sábado, 17 de febrero de 2018

LAS HORAS MÁS OSCURAS de Joe Wright

SANGRE, ESFUERZO, LÁGRIMAS, Y SUDOR

Winston Churchill, (1874 – 1965), fue un político y estadista británico, perteneciente al Partido Conservador que, durante 50 años, ocupó numerosos cargos políticos. Durante la Primera Guerra Mundial fue Primer Lord del Almirantazgo hasta la derrota en la batalla de Galípoli, un error militar bajo su responsabilidad cuyas consecuencias asumió generando su salida del gobierno. No obstante ello, años más tarde, y ante un marcado vacío de poder, fue llamado nuevamente para dirigir el gobierno siendo nombrado Primer Ministro de Gran Bretaña, cargo que desempeñaría en dos oportunidades, primero en de 1940 a 1945, y más tarde de 1951 a 1955. En su primer mandato se convirtió en el líder político indiscutido de su país.

Las Horas Más Oscuras evoca la vida de Churchill en aquellos momentos cruciales en que se decide la entrada de Inglaterra a lo que luego sería La Segunda Guerra Mundial. La película comienza los primeros días de mayo de 1940 cuando Hitler decide invadir a dos países: Dinamarca y Noruega, ambas neutrales en la contienda bélica, pero con puertos claves para facilitar el suministro de armas a Alemania. El fracaso de estas defensas, pone en tela de juicio la labor del Primer Ministro Neville Chamberlain, quien decide renunciar. Es entonces, cuando Winston Churchill es nombrado Primer Ministro de Inglaterra.

Joe Wright, el notable director de Orgullo y Prejuicio, Expiación, y la última versión vista de Anna Karenina filma aquí la que tal vez sea su mejor película. Logra envolvernos en la pesadilla que se avecina. La situación políticamente inestable de Inglaterra, la invasión antes comentada y el estado de precariedad de las tropas movilizadas en Europa. Todo un dilema difícil de resolver. Las tropas inglesas acorraladas en Dunquerque, una playa en los confines de Francia casi en la frontera con España sobre el Mar del Norte, deben ser evacuadas. La flota británica esta sitiada e imposibilitadas de hacer una operación honorable.

El gran mérito de Wright es no hacer una película de guerra sino una película sobre la guerra. Para ello toma distancia del frente bélico y concentra siempre la situación desde el punto de vista político y cómo repercute ello en el Parlamento inglés. Encierra las acciones entre la casa de Churchill y Westminster emulando las complicaciones de la realidad. La actividad transcurre solo entre paredes y túneles. Mucho aire viciado por el humo de los cigarros, un encierro que va más allá de las paredes del Palacio de Buckingham.

Conoceremos a un Churchill incansable que va y viene del Parlamento mil veces tratando de lograr consenso partiendo de una posición de extrema debilidad política en la que sus apoyos son externos a la política y de índole moral. Ellos son su mujer y su secretaria. Sus bases parlamentarias son los pocos incondicionales de su partido. Ha asumido una posición política de no negociación con la dictadura nazi cuando su oposición busca a toda costa evitar la guerra pactando con el Diablo. Necesita una convalidación de su pensamiento. Es entonces donde, en una escena eminentemente cinematográfica y salida de la cabeza de un guionista muy creativo, se lo ve entrando en un subte. Será un viaje de una sola estación. Pero en ese simple momento, mezclado entre los pasajeros del tren, tendrá contacto con el pueblo. Será la voz del pueblo quien le dará la respuesta necesaria.

En ese ir y venir, en esa discusión permanente se definirá un destino, el de todo un país y tal vez el de Europa y por qué no del Mundo. De esta manera, Wright encuentra su película. Y lo hace de la mejor manera posible, dando una notable lección de cine. Pero no lo hace solo. Cuenta para ello con un actor excepcional que se lleva todos los laureles y un excelente guión firmado por Anthony Mc Carten.

El actor es Gary Oldman, un inglés que hemos visto muchas veces en el cine americano. Él fue el Comisionado Gordon de El Caballero de la Noche (2012) de Christopher Nolan, el George Smiley de El Topo (2011) de Tomás Alfredson basado en la novela de John Le Carré, y sobre todo fue el Joe Orton de Prick Your Ears (1986) de un joven Stephen Frears, uno de sus grandes papeles que le aseguró una carrera importante en el cine.

El guionista Mc Carten es el autor de esa maravilla que es La Teoria del Todo, 2014, sobre la vida del científico inglés Stephen Hawkings, un hombre lisiado por una enfermedad cerebral que le impide manejar el movimiento de sus músculos pero no le bloquea la lucidez de su mente.


Apoyado en el gran guión de Mc Carten, y sobre todo en la actuación de Gary Oldman, Wright logra recrear no solo la época y la palabra de Churchill, sino lo más difícil, rescatar el espíritu de una época en la que Inglaterra se hundía por primera vez en el desasosiego de enfrentarse con un poder desconocido capaz de ponerla de rodillas.  Allí es donde aparece la fibra inglesa de un hombre común, un hombre que sabe escuchar la calle, y que confía en la voz del pueblo que dice que antes que darse por vencidos preferirán morir luchando.

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