ACTUAL Y PREOCUPANTE
Martin Campbell es un director neozelandés con un pasado
brillante en Hollywood. En una época fue considerado el señor éxito. Todo lo
que hizo produjo millones de dólares para la maquinaria del cine americano.
Debutó en 1998 con La Máscara del Zorro, y transformó en estrellas a Antonio
Banderas y a Catherine Zeta Jones, repitiendo el éxito con La Leyenda del Zorro
en 2005. En el 2000 dirigió un film cargado de suspenso: Limite Vertical, donde
contó la historia del rescate de un alpinista en el K2, uno de los picos
montañosos más altos del mundo. Más tarde, en 1995 y 2006, asumió dos episodios
de la serie Bond: Golden Eye y Casino Royale, donde contó con la actuación de
Pierre Brosnan en el papel principal. En mi opinión, Casino Royale fue uno de
los mejores episodios de la serie. Después de ello, ha realizado muchos trabajos
para la televisión.
Ahora regresa para encontrarse con Pierre Brosnan,
acompañado nada menos que por Jackie Chan, que es el productor de la película,
formando un trio de notables para generar un producto de acción, muy bien realizado
que se soporta en un guión sólido, que permite tanto el lucimiento de los
actores como el interés en lo que está narrando. Los méritos de Campbell son
varios. Mantiene al espectador atrapado en el film durante todo el metraje en base
a una criteriosa forma de mantener el suspenso y hacer estallar la acción en
los momentos adecuados, sin perder nunca la brújula que indica siempre que lo
más importante son los personajes, a los cuales pinta y da carnadura humana.
La historia es un thriller negro, que abreva en un pasado
que parece muerto pero no lo está. Un atentado terrorista en pleno centro de
Londres deja sin vida a varias personas, entre ellas, la hija única de Jackie
Chan. Chan exige respuestas del gobierno inglés, pero no las recibe. En
consecuencia, comienza a investigar por su cuenta. Prontamente, observamos que
su personaje es un experto en armamentos. Es un exiliado chino, especialista en
explosivos, que ha escapado de varias guerras en oriente, y ahora solo busca
vivir en paz. Pero el terrorismo acaba de quitarle lo único que le quedaba vivo:
su hija. Lo que sigue será una sangrienta búsqueda de respuestas.
Brosnan es el representante irlandés en el gobierno británico
en la ciudad de Londres, donde transcurre la mayor parte de la acción. Con un
pasado en el IRA manchado de sangre, cansado de tanta guerra, solo quiere
disfrutar de la tranquilidad que le da la tregua pero no quiere asumir las
responsabilidades que le caben. Ello lo vuelve un personaje muy interesante,
bondadoso y siniestro al mismo tiempo, lleno de dobleces morales que
contribuyen a mantener el suspenso durante toda la película.
Lo interesante de estos personajes es que ambos provienen de
un pasado cruzado por las guerras. Son personajes que conocen la violencia y
que han decidido apartarse de ella para continuar una vida mejor. Pero
paradójicamente, la violencia vuelve a cruzar sus caminos en una forma
despiadada y ellos no pueden ignorarla. Uno porque esa violencia le arranca un
ser querido. El otro, porque ha elegido el camino de la paz a través de la
política. Pero ambos saben que ahora se enfrentan con un enemigo que no conoce
otro método que el que aplica: el terror. Los dos saben que el brazo de la ley
no alcanza para combatirlo.
La trama de la película es muy actual y remite tanto a los
problemas de la inmigración como los del terrorismo, dos problemas que si bien
sirven de marco a lo que esencialmente es un film de acción, plantea una
situación que preocupa por el alto nivel de violencia social que produce. El
problema del terrorismo es que nunca termina de cerrar las heridas, genera
nuevas y alimenta la sed de venganza.
Por otro lado está la cuestión de la inmigración, y las
obligaciones que deben asumir los gobiernos en función de los tratados firmados
en defensa de los derechos humanos, patrocinados en su gran mayoría por las Naciones
Unidas. El film, tangencialmente, toca estas cuestiones dejando en descubierto
que es mucho más lo que se habla que lo que se hace en defensa de los mismos
emigrados.
No obstante, queda claro en el film, y especialmente en lo
que concierne a la parte británica, que los actos de violencia y los ataques
contra las personas no deben ser tolerados, y la persecución, detención y
juzgamiento de los criminales terroristas debe llegar hasta sus últimas
consecuencias. La violencia desatada por el IRA en la Irlanda de los años 70, y
el acuerdo de paz logrado en 1998 parecen cosas de un pasado superado pero en
un contexto de inestabilidad política creciente, la hipótesis del film es que
el conflicto puede recrudecer.
Jackie Chan sigue demostrando que el acróbata y el mimo aún
pueden hacer divertir y emocionar en un film dramático. Brosnan, que es un gran
actor más allá del encasillamiento que le originó Bond, luce tanto en la comedia
como en el film de acción. Y Campbell, que no necesita demostrar que es un muy
buen director de cine, mezcla las dosis de acción y suspenso necesarias para generar
un muy buen entretenimiento, que jamás pierde el equilibrio y el interés de la
historia. Un pasatiempo asegurado con un tema actual y preocupante.
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