EL INFIERNO
TAN TEMIDO
Andrei
Konchalovsky, hermano del afamado Nikita Mijalkov, es un hombre de cine y teatro
nacido en la Unión Soviética en 1937. Estudió en el Conservatorio de Moscú e
hizo su debut cinematográfico con El
Primer Maestro (1966). Algunos de sus siguientes films tuvieron problemas con
la censura, por lo cual, después de lograr un éxito importante con el épica
Siberiada, fue atraído por el cine americano donde trabajó por más de 10 años, convirtiéndose
en un director de éxito y de culto, especialmente después de filmar Runaway
Train con Jon Voijt en 1985. Después de la Caída del Muro, volvió a su patria,
filmando esporádicamente y dedicándose al teatro. Ahora regresa con este film estupendo.
Estamos ante
un director y un film inclasificables
por varios motivos. Paraíso,
filmado como un documental, es una ficción. Narrado como un drama, es una
historia de suspenso que cuenta a la vez tres historias de represión, colaboración
y vida en un campo de concentración en la Alemania Nazi durante la Segunda
Guerra Mundial. Paradójicamente, cabe agregar que el título de Paraíso alude al
objetivo perseguido por el Nacional Socialismo para la sociedad alemana.
La línea que
sigue Konchalovsky más que emitir un juicio de valor sobre lo ocurrido parece tener
la intención de narrar el horror sin hacer distingos de bandos. Como si el
horror no lo sufrieran solo las victimas sino también los victimarios. O sea,
el horror es uno solo, y es sufrido por todos.
La visión
que presenta el director ruso es la de un humanista (no la de un historiador),
en consecuencia, entiende que el horror de la guerra no es solo el de las
victimas sino el de todos aquellos que de una u otra manera se ven involucrados
en ella, ya que la guerra se sufre sin distinción de bandos. Y por eso nos preguntamos:
qué otra cosa podemos esperar de una guerra que no sean víctimas?
No es una
película fácil de ver e incluso de entender. Es como si nos introdujéramos en
el mundo del revés. El film va contra la mirada convencional de las cosas y
sobre todo del decir de la historia toda vez que generalmente la historia es
narrada por los ganadores de la contienda.
El horror
del holocausto es imperdonable e inentendible para aquellos que no lo hemos
vivido y apenas lo conocemos a través de los libros de historia o de películas
como Shoa!!, de Claude Lanzmann que lo han retratado con toda objetividad y
realismo a través de imágenes de archivo y testimonios de testigos presenciales
de los hechos a un punto tal que alguien expresó: Shoa!! obliga al espectador a
realizar un ejercicio de insoportable imaginación sobre el dolor, el espanto y
la degradación humana ocurrida en los campos de exterminio.
Tal vez Paraíso
sea ese insoportable ejercicio de imaginación. Konchalovsky hace una ficción realizando
un falso documental sobre tres personajes cuyos caminos se cruzan durante la
guerra: Olga (una magistral Yuliya Vysostkaya), una aristócrata rusa exiliada en
Francia que es arrestada por los nazis durante la ocupación alemana en un
pueblo cercano a París por ocultar a dos niños judíos. Jules (Philippe
Duquesne), un juez de paz colaboracionista que debe investigar el caso de la
detención de Olga, y Helmut (Christian Klaus), un alemán, militar de alto rango
proveniente de la alta burguesía que ha conocido a Olga durante su juventud en
Italia y que ahora es Oficial de las SS y está a cargo del campo de
concentración donde está detenida Olga. ¿Qué
tan cerca está Helmut del concepto de banalidad del mal que ha desarrollado
Hanna Arendt?
El film se
desarrolla a través de escenas de careos,
declaraciones testimoniales que los personajes hacen sobre los hechos
ocurridos en los cuales han participado, y la dramatización de algunos de esos
hechos. En consecuencia, existe en el film un aire parecido al espíritu
confesional de carácter religioso, donde obviamente la expiación de la culpa y
la búsqueda del perdón parecen ser los objetivos. No obstante, no se trata de
un film religioso.
Es que
claramente la posición humanista de Konchalovsky presenta a sus personajes como
juguetes de un destino atroz cuya voluntad de maldad o de bondad estará siempre
condicionada a la terrible ocurrencia que es el hecho de la guerra. Los
personajes de Paraíso son todos juguetes de ese cruel destino a los que les
corresponde jugar un rol que esta muchísimo más allá de su propia voluntad, y a
la que no pueden renunciar ni escapar porque las condiciones que impone la
guerra es la de un hecho colectivo que se antepone a cualquier actitud
individual.
En otras
palabras, los personajes de Konchalovsky han estado dirigidos por una voluntad
superior regida por el mal que ha provocado un efecto de masificación que hace
desaparecer la voluntad individual. Es el triunfo de la masa deshumanizada
contra la desaparición de la identidad
personal. Es que la guerra la sufren los pueblos pero las deciden los políticos.
Más allá del horror no queda otra cosa que víctimas.
Soberbio
film de Konchalovsky. Arriesgado. Trabajado como una pieza de orfebrería,
cuesta entrar en él porque lo plantea como una obra del absurdo, pero a su vez,
lo trabaja como solo un gran cineasta puede hacerlo: Tomándose su tiempo,
asumiendo riesgos, desafiando al espectador y a los convencionalismos, para
entregarle una obra provocativa ante la cual no se puede mantener la
indiferencia.
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