzoso entre cuatro paredes, donde transcurre la historia de esta película en la que tres personas esperan durante un tiempo que Oriel, una de las víctimas del atentado, recobre el conocimiento. Es en esa habitación de hospital donde el
inteligente film de Hatav desarrolla toda su acción, recreando un micro mundo donde los personajes se vuelven arquetipos de 
diferentes posiciones frente al problema que plantea el film.

La habilidad de la puesta en escena de Miya Hatav, elude la puesta teatral y con habilidad narra en términos cinematográficos volcándose a primeros planos de caras, expresiones, manos, masajes al herido, y alguna que otra salida a los pasillos para darle respiro al espectador que se ha sumergido conscientemente en una tensión donde está en juego la vida de una persona querida más allá de las creencias.

Pero el buen guión de la propia directora, hace cómplice al espectador dándole a conocer determinada información crítica para el desarrollo de la historia que desconocen los personajes. En consecuencia, no es la historia la que cuenta, sino los comportamientos de los personajes en respuesta a los diferentes sucesos que plantea la estadía hospitalaria.

Los personajes, ante el hecho trágico, tienen diferentes actitudes frente a la vida. Oriel se ha ido de su casa para vivir solo en un barrio de Jerusalén. Sus padres se han divorciado. Su madre Bina, desde la separación de su marido ha profundizado su agnosticismo. Se ha vuelto realista y como consecuencia de ello, se mantiene consciente del estado de gravedad de su hijo. Por el contrario, Meir, su padre, necesita de su fe religiosa para sobrevivir la situación y poder apoyar a su hijo. Se apoya en forma permanente en su rabino. La tercera en cuestión es Amal, una muchacha joven que dice ser española y que cuida a un anciano de la camilla de al lado. Amal es un ser pragmático. Actúa como si tuviera conocimientos de kinesiología que le transmite a Bina y entre ambas dan calor humano a Oriel. Entre Amal y Bina nacerá un sentimiento en común para atenderlo y ayudarlo. Amal es un ser de luz que está más allá de toda la violencia, y vive concentrada en honrar la vida.

Film lacerante que muestra desde el inicio la violencia en una sociedad que no da tregua, donde todos son por igual víctimas y victimarios de una situación en la que a cada acción le sucede una reacción que por lo general siempre se inscriben en lo que podemos definir como un estado de violencia, en el que siempre la generan los más fuertes y más violentos y la terminan sufriendo los más débiles e inocentes.

La película de Miya Hatav parte de una situación real, que se vive en forma cotidiana en Jerusalén, en todo Israel y en gran parte del mundo árabe. No todo está relacionado con un mismo problema político, pero sí parece ser que todas esas situaciones encuentran una lamentable respuesta en la violencia terrorista. Y eso es lo que pone en el tapete este intimista film de Hatav, en el cual sin duda, está haciendo un llamado al dialogo y al entendimiento para encontrar la paz. En ese aspecto el drama que muestra la película encierra el problema desde un punto de vista exclusivamente humanista, donde el foco esta puesto en la vida de un hombre prácticamente destruida como consecuencia de la irracionalidad expresada en forma violenta que no es otra cosa que el fracaso de la política.

No hay comentarios:

Publicar un comentario