jueves, 21 de septiembre de 2017

TEMPORADA DE CAZA de Natalia Garagiola




DE LA ADOLESCENCIA A LA MADUREZ


Esta película es una ópera prima que sin lugar a dudas dará mucho que hablar. Casi en silencio, se alzó con la Sección Semana de la Crítica en la última edición del Festival de Venecia en agosto pasado. Ahora se estrena en Buenos Aires y sorprende, en primer lugar porque escapa con absoluta facilidad de acostumbrado y reconocido amaneramiento del cine argentino, y en segundo lugar, porque se trata de la opera prima de una joven directora, Natalia Garagiola, que también es autora del guión, que se destaca en ambos trabajos.

Su obra, es una película de una madurez narrativa notable, donde cada elemento se encuentra en un perfecto orden y la narración transcurre con una fluidez y una naturalidad poco común en el cine argentino.

Garagiola escribe un guion perfecto que más tarde transcribe con la misma perfección a lo cinematográfico. Es decir, primero se luce como escritora y después vuelve a lucirse como directora de cine al transcribir su guión en términos puramente cinematográficos. Garagiola hace cine con mayúsculas.

En el film describe una perdida y sus consecuencias. El personaje central es Nahuel, magníficamente interpretado por Lautaro Bettoni, un adolescente al que la vida obliga a crecer de golpe. Rugbier a punto de terminar la escuela secundaria en un colegio de clase alta de Buenos Aires, pelea con todos, se encuentra desubicado, pero sobre todo no se encuentra a sí mismo. Está desesperado. Acaba de perder a su madre.

Lo que ocurre no solo lo afecta a él, sino también a su entorno. Su padrastro (Boy Olmi) también está tocado por la tragedia tan fuertemente como él, y observa que no está en condiciones de dar contención al muchacho. Entonces decide le pide que se vaya por un tiempo al sur a estar un tiempo con su padre.

Su padre Ernesto (un extraordinario Germán Palacios) es quien vive en el sur, y es un guía de caza. Ha formado una nueva familia con una nueva esposa, con la cual tiene cuatro hijas pequeñas. Rodeado de mujeres, disfruta de la calidez y del confort de un hogar en medio del bosque.

A ese ambiente agreste y casi bucólico en el cual parecería imperar la ley del más fuerte, llega Nahuel con su incontenible furia adolescente, con su falta de entendimiento de la situación y su necesidad de contención insatisfecha. La relación con su padre natural se hace difícil. No obstante, Ernesto es un tipo centrado que pareciera tener una formación cuasi militar, la de un guardabosque acostumbrado al rigor, a la disciplina y a liderar grupos. Un pragmático al que la vida lo ha curtido.

Hay en el film un ambiente de violencia contenida que lo recorre de punta a punta, que la capacidad de Garagiola utiliza solo para crear un clima que torna al ambiente denso, irrespirable. Las reacciones cargadas de furia de Nahuel, la existencia de armas en la casa de Ernesto, la organización de un evento violento tal como una cacería se ciervos contribuyen a crear un ambiente tensionado que siempre pareciera estar al borde del estallido.

La descripción de estas tres personalidades opuestas (Padre, Hijo y Padrastro) está realizada con puntillosidad y paciencia. El padre por un lado dando espacio y dejando que el hijo haga su experiencia. El hijo reconociendo el terreno y comenzando a controlar esa furia incontenible que quiere destruirlo todo. El Padrastro que busca la soledad y asimilar la perdida sin compartirla con nadie. Ello crea momentos en que cada uno necesita hacer un reconocimiento que pasa por terrenos tan poco fértiles como una paternidad nunca ejercida, el desamor, la necesidad de crecer de golpe, de encontrar referencias, de superar una pérdida irreparable y el sentimiento de abandono.

La habilidad extraordinaria de Garagiola es manejar ese medio tono que gobierna toda la película, y poder dar lugar a la exteriorización de sentimientos en medio  del páramo que han generado estos tres seres que no se han visto y se han ignorado durante años y que de golpe la vida los enfrenta y los obliga a asumir responsabilidades y necesariamente, crear algún tipo de relacionamiento, Se trata de un exorcismo de sentimientos a partir de la nada. Del reconocimiento del otro a través de ciertos datos de filiación donde nunca se ha desarrollado ni el amor paternal ni el filial.


La película es una obra de arte vinculada a lo etéreo, a la atención de pequeños detalles que van construyendo una filiación, un encuentro surgido de la necesidad y que tiene raíces en el ancestro. Pocas veces el cine argentino ha llegado a tal grado de intimidad en un film pausado, que tiene el ritmo justo, que cada escena engancha a la siguiente manteniendo el interés siempre vigente del relato. Encontramos una obra de madurez en el estreno de una ópera prima.

















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