viernes, 22 de septiembre de 2017

UNA ESPECIE DE FAMILIA de Diego Lerman


LA ARGENTINA MARGINAL

Más allá del humanismo que impregna todo el film, más allá de lo problemas de la adopción en la Argentina relacionada a la falta de sentido común de sus leyes al respecto, nos encontramos con un film sólido, bien guionado, dirigido y actuado, pero sobretodo, con un film de denuncia sumamente contundente.


Porque las irregularidades legales que describe con su crítica al sistema de adopción legal en la Argentina, al que tampoco es ajeno el sistema hospitalario argentino y sus múltiples carencias, es realmente lapidario. 

Operar fuera de la ley se ha transformado en algo común en la Argentina. Esta habitualidad de ir por izquierda no solo alcanza la altura de delitos menores sino también mayores como lo relacionado con la trata de personas, entre ellos, el sistema de adopción paralelo que describe Lerman.

La complejidad del sistema de adopción legal es tan grande y demorado en el tiempo que la propia necesidad de los futuros padres, ya sea la propia desesperación de querer ser y no poder, sea ya por las propias madres que dan sus hijos en adopción legalmente por un estado de necesidad particularmente económica que les impide la crianza de  los mismos, como las que venden literalmente a sus niños a través de un sistema de confabulación médica, legal y policial altamente corrupto no hacen más que mostrar una cara de la Argentina cada vez más creciente.

No solo el sistema de adopción es engorroso sino también lo es todo el sistema conformado por una justicia lenta, con falta de resoluciones, carente de una investigación efectiva de los hechos, con problemas tanto de abogados, como jueces y fiscales,

Lerman, en su película cuenta solo un caso. Describe el proceso de espera de una futura madre adoptiva tan angustiante como su propia desesperación por poder tener a su chiquito que es traicionada en su buena fe por un aparato medico asistencial, legal y policial. Podría alegarse a esta altura de los acontecimientos que no existen inocentes. Posiblemente es verdad. El sistema de adopción es tan complejo que su violación ocurre poco menos que por necesidad. Por lo tanto, es difícil determinar donde comienza o donde termina la figura del delito. Pero lo cierto es que esto ocurre en la realidad y lamentablemente, con mucha asiduidad. En realidad, todos son culpables. Pero por otra parte, enredados entre las leyes y el sistema judicial, quedan miles de niños en orfanatos que se crían sin familia, sin figura de padre ni de madre, casi siempre rescatados por la ayuda voluntaria de alguna persona caritativa que solo hace lo que puede. Así también es el la precariedad del sistema, la falta de arraigo social de los niños víctimas de este sistema que no es otra cosa que un aspecto del mapa de la pobreza secular de una Argentina cada vez más marginal.

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