SOBRE LA NECESIDAD DE ESTAR CONECTADO
El personaje es Norman Openheimer, un hombre mayor de
aproximadamente 70 años de edad que trabaja como una especie de relacionador
público. Un traficante de influencias.
Es una persona que parece estar de vuelta. Adulto, ya mayor,
posiblemente carente de una jubilación y sin trabajo estable. Tenaz. Seguidor
hasta el cansancio, es un manipulador que inventa mil y una artimañas para
poder estar en el lugar que quiere estar. Y aunque la mayoría de las veces es rechazado,
se ingenia con tenacidad para lograr sus objetivos. Una y otra vez se levanta y
vuelve a comenzar.
Norman es un hombre ambulante y solitario. Su oficina es la
calle y su conexión con el mundo es un celular que lleva siempre consigo con
sus auriculares colgados de sus oídos. Su trabajo es hacer conexiones entre la
gente. Norman es un hombre que no sabe decir que no y miente compulsivamente
para lograr sus objetivos. Cuando comienza el film recibe una llamada en la que
le piden que ubique a alguien. Él no conoce
a ese alguien, pero no lo dice y acepta el desafío. No importa qué le pidan. Él
tratará de conseguirlo.
La película, como el mismo Norman, dará una y más vueltas
siguiendo la búsqueda de influencias que es lo que hace Norman. En el final, el
burlador será burlado cerrando un ciclo que pareciera constituirse en una
severa crítica a la sociedad de servicios. La historia transcurre en Nueva
York, que justamente es la ciudad de servicios más importante del mundo. La
ciudad sin chimeneas, donde todo puede ser comprado o vendido. La ciudad de las
finanzas, de los negocios y de los negociados, representando a un mundo que
carece de escrúpulos. Exactamente el mundo donde encaja Norman. Un hombre que
solo busca ganarse una vida que transcurre en la finísima línea divisoria entre
el bien y el mal.
El film es una meditación sobre el tráfico de influencias,
la falta de escrúpulos de quienes las ejercen, y como alguien puede estar
provocando daño sin proponérselo o tal vez siendo inconsciente de ello. Es
también una reflexión sobre la manipulación de las personas, de cómo puede
manejárselas, que todo lo que parece real suele ser solo una fantasía, y que
con el espíritu de hacer el bien a veces se está haciendo inconscientemente el
mal. En síntesis, estamos ante una parábola sobre la intangibilidad y sobre las
barreras morales.
La película tiene una forma literaria. Cuenta con un
episodio inicial que hace las veces de un prólogo, y continúa con 4 capítulos (Un
Pie Dentro, Caballo Ganador, El donante Anónimo y El Precio de la Paz) que
terminan con una conclusión respecto a que las buenas intenciones muchas veces
no bastan, en la que el burlador termina burlado.
Muy interesante la labor del autor y director israelí Joseph
Cedar (Madurat Hashevet, 2004; Beaufort, 2007; Pie de Página, 2011) haciendo aquí
un cine que recuerda al de los hermanos Coen. Sin embargo, la película está
mejor escrita que dirigida. Es un film donde prevalece lo literario y al ser
volcada a la pantalla, resulta un tanto discursiva. Las imágenes no llegan a
expresarse totalmente por si mismas. Por momentos, la confusión parece
prevalecer sobre el relato aunque el trabajo de Gere aclara lo que las imágenes
no muestran.
La labor de Richard Gere es descollante. Es el mejor papel
de su carrera y seguramente su trabajó ira camino al Oscar. Nadie duda de su
gran estrella, pero si alguien dudara de su capacidad actoral, esta película es
la muestra cabal de su talento. La cantidad de matices diferentes que adopta,
la vulnerabilidad de su personalidad, su persistencia en la misión que se
propone, la forma en que camina la ciudad y sigue las pistas necesarias para
hacer sus conexiones, el cansancio que siente, que lo agobia pero nunca lo
derriba, muestran su capacidad de insistencia y persistencia en pos de su
objetivo. Una actuación magistral.
Este es un film para tener en cuenta. Plantea un discurso
filosófico siempre vigente: la relación entre el poder, la verdad, y lo moral.
Para ello cuenta con un guión muy bien escrito y una actuación formidable con
un personaje, un mentiroso con el que cuesta empatizar pero al que, sin
embargo, no podemos dejar de considerar una víctima de un sistema frio y
calculador que usa a la gente en forma descartable. Es un film sobre la
sociedad líquida, la de la transformación permanente. La del use y se tire.
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