SOBRE EL FIN DE LOS SUEÑOS
Realizado casi como un collage de fotos, noticieros de la
época y algunas home movies realizadas durante viajes de su madre, Moreira
Salles realiza un film donde a través de su propio comentario rememora hechos
que han marcado a un par de generaciones generando una interesante
confrontación entre la objetividad de las imágenes filmadas y sus propias ideas
y palabras que acompañan en forma de relato todo el film.
Así la película resulta una obra muy personal,
profundamente sentida que constituye una gran reflexión sobre el intento de
cambios políticos durante los 60 y los 70, una época marcada por la esperanza
de construir un mundo mejor e incluso alcanzar el sueño socialista.
El aburguesamiento provocado por el fin de la segunda guerra
y la prosperidad derivada por los planes de fomento para reconstrucción de
Europa y Japón, terminaría derramando hacia el resto del mundo. No obstante
ello, el sueño de una mejor distribución de la riqueza dió lugar a un desconformismo
social muy grande en todo el mundo, que en Europa, particularmente en Francia, comenzó
a estallar a fines de la década del 60 a través de los movimientos
estudiantiles, haciéndose fuerte en París y particularmente en la Universidad.
Allí nace la epopeya del cambio de la mano de Daniel Cohn-Bendit, un estudiante
anarquista. Dicho movimiento se expandirá y dará lugar a otros movimientos como
la denominada Primavera de Praga, donde el pueblo checo se levantó contra los
aspectos totalitarios y burocráticos del socialismo soviético, como así también
en el resto del mundo, particularmente en Latinoamérica, inspirado y apoyado en
la revolución cubana del 59.
Posiblemente aquéllos momento de cambio fueron anulados por
la divergencia de la dirección de esos mismos movimientos. Mientras Dani, el
Rojo lideraba hacia la izquierda, en Praga se trataba de girar hacia la
derecha. No obstante ello, yendo en diferentes direcciones tiene en común el
descontento de los pueblos frente a los estilos de vida que generaban los regímenes
imperantes.
Al film de Moreira Salles no le interesan tanto la dirección
de esos movimientos sino los movimientos en sí mismos, y si miramos un poco más
profundamente, el fracaso de esos movimientos que en forma imperceptible fueron
siendo fagocitados por la misma sociedad que los hizo posibles. Sus propios líderes fueron asimilados por el statu
quo de las formas de vida que criticaban. Dany el rojo, líder indiscutido del
Mayo Francés del 68, fue perdiendo su perfil anarquista para convertirse en
ecologista reformista, asumiendo luego la cómoda posición de diputado verde en
el Parlamento Europeo. Las ideas de Milos Jakes de “un socialismo con rostro
humano” fueron arrasadas por las fuerzas soviéticas unidas a las del Pacto de
Varsovia, y tuvieron que esperar hasta la caída del Muro de Berlín en 1989.
De la misma manera, en las películas caseras de la madre de
Moreira Salles tomadas a fines de la década del 60 durante su viaje a la China
y Japón, aparecen los contrastes y las contradicciones entre las ideas
proclamadas y la práctica de esas ideas llevadas a la realidad. La aparente
fortaleza de la revolución cultural China y las costumbres milenarias japonesas
se evaporaron ante la aparición de un materialismo y consumismo desenfrenado.
El Intenso Ahora, título del film, alude a aquel espíritu
de camaradería, de involucración en los sucesos, en la comprensión que surge de
la lucha común, donde la prevalencia de las ideas estaba sobre cualquier forma
de consumismo, donde todo se vivía con total intensidad. Era una necesidad de
expresión. El ir de adentro hacia afuera. Es entonces cuando no podemos dejar
de preguntarnos si aquel momento puede repetirse aun cuando se desvaneció en sí
mismo y los tiempos hayan cambiado de tal forma que el consumismo ha arrasado
con el mundo de las ideas y ha instalado el tiempo de lo fugaz. Es decir, se ha
invertido la dirección de la fuerza: ahora se va de afuera hacia dentro. Consumismo
Puro.
Film austero que ha demandado mucho tiempo de investigación
y visionado de material fílmico, no solo se eleva por el valor de la
documentación mostrada, sino por la sinceridad del discurso de su director y
guionista. Es un ensayo político que deriva en una aguda reflexión que parece
hecha con el corazón aunque se manifiesta con la lucidez de la mente.
Pero también
es un film melancólico y nostálgico, no ganado por ese consumismo tan criticado
sino por la prevalencia de ideas que contrastan con aquellas sobre la fugacidad
de la realización personal en nuestros días. La película brilla en la búsqueda
de un mundo de ideas en procura de un mundo mejor y en esa cadencia melancólica
de la voz del director, que hace parecer aún latente aquella idea motriz de la
posibilidad de cambio. Sin embargo, la exacerbación del consumo, la
satisfacción inmediata del deseo, solo promueve la incapacidad de soñar.
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