sábado, 19 de mayo de 2018

LADY MACBETH de William Oldroyd


REFLEXIÓN SOBRE EL PODER

Basada en el cuento Lady Macbeth en Misensk del autor ruso Nicolái Leskov, adaptada para el cine por Alice Birch y el propio director William Oldroyd, ambos debutan tanto en la adaptación como en la dirección con este largometraje trayendo como antecedentes una muy buena experiencia realizada en el teatro y la televisión, y alguna experiencia cinematográfica realizada en el campo del cortometraje.

Su debut no puede haber sido más auspicioso. Su Lady Macbeth es un film contundente, filmado con una gran austeridad y sobriedad narrativa, que se inspira en el personaje shakesperiano en su proceder pero no en la situación que retrata.

Esta Lady Macbeth es Katherine, magníficamente interpretada por la joven actriz inglesa Florence Pugh, una muchacha de pueblo que en 1865 en Inglaterra es comprada por un terrateniente para casarla con su hijo. A éste no le interesa la mujer, y ante unas dificultades que aparecen en otras propiedades, se marcha abandonándola. Al poco tiempo ella queda sola en la casa con la sola compañía de las criadas. Mientras tanto, se cruza en su camino un peón de la estancia, que será crucial en su destino.

A Oldroyd, como buen hombre de teatro, le interesan los comportamientos. La sutileza de su dirección le permite concentrase en ellos. La trama sigue el desarrollo de una mujer que comparada y sacada de su pobre medio, es conducida a una comarca donde se la obliga a casarse al mismo tiempo que es rechazada por su marido. Más tarde abandonada, se siente sola y atraída por un peón de la estancia con el cual comienza a tener una relación clandestina. La situación que vive la coloca como como dueña de la casa. Ello la lleva a apoderarse del medio dado que no tiene más remedio que vivir su vida y tomar las decisiones necesarias para que la granja siga produciendo mínimamente el sustento diario.

Todo lo que no mata, fortifica dice un refrán. Katherine se ira volviendo cada vez más dura, se irá apropiando del poder de la granja, y prontamente sustituirá a sus dueños, manejada por la pasión y los deseos. El drama de Katherine es el de un crecimiento forzado, casi obligado. En conflicto estallará irremediablemente.  Katherine no tendrá otra alternativa que hacer ejercicio del poder. Ese ejercicio no parece generarle culpa alguna.

Qué es el poder sino hacer lo que se debe hacer. Y en ese conflicto del hacer nace la similitud de Katherine con Lady Macbeth. Porque como aquélla, Katherine se sentirá traicionada. El poder y la moral suelen no coincidir. La situación la obligará a tomar decisiones. Hará ejercicio del poder. Ello la llevará al crimen. Establecerá su propia ley que no será otra que la ley del poderoso. Ese ejercicio le dará el control, pero también la conducirá a la soledad. Porque el poder aísla.

El cine de Oldroyd avanza sin dificultad a partir de un guión de notable justeza que él adapta al cine con imágenes de tonalidades frías, austeras, un ritmo pausado pero sostenido. Su cine es cine en estado puro. Una sucesión de imágenes pegadas con una coherencia absoluta, mantienen durante todo el metraje un ritmo adecuado a lo narrado. Con una impecable actuación de sus actores principales, Oldroy logra un film de época que evoca algunos grandes films ingleses como “The Go Between” de Joseph Losey o “Tess” de Roman Polanski.

En síntesis, el film es una aguda reflexión sobre el poder que lleva a recordar aquel aforismo de Lord Acton que dice “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

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