REFLEXIÓN SOBRE EL PODER
Basada en el cuento Lady Macbeth en Misensk del autor ruso
Nicolái Leskov, adaptada para el cine por Alice Birch y el propio director William
Oldroyd, ambos debutan tanto en la adaptación como en la dirección con este
largometraje trayendo como antecedentes una muy buena experiencia realizada en
el teatro y la televisión, y alguna experiencia cinematográfica realizada en el
campo del cortometraje.
Su debut no puede haber sido más auspicioso. Su Lady Macbeth
es un film contundente, filmado con una gran austeridad y sobriedad narrativa,
que se inspira en el personaje shakesperiano en su proceder pero no en la
situación que retrata.
Esta Lady Macbeth es Katherine, magníficamente interpretada
por la joven actriz inglesa Florence Pugh, una muchacha de pueblo que en 1865
en Inglaterra es comprada por un terrateniente para casarla con su hijo. A éste
no le interesa la mujer, y ante unas dificultades que aparecen en otras
propiedades, se marcha abandonándola. Al poco tiempo ella queda sola en la casa
con la sola compañía de las criadas. Mientras tanto, se cruza en su camino un peón
de la estancia, que será crucial en su destino.
A Oldroyd, como buen hombre de teatro, le interesan los
comportamientos. La sutileza de su dirección le permite concentrase en ellos.
La trama sigue el desarrollo de una mujer que comparada y sacada de su pobre
medio, es conducida a una comarca donde se la obliga a casarse al mismo tiempo
que es rechazada por su marido. Más tarde abandonada, se siente sola y atraída
por un peón de la estancia con el cual comienza a tener una relación
clandestina. La situación que vive la coloca como como dueña de la casa. Ello la
lleva a apoderarse del medio dado que no tiene más remedio que vivir su vida y
tomar las decisiones necesarias para que la granja siga produciendo mínimamente
el sustento diario.
Todo lo que no mata, fortifica dice un refrán. Katherine se
ira volviendo cada vez más dura, se irá apropiando del poder de la granja, y
prontamente sustituirá a sus dueños, manejada por la pasión y los deseos. El
drama de Katherine es el de un crecimiento forzado, casi obligado. En conflicto
estallará irremediablemente. Katherine no
tendrá otra alternativa que hacer ejercicio del poder. Ese ejercicio no parece
generarle culpa alguna.
Qué es el poder sino hacer lo que se debe hacer. Y en ese
conflicto del hacer nace la similitud de Katherine con Lady Macbeth. Porque
como aquélla, Katherine se sentirá traicionada. El poder y la moral suelen no
coincidir. La situación la obligará a tomar decisiones. Hará ejercicio del
poder. Ello la llevará al crimen. Establecerá su propia ley que no será otra
que la ley del poderoso. Ese ejercicio le dará el control, pero también la
conducirá a la soledad. Porque el poder aísla.
El cine de Oldroyd avanza sin dificultad a partir de un
guión de notable justeza que él adapta al cine con imágenes de tonalidades frías,
austeras, un ritmo pausado pero sostenido. Su cine es cine en estado puro. Una
sucesión de imágenes pegadas con una coherencia absoluta, mantienen durante
todo el metraje un ritmo adecuado a lo narrado. Con una impecable actuación de
sus actores principales, Oldroy logra un film de época que evoca algunos
grandes films ingleses como “The Go Between” de Joseph Losey o “Tess” de Roman
Polanski.
En síntesis, el film es una aguda reflexión sobre el poder que
lleva a recordar aquel aforismo de Lord Acton que dice “El poder corrompe y el
poder absoluto corrompe absolutamente”.
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